Cuando todo acabe, te seguiré esperando

Leon

Aquel baño curó algunas heridas. No me arrepentí de contar toda la verdad, me acepté totalmente. Tal vez no tendría una casa a la cual volver o familia que me amara, pero tampoco lo necesitaba. No solo por Tania, sino porque me amaba, y lo sentía con todas mis fuerzas. Podría darlo todo. Era raro, sería normal estar devastada y llena de cortaduras mentales, el peso ya era más grande pero no más significativo. Además, yo solo quería ser feliz.

Mi euforia espontánea me dio la frase más bonita, una que ningún otro ser humano jamás me podría dar. Tal vez no tendría el poder de inspirar a otros, pero el dominio sobre mí ya lo tenía garantizado. Las palabras que más marcan son las que tú te das.

"No tengo una cara fuera de este mundo, no sé si podría tan siquiera llamarme linda. Tampoco soy la más inteligente, ni tengo la mayor suerte. El dinero que poseo no es gigantesco, tampoco soy especial. Sin embargo, merezco ser feliz. Y aun siendo un defecto andante, puedo ser amada y añoro cada parte de mí".

Salí al fin del baño con la toalla que me dio Leticia. Encima de la cama de huéspedes se encontraba una pijama, al ponérmela me quedaba grande, pero aún así no se me caía.

Leon me esperaba afuera de la habitación en un pequeño taburete, allí me abrazó apenas me vio.

-¿Qué pasó, Estela?

-Es que...

-Vamos primero a mi pieza.

Yo simplemente lo seguí, le conté casi todo lo que había pasado, y Leon, sin apartar la mirada y prestando suma atención, me escuchó hasta el final.

-Estela ¿Qué necesitas ahora?

-¿A qué te refieres?

-¿Consejos, apoyo, un abrazo o tan solo olvidarlo todo por un instante?

-Yo... quiero solo estar en paz a tu lado.

Leon se levantó y en el televisor de su habitación aparecieron mis series y películas favoritas, él sabía todo de mí, para él mis problemas no eran una carga, y eso hacía que fuese totalmente confiable.

-¿Cómo haces, Leo?

-Emmm...

- ¿Cómo haces para escucharme sin preocuparte de más y no mostrando síntoma de indiferencia?

-Estela, todos tenemos problemas y muchas veces ocultamos lo que sentimos para que el otro no sufra. Las consecuencias de esto empeoran con el tiempo. Si yo me desestabilizo por tus problemas, ¿seguirías contándome?

-Creo que no.

-Exacto, no es que no me importe o lo haga de más, solo controlo lo que hay dentro de mí y hago solo lo que está en mis manos. No sirve afligirme por aquello que no puedo controlar, y nadie tiene el poder sobre la vida del otro.

Sonreí gentilmente. Ya sabía lo que me iba a responder, pero necesitaba escucharlo de su boca.

Vimos e hicimos todo aquello que amaba: cantar, pintar, jugar y ver películas; la tranquilidad estaba por todas partes.

Ya era hora de dormir. Quería estar en la misma cama de Leon, con él me sentía segura y lo veía como un preciado hermano.

Lo abracé para dormir.

-Ya, Estela, espacio personal.

Con una patada me sacó de la cama, y allí empezó una guerra de almohadas. Las risas invadían el lugar, al cansarnos nos desplomamos en la cama. Leo ya se iba a dormir.

-Oye, no te duermas- le dije mientras lo movía de un lado a otro.

-Ya basta Estela, ve a molestar a otra parte.

-No seas así , hagamos otra cosa.

Leo me tiro una almohada en la cara.

-Déjame dormir.

-Jum, esta bien.

Lo deje en paz y me acosté dándole la espalda, desde niños dormíamos en la misma cama y siempre a tenido el mismo problema, se mueve demasiado.

Escuchaba los sonidos de mi corazón eran perfectos y coordinados, la almohada tenia un delicioso aroma a limón , todo ello me hizo sentir en calma . En tan solo horas el sol ya se estaba asomando.

-Estela, despierta.

-No, ayer me estabas diciendo que te dejara dormir ,ahora respeta mi sueño.

- No seas dramática.

Leon de un jalón quito todas las sabanas que tapaban mi cuerpo y me protegían del frio, pero no hice caso alguno.

-Ya levántate.

- No lo haré.

Lo siguiente que supe fue que algo húmedo y helado estaba por toda mi cara.

-¡Ya verás Leon!.

Me levante rápidamente, pero el ya había corrido hasta afuera de la habitación. Lo perseguí y al atraparlo le di un gran golpe en la cabeza.

-Leo, ya que hiciste.

-Pero, ella fue la que me golpeo.

-No lo habría hecho sin tener una razón ,¿o, si? Estela.

-Claro que no señora Leticia, ya sabes como soy.

Gire la cabeza e hice un gesto de burla dirigido a Leo.

-No es justo madre, siempre la defiendes.

- Parecen niños, mejor siéntense y desayunen.

-Okey- dijo Leo con una voz que fingía enfado.

Mientras comíamos los panqueques de banano, Leo hizo una pregunta.

-¿Ahora qué harás?

-No lo se, tal vez vuelva a mi casa hoy.

-No es necesario sabes que puedes quedarte el tiempo que desees.

-Lo se... Pero debo arreglar las cosas.

Leon me observo de una forma que mostraba que sin importar la decisión el estaría para mi.

-Gracias, Leo.

Conocía a mi mejor amigo, más que cualquier otra persona, y en esos momentos quería preguntarme algo diferente.

-¿Qué es ?

-No entiendo.

-¿Qué es lo que deseas saber?

-¿Tan obvio soy?

-Sí

-Es que, no creo que sea oportuno.

-No importa solo dilo.

-Tenia curiosidad, ¿Qué más paso ese día en el hospital?




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