Cuando Todo Es Un Engaño

Capítulo 1: Pena

Las puestas del sol no son ignoradas, el canto de los pájaros son glorificados tanto que a los pobres los encierran en una jaula limitados a disfrutar de una vida, las vacas valen más que el oro puro, los sacerdotes se les limpian sus zapatos con la lengua y la fiesta patronal es más importante que pavimentar las calles.

Ser nopalera en el mercado estatal vale menos que una pluma de gallo de pelea muerto en batalla; ser nopalera es tan miserable que al chófer del camión se le paga con un kilo de nopales cocidos que terminan comiendo sus cerdos, es tan pero tan miserable que la gente prefiere darle un lugar a su cuadro de metro y medio de la virgen María que a un par de mujeres nopaleras que vienen de vender agotadas por estar todo el día casi que regalando su mercancía.

La gente abruma el pasillo del camión para Yersenia, esta es una cosa que no soporta, solo los sábados es así, su única diversión en casi dos horas de recorrido son unas cercas de piedra enormes que se asoman entre las ventanas y con el moviendo del camión provocan una ilusión óptica como si una víbora gigante de la presa del rancho estuviera corriendo sobre ellas.

En casa, por fin, sábado, mañana no sé trabaja, Dios así lo ordenó al crearnos, pero solo es el trabajo en el mercado ya que en casa todavía tiene que hacer de comer a su padre y hermano que llegan de trabajar en el cerro de la "Silla" de sembrar maíz.

Caminar con huaraches entre la calle llena de piedras con mucha tierra era un martirio. Abrir la pequeña puerta de metal oxidada con ese chillido característico causando que los gorriones de pecho amarillo que están en los pinos salgan volando por todas partes.

Ir por madera y prender el fogón para freír unos frijoles y unas tortillas para los hombres de la casa que ya vienen de trabajar.

Se sientan y tiran sus artefactos por todas partes, sus botas repletas de lodo las dejan en el primer lugar que su cerebro alcanza a captar y se sientan a rascar su barriga para que les sirvan sus frijoles y que  reprochen en la cara de Yersenia que están "fríos" así que la obligan a prender de nuevo el fogón renegando de la vida, estar limitada a una cocina pegada a el fuego que quema hasta sus ilusiones de ser esposa para que le traten igual o peor pero en diferente casa.

Se los avienta de mala manera ganando el reclamo de los hombres y un regaño de su madre que está lavando las botas de lodo en una tina de plástico vieja.

Ahora ir a limpiar un poco las fachas para disfrutar de su juventud, salir corriendo de la casa de adobe hacia la plaza del rancho, donde suele estar con sus amigas, Selene y Claudia, unas niñas al igual que ella, sirvientas de sus hombres de sus casas; esto le viene como anillo al dedo ya que al platicar, Yersenia se libera un poco del estrés de ser algo que no quiere.

- No ve van a creer a la hermosa boda de mi tía que fui el lunes- Dice Claudia juntando sus manos acompañadas de un suspiro hacia el cielo.

- Ya lo sabíamos, no lo contaste ayer como 7 veces, ¿De verdad ya te quieres casar?- Reclama Selene harta de tanto suspiro.

- Ojalá, primero Dios que sea lo más temprano posible, hubieran visto la cara de felicidad de mi tía, ese enorme vestido, con sus aretes plateados, dando un beso a mi ahora tío, que por cierto, jamás había visto un beso en vivo, fue espeluznante, como dice el Chavo del 8-

- ¿Se casó a pesar de que la golpeó aquella vez en la presa cuando apenas se conocieron?- Dice Yersenia nada convencida.

- ¡Callate!, no hables de eso, eso ya pasó, ahora el es diferente, se ve que la ama, hubieras visto como la miraba directamente a los ojos en el vals, ¡le brillaban!-

- Claudia, no creo que esa gente cambie-

- Mira Yersenia, yo sé que eres dos años menor que nosotras, nunca vas a encontrar un hombre perfecto, siempre tienen algún que otro detalle, pero no te amargues con eso, sabes que es peor vivir como una solterona, morir sin esposo ni sin hijos- Explica Selene un poco incrédula por las respuestas de Yersenia.

- Es el sueño de toda mujer estar a un lado de un hombre, el mío es  estar de la mano con Dionisio García, esos ojos verdes son de actor de Televisa, quiero que mis hijos seas así de guapos- Dice Claudia casi que alucinando.

- Pues, no se, pero yo no quisiera que me golpearan a medio rancho y para empezar no se si me quiera casar-

-¡¡¡QUE!!!- Gritaron al unísono Selene y Claudia, mirando fijamente a la cara desconcertada de Yersenia.

- ¡Ay no! ¡No eres de este planeta! ¿¡No eres marciana!?- Dice Claudia ruborizada por tal atrevimiento.

- Lo que dices está en contra de lo que dice la biblia, debemos de cumplir los sacramentos, está en nuestra naturaleza casarnos, el sacerdote nos dijo que cuando no te casas, Dios te va a reclamar en el cielo que no tuviste los pantalones para criar a un hijo cómo lo hizo el con Jesucristo- Dice Selene un poco alterada apretando su crucifijo que le cuelga del cuello.

Yersenia se quedó muda, solo de intentar imaginarse parada en el altar con un golpeador, le haría orinar el vestido, tener en casa a un ser con tanto odio que hace parecer que se casó con un monstruo, más bien como con un demonio, como si ella fuera a vivir con el mismo diablo sin que nadie le ayude ya que el sería inmune a todo reclamo que ella tendría, estos serían ignorados por un: " Es que es hombre y pues así son".




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.