¿cuántos cigarrillos toma llamarla?

¿Cuántos cigarrillos toma llamarla?

Acelerar. Frenar. Subir y bajar cambios. Escuchar música. Mirar los espejos para confirmar que aún sigue atrás una moto roja. Seguirle el paso al de la moto azul que está aprendiendo a manejar. Pensar que estará haciendo ella. Qué habrá hecho estos meses que no le ha hablado. Reflexionar sobre cómo pudieron haberse dado las cosas. Querer volver a ella.

Era lo regular de ir manejando por carretera con dos amigos. Iban camino a Honda. Querían rodar por un largo tiempo. El de la moto roja había dejado a su novia hace poco y el Jhojan, llevaba unas semanas con la moto. Johnn, el pelado que le pareció buena idea rodar sin chaqueta con un sol picante, por carretera, con un tatuaje que se había hecho esa semana en el brazo, había sido dejado hace unos meses. Casi un año. Les pareció buena la idea de viajar, desde Bogotá hasta Honda. Aun la pensaba. Aún estaba allí. Aun la sentía como si fuera abrazado a él. Como si nunca se hubiera ido de su vida. Y es que, ¿sería posible hacerlo, algún día, sacarla por completo de su mente y corazón? La conclusión siempre era la misma. A que lo más probable era que no. Ella era de ese tipo de personas inolvidables, únicas, incomparables, con las que solo se coincide una vez en la vida.

En todo lugar, momento, circunstancia, evento, ella aparecía. Lo habían hecho todo. Era la primera y última en todo. Fue la primera a la que sintió que amo, y que lo amo a él. Mira adelante, Jhojan se está ahorillando. Están en La Vega y se detienen al lado derecho de la carretera camino a Villeta, sobre la berma.

-Echemos tinto. –dice el primero que freno.

-Si hágale, y descansamos un ratico. –confirma Johnn que se va bajando de la moto. El de la moto roja ya se está quitando el casco. Al otro lado de la vía quedaba una cafetería con mesas afuera. Pasaron uno a uno, Johnn fue el último que paso, se quedó prendiendo un cigarrillo.

- ¿Va a fumar? –le pregunto uno de sus amigos apenas paso. Ya habían pedido los tintos.

-Debería dejarlo marica. - Sonaba a ella, solo que cuando ella lo decía parecía más cantaleta, a una madre diciéndole a su hijo que no corriera tan rápido. Deberías dejarlo, amor. Ese sutil sonido en su cabeza, lo amargo. Sentía ganas de tirarse contra el siguiente auto que pasara.

-Un día de estos, no sea sapo. -Sus amigos negaron con la cabeza y se rieron.

-Eso saca uno por preocuparse por este hijueputa. –Decía el de la azul mientras se reía.

-Todo bien, esto no mata tanto. Fresco enano. –Llegaron los tintos. Con calma se los tomaron. No llevaban mucho de recorrido, pero llevaban rato sentados. Hablaron sobre la vía, de cómo se habían sentido. Acordaron seguir el mismo ritmo. Relajados, de paseo.

Al arrancar, Johnn aun la tenía en la cabeza. No pudo evitar lo que seguía. Mientras veía como la carretera empezaba a correr delante de él, de cómo su amigo avanzaba y su otro amigo lo seguía, iba recordando aquello que tanto le dolía. Esa tarde de enero. Cuando uno frente al otro se decían adiós. Ella rompiéndole el corazón a él, mientras también rompía el de ella. No sabían quién sería el primero en llorar, ni si alguno dejaría de hacerlo.

-Somos muy distintos. Hay cosas que no me gustan de ti, y sé que hay cosas que no te gustan de mí. –Hablaba ella la tarde que me dejaba. No pensé que esa discusión que teníamos llegaría a lo que llego.

-Sí, hay cosas que odio de ti, que me fastidian. –Era impredecible. Tenía días en los que me amaba, que me miraba como lo mejor que le ha pasado en mucho tiempo. Pero, tenía otros en los que me miraba como el sujeto más molesto con el que se ha juntado, del que se había enamorado.

- ¡Por eso! No deberíamos ser novios. No somos compatibles, Jonathan. –Estaba exaltada, pero a la vez tranquila. Me parecía tan obvio todo, y me preguntaba como ella no podía sentir también esa seguridad que crecía en mi interior. Quizá debí decirlo antes. Quizá, ella no sentía seguridad por mi manera de ser antes de ella. Quizás.

- ¡Si! Tienes toda la razón. En muchas cosas no somos compatibles. Pero son más las cosas que amo de ti, dejan atrás todo eso que rechazo de ti, porque jueputa, linda, te amo. Me siento cómodo contigo de una manera que no me es fácil explicar. Enserio me siento enamorado de ti. – No tenía dudas. De lo único que estuve seguro, es que la amaba, jueputa. Desde la primera vez que la bese supe que sería importante para mi vida.

- ¿Me amas? –Su mirada flaqueo. Sus labios temblaron un poco con la pregunta. Llevábamos poco más de un año como novios, y nunca le había dicho que la amaba. Quizá me falto decirlo antes. Pensé que con demostrarle como era con ella, por cómo me había cambiado, por cómo me sentía con ella, que era implícito el te amo. La amaba, y no he dejado de hacerlo, con todo lo que soy.

-Sí, estoy enamorado de ti, nunca me he enamorado de esta manera de alguien más, y es que como más podría justificar el como soy contigo. Soy una mierda de persona con todo el mundo, pero contigo no puedo serlo. Me nace ser quien soy contigo, y me siento bien con ello. Te presente a mi familia, haces parte de mi familia ya, mi mamá te adora, y yo me siento parte de la tuya. Sabes que tu papá es como un viejo amigo para mí, y tu mamá una segunda madre para mí. En verdad te amo cielo, amo estar a tu lado, amo quien soy contigo y quien eres conmigo. Pero … -Hice una pausa. No sé ni porque metí el pero allí. Me mirabas con amor de nuevo, estabas a punto de decirme algo a mí también. Jueputa, porque seré tan imbécil y me quise parecer el machito de que no me importaría al igual si salieras de mi vida, a sabiendas que eres la persona más importante en mi vida.



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En el texto hay: viaje, recuerdos, motocicletas

Editado: 15.10.2024

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