Cuarenta Semanas

SEMANA 25

Catherine

Mamá volvió a echar un vistazo al asado que se estaba cociendo en el horno para evitar que se quemase. Me recordó a las cenas familiares de Navidad. La diferencia se encontraba en que era verano y, digamos, que no tan familiar. Me aseguré de que el vestido de tirantes no dejaba ver más de lo que debería y acomodé mi cabello sobre los hombros. Patrick se había negado en un principio a cenar con nosotros, pero mi padre le amenazó con detener la paga en California.

Mi hermano no podía confesar que contaba con suficientes ahorros como para ser capaz de mantenerse por sí solo, por lo que asintió y se vistió de mala gana. El vestido rojo —bien llamativo—, era una pequeña prueba para ver si Dimitri era tan caballero como insinuaba.

Sé que era una estupidez, pero adoraba provocarle siempre que podía.

Bajé las escaleras con lentitud a pesar de que ya eran casi las nueve. Dimitri estaría aquí en cualquier momento. Patrick tomó asiento en la mesa y, cuando intentó pinchar en la gran ensalada, mi madre le golpeó la mano. Reí por lo bajo y caminé de un lado a otro de manera nerviosa. ¿Le caería bien a mis padres después de todo lo que hemos pasado? ¿Aceptarán nuestra relación? Todas aquellas preguntas se llevaban repitiendo en mi cabeza durante la última semana. Temía su reacción.

Alguien golpeó la puerta varias veces. Dirigí mi atención a esta y, antes de ser capaz de abandonar las escaleras para abrirla, mi padre ya se había adelantado.

¡Demonios, no!

Caminé tras sus pasos con rapidez mientras él le dejaba paso a Dimitri. Intenté mirar al exterior por encima de su hombro, no obstante, debido a que yo era tan baja, y mi padre tan alto, no lograba divisar nada más allá de sus hombros.

—Dimitri Ivanov, ¿cierto? —la voz gélida de mi padre me provocó escalofríos—. Soy Dante Miller.

Extendió una mano y resoplé. Casi nadie le llamaba de esa manera, pues su abreviatura era Dan y Dante sonaba demasiado formal. Aunque, teniendo en cuenta la situación en la que nos encontrábamos, quizá esa era la mejor forma de comenzar. No había confianza entre Dimitri y mi familia, y hubieran rechazado la propuesta si supieran lo que sucedió en la pelea.

—Un placer conocerle al fin, señor —Dimitri estrechó su mano.

Supe que mi padre estaba ejerciendo más presión de la que debería con ese apretón ya que sus nudillos se pusieron blancos.

—Ya me gustaría decir lo mismo —respondió mi padre.

—Vale, de acuerdo. Papá, por favor —me interpuse entre ambos con una sonrisa.

Dimitri humedeció sus labios antes de agachar su rostro hacia mi posición. Recorrió con la mirada aquel modelito que llevaba puesto antes de reprimir una sonrisa. Tuve que aguantar la risa tras recordar nuestro pequeño pero infantil trato que hicimos hace un par de días:

Terminé de secar mi cabello con la toalla antes de adentrarme en su habitación. La casa de Dimitri había regresado a la normalidad tras reparar el mobiliario. Él no quiso que colaborase con la limpieza ya que era extremadamente peligroso para mi embarazo. Puse los ojos en blanco al recordar sus palabras tan exageradas y le observé trabajar desde la silla de su escritorio. Coloqué las manos en sus hombros y recorrí el contorno de estos con la yema de los dedos, acariciándolos.

—No me distraigas —murmuró al sentir mi tacto—. Tengo que terminar este papeleo para mañana si quiero asistir a la cena, Cathy.

—Vamos, llevas todo el día frente a la pantalla —aproximé mis labios a su cuello.

Comencé a recorrer su garganta con mi boca.

En respuesta, Dimitri no hizo más que exhalar un pesado suspiro y me miró con una cara poco amigable. No obstante, mantuvo esa sonrisa de satisfacción en todo momento. Señaló a la gran cantidad de números que había en la pantalla y dijo:

—Catherine, por favor —a pesar de los hechos, se las apañó para deslizar una mano bajo la tela del vestido.

Recorrió mis caderas y glúteos con las manos antes de sentarme en su regazo. Creyendo que podría besarle de una vez por todas, me apartó hacia un lado con suavidad, quitando sus manos de mi cuerpo al mismo tiempo, y extendió los brazos para seguir tecleando. Fruncí el ceño y me crucé de brazos. No buscaba sexo, nada de eso. Tan solo necesitaba un poco de sus mimos. Era lo único que quería en estos momentos.

Descansé mi cabeza sobre su hombro. Noté su mandíbula tensa y uno de sus brazos se deslizó en torno mi cintura para evitar así que me deslizara hacia el suelo. Suspiré su aroma durante unos minutos, al menos, hasta que me alzó entre sus brazos.

—¡Cuidado, Dimitri! —grité entre risas—. Ya no estás cargando el mismo peso. ¿Sabes que he engordado casi dos kilos en las últimas dos semanas? A este ritmo no podré caminar.

—¿A quién le importa? Sigues igual de preciosa —bajó sus labios hasta los míos.

Respondí a su beso con la misma pasión que la suya y anudé mis brazos alrededor de su cuello. Me mantuvo alzada durante tanto tiempo que no comprendí por qué motivo no se cansaba. Antes de percatarme de lo siguiente, mi espalda ya rozaba las sábanas de la cama. Apoyé la cabeza contra la cabecera y le miré.

—Tu capacidad para distraerme es impresionante, Cathy —dijo sobre mis labios.

—¿Crees que eres el único al que le pasa? —acaricié su pecho desnudo—. Deberíamos ponernos algunas limitaciones, no podemos pasar las veinticuatro horas del día en la cama.

—¡Ja! Serías incapaz de resistirte a mis encantos durante más de veinte minutos.

Indignada, le empujé para que se quitara de encima y me senté frente a él. No podía creer lo que estaba insinuando. ¿Pensaba que estaba obsesionada con él, o qué? Asentí levemente, dispuesta a alzar mi orgullo y esbocé una amplia sonrisa.

—Creo que ese término sería más aplicable a tu caso que al mío.

—Te equivocas, querida —de un tirón, consiguió quitarme el tirante del hombro derecho—. Si estás tan confiada, entonces, ¿por qué no hacemos un pequeño trato? —hizo una pausa, esperando a que yo asintiera de nuevo—. El primero que consiga desnudar al otro, gana. Y el perdedor, tendrá que cumplir todo lo que el otro desee durante un día.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.