Cuéntame una historia

9.

"Flynn no se quedó con la corona."

 

Capítulo 09.

No dormí como quise.

Permanecí despierta lo que restaba de la noche y casi toda la madrugada, ahora me molestaba la luz solar y saber que debía de estar despierta cuando ni siquiera dormí.

Bebo una gran taza de café amargo, carraspeo. Con ese sabor en la boca sí estaré despierta. Suspiro y coloco la taza en el fregadero, estuve a punto de irme pero luego recordé que a ella no le gusta que deje trastes sucios ahí, me devuelvo y la lavo para después guardarla.

Trago saliva, observando la foto que hay en el refrigerador, Noah tiene una cámara instantánea, y suele fotografiar todo la mayoría del tiempo, en especial cuando está feliz. En la foto adelante estoy yo durmiendo en el sofá con una revista en el pecho y la cabeza de lado, se halla a color, por lo que se nota mi pijama de calaveras.

Recuerdo ese día, fue al comienzo de todo, cuando empezaba a familiarizarme con el departamento e intentaba acomodarme como si fuese mi hogar.

Sonrío colocando los dedos en la pequeña y corrida letra de ella que tiene escrita más debajo de la foto, "mejor amiga" junto con un corazón. Mis ojos van a otra foto, en esta estoy raramente despierta y por sorpresa sonrío a la foto, y más inusual aun, soy la que tira la foto.

Recuerdo ese día, la encontré tirada en el suelo, el departamento a oscuras y las ventanas cerradas, algo que me pareció extraño porque Noah odia la oscuridad. Sin embargo, ese día fue parte de ella.

Hago memoria, también la recuerdo escucharla contarme que tuvo un mal día, estaba tan triste, lo único que pensé para hacerla sentir mejor fue en la cámara. Amaba esa cámara y le tenía un gran cariño a esa cosa. Me levanté y se la extendí, pero no la tomó.

Entonces le propuse ver una película de terror, le encantan. A mí no, pero lo propuse porque sabía que le encantaba, después de segundos de convencerla logré que aceptara, cuando finalmente la noté con ánimos, le dije que sonriera y tomé la foto.

En ella salimos las dos tiradas en el suelo, nuestros cabellos se unían y se veían como un nido de aves. Yo sonría abiertamente y ella sacaba la lengua mientras hace la seña de paz con los dedos.

Exhalo, debajo de la foto dice "eres mi rayo de luz" junto con el nombre de cada una en el borde.

Dejo de sonreír, memorizando la oración.

Eres mi rayo de luz...

Doy pasos atrás, afectada, lagrimeando y gimiendo porque él decía eso.

"Eres un rayo de luz, Arlene."

Con la mano en el pecho corro hacia mi habitación, ni bien cierro la puerta suelto un grito de dolor, como si estuviera quemándome en carne viva. Pero no era así, estaba bien.

Me acuclillo cerrando los ojos, me duelen de tanto llorar. De tanto estar despierta.

Eliot, tú eras un rayo de luz y merecías más.

Me arrastro como puedo hacia la cama, quedo pausada mirando la puerta, por instantes llegan recuerdos en donde estamos él y yo. De tantos recuerdos mi mente trae en especial el día que nos conocimos.

Fue un horrible día hasta que lo encontré a él.

Agacho la mirada haciéndome ovillo en la cama, no podría creer lo que había pasado, no podía y no quería asimilarlo. Aun lo necesito.

Gimoteo, mi cuerpo sacudiéndose en cada llanto y gemido. Me espanto cuando siento caricias en mi cabello, sin embargo, no me alejo. Solo me permito deshacerme de nuevo, me permito romper en llanto.

Llorar por él porque no lo hice lo suficiente.

Sostengo mi estomago como si esta me doliera, quiero dejar de sentirme así pero ni siquiera sé cómo dejar de hacerlo. ¿Cómo dejar de sentir algo que ni siquiera sabes cuándo comenzaste a sentirlo? 

Giro el rostro hacia la persona, al mirarla Noah me sonríe, una sonrisa pequeña y amable. Me alejo rápido levantándome de la cama, limpio mis mejillas e inhalo profundo. Ella se para de la cama y se queda en un lugar, no intenta acercarse y se lo agradezco.

Carraspeo, mi pecho subiendo y bajando. Miro el cuarto, buscando entre el desastre el papel, doy con el por lo que corro y lo busco. Estando en mi mano, lo desdoblo e intento leerlo. Aclaro mi garganta.

Alzo la vista para mirar su rostro confundido, con los ojos apenados y llorosos.

—Yo... —intento hablar, en cambio, mi voz sale entrecortada y baja—, no dormí pensando en todas las cosas que decirte para que me perdones —la ojeo, vuelvo la vista al papel—. Escribí toda la noche y madrugada, pero al final parecen líneas sin sentidos que una disculpa.

Muerdo mi labio sintiendo estos resecos, miro el papel. No alzo la vista cuando escucho sus pasos acercarse, solo intento controlar mis nervios, cosa que es casi imposible porque más de una vez el papel se me ha caído por el temblor de mis manos.

>> Noah —comienzo a relatar, achinando los ojos ante mi fea letra, cuando finalmente comprendo lo que dice empiezo a hablar—. Leí por ahí que escribir lo que sientes es una buena forma de dejar ir todo, de hacer que te sientes mejor, así que aquí estoy, escribiendo lo que debería de decirte a la cara... —resoplo—. ¿Qué demonios dice aquí?

Alzo la cabeza al escucharla reír, aplano mis labios mirándola, un poco relajada. Espero que termine, ella se acerca y toma mi mano.

La que tiene la carta y la toma.

—Quisiera decirte que lamento todas las veces que me he comportado como una perra, una mala amiga —continúa, rasco mi brazo sin dejar de estar a la mira, sus ojos se mueven enardecidos mientras lee el pedazo de papel amarillo y arrugado—, sé que no soy fácil de entender, de ayudar, de querer. Soy un millón de problemas en tamaño mediano. No sabes ni la mitad de las cosas de mí, no sabes cómo soy realmente cuando estoy sola y los pensamientos me quieren comer viva, no sabes cómo soy cuando intento dar lo mejor de mí e ingenuamente creo conseguirlo para después caer en un lodazal de decepción hecho a mi medida.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.