Cuéntame una historia

11.

"Ana y Elsa."

Capítulo 11.

Necesitaba tiempo.

En este caso lo que quería no debe de importar, pero necesitaba tiempo.

Tengo que hablar con Smith y explicarle que no vendré a trabajar por unos días, tal vez deberá contratar a otra chica.

Le dije a Stan que nos fuéramos al día siguiente, por eso, a primera hora de la mañana me encontraba de camino a mi trabajo con Noah acompañándome en la camioneta de su primo.

Suspiro, ¿cómo pasaba de sentirme lo mínimamente bien a desolada en cuestión de segundos?

En este caso, en cuestión de palabras.

No sé por qué me sorprende el cambio tan brusco en estos momentos, yo más que nadie debería de saber que lo que me hace "feliz" es temporal. Instantáneo, efímero.

¿Conoces lo que es eso, Arlene? ¿O solo lo confundes con breves instantes de felicidad? Para ti nada es eterno, cariño, solo el dolor, la tristeza y la soledad. Al final del día estas completa y absolutamente sola.

Trago saliva con los ojos llorosos. Cuánta razón tienen esas palabras.

Tu mente podrá ser tu peor enemigo, pese a eso, es la única que se queda contigo cuando todos parecen irse. A pesar de que esta no te ayudará como quieres, está ahí. Y es bueno, porque lo que el ser humano quiere cuando el día se acaba, es no quedar solo consigo mismo.

Ya es mucho soportarse por tanto tiempo, llega un momento que hasta te cansas de ti, de ser tú, y necesitas que alguien más te ayude con la carga de caerte bien contigo mismo cuando claramente esa carga la tienes que llevar por ti solo.

Eres una carga enorme, Arlene. Eres demasiado incluso para ti misma.

—Iré contigo —sigue con lo mismo.

Carraspeo buscando mi voz, paso mis manos por la cara limpiándome disimuladamente.

—Noah, no. ¿Y qué te hiciste en el cabello? —frunzo los labios, ya no lo tiene largo.

Ahora lo tiene cortado, por el cuello, con algunos mechones negros entre sus risos. Pestañeo varias veces al percibir mi vista nublarse un segundo, seguramente es una lagaña.

—Sí —señala Clint, parece un niño pequeño ahí atrás—. ¿Están cerrando ciclos al mismo tiempo? Que vintage.

Frunzo los labios, mirándolo confusa y entretenida. Rasco mi cabeza unos momentos pensando en lo que dijo, lo cual no tiene tanta importancia.

—¿Enserio lo acabas de decir? —interroga la rubia con una mueca de desagrado—. Ya nadie usa esa expresión, y sí, Clint. Estoy cerrando el ciclo de que mi primo duerme en mi sofá y lo deja con un horrible olor a pedo.

—Agradezco que me hicieras la invitación de quedarme, primita —le agarra la mejilla, ella bufa irritada—. Sé que dejar a tu primo a la suerte no sería cosa de ti, eres demasiado buena persona para hacer eso.

Rio, está intentando manipularla o algo así. Suelto aire fijando la vista al frente mientras escucho su discusión.

—Claro que no le diría a mi primo que se fuera de mi departamento porque no lo soporto y el lugar es muy pequeño —rueda los ojos, con una sonrisa en los labios—. Eso no sería cosa de mí.

Aplaudo riendo. Se trataban como perro y gato, pero se querían de una manera genuina.

Parecían hermanos, se parecen físicamente, solo debemos de ponerle ojos azules a Clint y fingir que tiene el cabello rubio, y todo listo.

—Me habría encantado tener un hermano o hermana con quien pelear, como lo hacen ustedes dos —exhalo, imaginando eso por unos segundos.

Frunzo los labios cuando noto a Clint ponerse detrás de mí y apoyar los brazos del asiento.

Susurra en mi oído:

—No puedo decirte que puedes verme como un hermano porque eso no es lo quiero, además de que los hermanos no se besan en la boca —me tenso, ojeo a Noah que nos mira curiosa, le sonrío levemente para hacerle ver que no pasa nada—. Pero tienes a Noah —señala, ahora hablando para todos, volviendo a acomodarse en su lugar—. Ustedes dos son como Ana y Elsa, apoyándose en todas las mierdas posibles y teniendo discusiones en frente de personas que no deben.

—Como contigo —saco a conclusión, él asiente.

Sonrío mirándola, ella me devuelve la sonrisa con una más suave y expresiva. Los ojos le brillan un poco, de verdad luce hermosa con ese cambio. No le queda mal, le habría dicho desde antes que se cortara el pelo.

Extiendo la mano y la toma, ella la acaricia con los dedos. Alzo la vista para, por el espejo, ver a Clint mirando la unión de nuestras manos.

Él siente mi mirada, por lo que alza la vista. Parece ver hasta mi alma con ese vistazo, sin embargo, solo sonríe y me guiña el ojo.

Para luego tirarme un beso.

Bajo la vista mordiendo mi labio inferior, había dicho que respetaba mi decisión, pero seguía haciendo bromas y mandando indirectas.

Maldito Flynn.

—Iré contigo —por amor a Dios, resoplo acotejándome en mi lugar—. ¡No entiendo por qué no quieres que vayas!

—No voy a discutir contigo mientras manejas, puedes hacer que choquemos fácilmente —señalo al frente—. Semáforo en rojo.

Noah baja la velocidad y resopla, estando parados esperando que cambie, gira a mi encuentro. La miro apoyando la cabeza en la ventana.

Casi llegamos.

—No hagas eso —me pide, relamo mis labios.

—¿Hacer qué? —murmuro desviando la mirada hacia la ventanilla.

El cielo estaba nublado, lloverá en cualquier momento.

—Alejarme —volteo la cabeza, con los labios entreabiertos y la mirada decaída. Noah vuelve a manejar después del semáforo cambiar—. Te dije que estaría aquí siempre, eso incluye cuando las malas noticias llegan. Por favor, no me alejes justo ahora que me necesitas, por favor.

Guardo silencio, Clint carraspea desde atrás. Inhalo ignorando todo, pensando qué decirle.

No es que no quiera que venga conmigo, porque de verdad la necesito justo ahora.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.