Cuéntame una historia

II.

 Parte dos.

 

Capítulo 11.

Exhalo caminando afuera del local, la misma brisa fría que lleva soplando desde la mañana me da en el rostro, me abrazo de nuevo a mi chaqueta y camino hacia Noah. Buscándola con la mirada, sonrío enérgica cuando la encuentro.

Me detengo al notar que habla con alguien.

—¿Noah? —me acerco insegura, ella gira el rostro y cuerpo, dejándome ver a la persona con quien habla—. Randall.

Él sonríe, acercándose, Noah me da una mirada nerviosa y rápida antes de aproximarse a mí también. Me enserio, no me gusta que estén solos.

Ese chico me da mala espina. No me agrada.

Llevo mis manos a mi chaqueta, carraspeando, fijo la mirada en el hombre delante de mí, quien permanece con una sonrisa burlona. Como si estuviera viendo a un payaso haciendo su peor acto.

Joder, es tan molesto e irritante. No me cae bien, todo él denota egocentrismo y superioridad. 

Siento que se cree mejor que todos, que los demás son nada comparado con él. 

Y las personas así las quiero a dos metros de distancia o incluso más.  

—Arlene, estaba buscándote —informa, me cruzo de brazos.

—Pues ya me encontró, ¿qué quiere? —respondo de mala gana, carraspea, ojeo a Noah.

Permanece en un solo lugar y en silencio, no queriendo entrometerse. Trago saliva disimuladamente, es raro que no quiera interceder, con Garret lo hizo.

Analizo el estacionamiento, algunos autos siguen aquí y otros ya están siendo abarcados por sus dueños. Hago una mueca inquieta, lo miro de arriba abajo quedando en su vestimenta. Una camiseta manga larga del mismo color de los ojos de Clint, o sea, verde oliva. Solo que su camiseta es más oscura, lleva el cabello castaño totalmente desordenado y las cejas fruncidas, como si estuviera siempre enojado. 

Los labios presionados, formando una línea apenas visibles con ellos. Su rostro no me desagrada, puedo pensar que es lindo sin la necesidad de querer golpearlo.

—Encontramos más pruebas referentes al caso, necesito que pases por el departamento de policía, tenemos más preguntas para ti. 

Y como habla, joder, lo detesto. Habla como si fuera mi superior, de forma autoritaria y mandona. Ni siquiera lo he escuchado decir por favor o gracias alguna maldita vez.

Hago una mueca mirándolo,  trago en seco al percibir mi cuerpo tenso y mi desagrado hacia su persona aumentar.

—¿Más preguntas? Ya he respondido y dicho todo lo que sé, yo no hice nada —le digo con lentitud, tal vez así entienda.

Randall ladea la cabeza sin quitar la sonrisa ladina, causando que sus cabellos se remuevan de su lugar y le den un aspecto de chico malo. Y con esa mirada aburrida y pesada hacia todos, podría decirse que lo es.

—Entonces no tendrás problemas en ir —niego dejando caer mis brazos a los lados.

—No puedo —relamo mis labios, esquivando sus ojos.

Es raro verlos, son tan lindos y escalofriantes. La sensación que provocan en mí cuando me mira de ese modo tan fijo y molesto, es simplemente escalofríos puros.  

Lo escucho gruñir, dirijo la mirada a su persona saliendo del embobamiento que provocan sus ojos.

—¿Por qué no? —se acerca a paso lento, de una forma irritablemente intimidante.

Esta vez sin sonrisas irónicas y ladinas. Cosa que aumenta mis nervios de algún modo. Pese a que me sentía como una presa y el cazador, no me alejé ni mostré que su cercanía tiene cierto poder en mí.

Jamás vuelvo a mostrarle miedo a los que me quieren joder.  

—Saldré unos días.

—Sabes que no puedes salir de la ciudad —asiento, tuerzo los labios.

—Sí, lo sé. No saldré de la ciudad, visitaré a mi madre. Vive a una tres o cuatro horas de aquí, no estoy segura —alzo los hombros, achino los ojos a su dirección—, eso no significa que saldré de la ciudad.

No parece importarle, de repente se queda mirándome más que fijamente, segundos después alza los hombros y muerde su labio inferior. Frunzo las cejas ante la actitud que adopta hacia mis palabras.

Carraspeo cruzándome de brazos.

—No, pero sigues siendo sospechosa. Pasa por el departamento antes de irte —da la última palabra, resoplo acercándome a Noah, cuando iba a hablarle su voz hace que alce la mirada para verlo—. Por cierto, lindo color —señala mi pelo. 

Tenso la mandíbula, él finalmente se va dejándonos solas, Noah se abraza a mi cuerpo mientras sigo a Randall con la mirada. Acaba de subirse a su auto, lo enciende y antes de irse, me da una última ojeada, posteriormente sonríe.

Dejo escapar el aire retenido para abrazarla, está temblando. Y por consiguiente yo tiemblo, pero más de alivio, si eso es posible.

No aguanto tener a ese hombre cerca de mí. 

—Lo siento —murmura—, quise hablar con él antes de que lo haga contigo, no quería que arruinara tu día —suspiro, ya estaba arruinado de todas formas.

—Descuida, todo bien —me separo, apoyo mis manos en sus hombros mientras la miro, entonces hago contacto con su cabello. Hago una mueca, quería preguntarle, pero no era el momento, ni el lugar—. Mejor vámonos, de camino me dejan en la policía y luego ustedes se van al departamento. Seguramente Stan estará esperándonos.

Reniega, moviendo la cabeza de un lado a otro, sus cabellos haciendo contacto con sus mejillas cuando decide terminar. Llevo mis dedos a estos y los acaricio, sintiendo la suavidad en las yemas de mis dedos.

—Ni hablar, no te dejaremos sola ahí. Iremos contigo y vendremos contigo, no acepto un no como respuesta —acusa sin darme oportunidad de negarme.

No tengo de otra que aceptar, miro todo el estacionamiento quedándome por ultimo mirando al cielo, acaba de tornarse más oscuro. Como si estuviera anocheciendo cuando apenas es de mañana, ni siquiera es medio día. 




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