Cuéntame una historia

16.

"Poesía".


Capítulo 16.

Mentalmente cansada, físicamente igual.

Emocionalmente hecha mierda.

Entro a la casa luego de cerrar la puerta, pego la espalda a está, agotada de alguna manera. La caja en mis manos, el nudo en mi garganta, mis ojos dolidos.

Estoy tan harta de todo.

Tan cansada.

Solo quiero dormir por al menos mil años, e incluso en algo tan sencillo como eso, fracaso. 

Mierda, ¿dónde están mis emociones?

¿Qué esta mal conmigo?

—Arlene —mencionan entre la oscuridad de la sala, suspiro alzando la vista.

Trago saliva tomando una larga respiración antes de dirigirme a él. 

Mi cuerpo se había relajado con solo escucharlo, pero entonces noté la mirada dura y distante, y toda calma se fue.

Su cuerpo lo mantiene rígido, alejado de mí, cosa que me desconcierta. Los brazos los tiene cruzados debajo de ese suéter gris acompañado con unos jeans y chanclas, muerdo mi labio.

—He tenido un día de mierda —murmuro a duras penas, relamo mis labios bajando la vista a la caja—, solo quiero un abrazo, Clint.

—También he tenido un día de mierda —lo ojeo sorprendida, poso mi mirada cristalizada en su rostro.

El cual demuestra dolor expresivamente, me deja confundida tal cosa. Por lo tanto, ni siquiera sé cómo reaccionar al verlo de esa forma, es la primera vez que lo noto tan dolido en base a algo que ni siquiera sé

>> Y lo que me ha jodido más es escucharte decir que me dejarías sin pensarlo, en un latido, si así Noah lo quiere —contengo el aliento, niego lentamente, arrepentida. Clint baja la vista al suelo luego de retorcer el labio en una mueca triste—. Si ella te hubiera dicho que te alejes de mí, ¿lo habrías hecho? 

—Clint... —trato de hablar.

—¿Sin pensar en un jodido segundo en lo que yo vaya a sentir? —comienza a acercarse, muerdo mi mejilla.

—Yo no...

—Solo confírmame lo obvio, Arlene, preferirías perderme a mí antes que ella. Dilo, pero esta vez, dímelo a mí —exige entre su tono pausado y roto.

Tenso mis hombros, aprieto mis dedos en la caja comenzando a respirar forzadamente. La presión en mi pecho aumenta de a poco mientras lágrimas retenidas quieren salir.

Reconozco esa sensación.

Era esa sensación de miedo a perderlo a él también. 

Con poca seguridad, doy pasos a su cuerpo. Clint suelta aire de forma discreta, pese a eso, su cuerpo tiembla un poco luego de esa acción, sus ojos brillosos buscan algo en mis ojos que no soy capaz de decirle de frente. Mis labios tiemblan nerviosos al mirar los suyos que acaba de humedecer con su lengua.

La oscuridad de la sala siendo testigos de dos almas arruinadas, acabándose de romper.

 —Por favor, no me dejes —digo en un sollozo.

Clint me analiza, instantes después su cuerpo se relaja y sus brazos me envuelven entre su colonia y su calor corporal. La caja cae a mis pies regando todo de su interior, sin embargo, poco me importa ya que coloco mis manos en sus hombros mientras mis pies los alzo en puntillas para poder abrazarlo como quiero. 

Aspiro su olor cerrando los ojos en el proceso, nuestras respiraciones aceleradas junto con el sube y baja de nuestros pechos uniéndose, duramos varios minutos abrazados. 

Pensando en silencio cosas que no tenemos la valentía de decirnos.

Mis manos arrugan su suéter debido a que me aferro a él en ese abrazo. La tela de esta hace cosquillas en mi mejilla, a pesar de alzarme, la diferencia de altura es notable aún.

Ven conmigo, te voy hacer el amor, el café y la vida. Sin importar el orden —entierro mi cara en su cuello incapaz de detener la sonrisa que se forma en mis labios.

Lo bueno de estar con Clint es que cuando creo estar ahogándome, él llega a rescatarme.

Elena Poe —comento alejándome, posando mis manos en sus caderas—. Es una de sus frases —sonrío acercándome a su rostro, él cierra los ojos al momento en que rozo mi nariz con la suya.

Clint coloca sus manos en mi cintura y comienza a balancearme de un lado a otro sin darse cuenta, como si estuviéramos bailando, suelto una risilla por el movimiento de su parte.

>> No me interesan las cosas a medias, ni las personas que quieren de vez en cuando. Vacío ya tengo mucho, fantasmas también —abro los ojos para observarlo, sus pupilas están un poco dilatadas y sus labios se esbozan en una sonrisa que provoca que frunce el ceño—. Reconozco esa sonrisa.

—Lo siento, me excita escucharte hablar en español —muerde su labio, suelto una carcajada siguiendo su baile—. Y me encanta escucharte recitándome poesía.

Esta vez, la carcajada que se me escapa es bastante alta y estruendosa por su comentario. Sus manos se aferran a mis caderas y en un segundo, toma mi mano para darme un giro y luego empujarme hacia él. Trago en seco ante la cercanía, retengo el aliento sintiendo mi piel calentarse ante su tacto y el contacto visual entre ambos.

Clint me sonríe.

Yo pestañeo.

—No te estoy recitando poesía —dejo en claro.

Finge un puchero triste, ladeo la cabeza. Aprieto mis labios esperando uno de sus comentarios, paso mis manos por su cuello aferrándome a él. Mi respiración se vuelve lenta cuando él termina la distancia y de forma cruel acaricia su labio con los míos.

 Suelto un suspiro.

—¿Entonces esas palabras no son para mí? Porque a mí no me importaría hacerte el amor, el café y la vida. Precisamente en ese orden —entreabro los labios para decir algo.

No obstante, los suyos me callan por completo. El beso es lento, muy diferente a los tantos que nos hemos dados, sus manos recorren mi espalda que se encuentra un tanto descubierta por el top deportivo, la piel de sus dedos acariciando la mía enviando toques eléctricos y erizando mi piel.




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