Cuéntame una historia

17.

Aviso: capítulo largo.

 

"There is no ending

There is no peace..."

 

Capítulo 17.

En el segundo en que mi mente no formó parte de mis movimientos corporales, supe que las cosas se iban a joder. Por eso mismo me alejé.

Caminaba, o mas bien vagaba por la calle mientras iba por mi tercer cigarrillo. No paraba de fumar.

No podía.

Los dedos me tiemblan, mi cuerpo por igual, de mi boca sale humo y de mis ojos una que otra lagrimita. 

Suelto un suspiro, mirando el puente como si fuese un ángel, la salvación que tanto he buscado.

Camino decidida hacia allí, estando cerca, coloco los brazos en el barandal y miro hacia el vacío.

Llevo mis dedos a mis labios y doy otra calada.

—¿Puedes escucharme ahora? —no recibo respuesta, alzo los hombros—. Bueno, no importa, fingiré que estás a mi lado fumándote uno conmigo —giro a mi derecha delineando una sonrisa mientras lo imagino observarme con seriedad por estar tomándome algo así como una broma—, recordé haberte prometido algo, y la verdad es que no creo poder cumplirlo —hago una mueca—. No me quedan fuerzas para seguir intentándolo, y tú sabes que soy más de huir. Siempre ha sido así —muerdo mi labio, balanceando mi cuerpo de forma leve—, te echo de menos cuando estoy triste —murmuro, limpiando mis mejillas—, solías estar ahí para hacerme reír, es comprensible que haya perdido mi risa si te perdí a ti.

Una brisa sopla fuertemente, desarreglando mi cabello y por consiguiente molestándome. Exhalo terminándome el cigarro para buscarme otro, por suerte pude comprar varios luego de pedirle dinero a mi madre  y echarme a correr en busca de un taxi.

Quiero desaparecer.

>> Me pregunto... si estuvieras vivo, ¿cómo serían las cosas entre tú y yo?  ¿Seguiríamos siendo amigos? —me veo a mí misma confundida por esa pregunta, ¿por qué no lo seguiríamos siendo?—, en fin —remuevo mi cabeza queriendo dejar la melancolía—. Estoy cansada. Muy cansada —carcajeo dando otra calada.

Quedo mirando el humo desaparecer y luego mi risa también, quedo en blanco unos segundos hasta que Clint se cuela en mi mente. 

¿De qué sirve seguir con lo que tenemos cuando evidentemente no tiene futuro?

Yo no tengo futuro.

Lo llevo pensando desde que venía en el taxi, cuando salí corriendo él se había devuelto para decirme algo, tal vez se le había olvidado alguna cosa.

No me detuve, lo escuché llamarme y venir atrás de mí desesperado. Y a pesar de que sé que eso le dolió, yo no me detuve. 

Miro hacia al frente, la nada que tengo adelante se roba una de mis sonrisas forzadas.

Clint... 

No puedo evitar sonreír cuando pienso en él.

—Ladrón de pacotilla, que mala suerte tienes —comento para mí, me giro apoyando mi espalda del barandal de cemento del puente—. Quisiste robar mi bolso y terminaste robando algo más.

Muerdo mi labio, recordando los besos que me robaba, las sonrisas por igual.

Agacho la mirada, la emoción que tengo por estar pensándolo va desapareciendo de a poco.

Perdón, Clint, te llamé egoísta cuando la única que piensa en sí misma soy yo.

¿Estaba enamorada de él? ¿Lo amo? 

Creo que si amas a alguien ni siquiera te cuestionas tal cosa.

Pero hay tantas maneras de amar, tantas formas de enamorarse, tantas maneras de demostrarlo.

Quizás si yo fuera más valiente, hubiéramos tenido un para siempre juntos.

Y no evito sentirme mal porque es así, yo no soy valiente. Si lo fuera estaría al lado del chico que me gusta, del que chico que estoy enamorada. Y no lo habría dejado solo, gritando mi nombre mientras me escapaba. 

El amor es solo para valiente, por eso no soy merecedora de tal cosa.

Frunzo los labios al sentir algo vibrar en mi cuerpo.

—¿Qué carajo? —gruño buscando lo que vibra, saco del bolsillo de mi chaqueta un celular que vibra mientras se ve un mensaje en la pantalla, hago una mueca desconcertante—. ¿Cómo es que no noté que estabas ahí? —abro el mensaje—, y sí, Eliot, todavía guardo tu chaqueta. Es lo único que tengo de ti —alzo los hombros importándome poco si alguien logra verme hablar sola y cree que soy loca.

Aunque, a juzgar por lo solitario que se ve esto por aquí, dudo mucho que alguien me vea. Mis hombros caen al notar el mensaje, trago saliva.

Relamo mis secos labios y procedo a escuchar el audio del número desconocido, al reconocer la voz todo mi cuerpo se paraliza y el tiempo parece detenerse justo ahora.

Es Clint. 

—Justo ahora te veo dormir —comienza el audio, a lo que frunzo el ceño, no entiendo. 

>> Eres un ángel durmiendo, por mas cliché que suene. A pesar de tu aspecto desastroso y tu mano vendada, que por cierto, lo hice yo, eh. Para que no digas que no te quiero, porque te quiero, Arlene —mi corazón da un vuelvo.

Creía que su primer "te quiero" fue esa noche cuando me lo dijo frente a frente, pero no, si mi memoria no me falla, entonces sería antes.

En el momento que graba yo estaba durmiendo, creo incluso que no habíamos tenido esa conversación en la habitación. Pego el teléfono a mi oreja sonriendo, con las mejillas húmedas y en mis dedos el cigarro humeando.

>> Eres un desastre ebria, el desastre más tonto y romántico que he conocido —hace una pausa, como si estuviera pensando lo que quiere decir, su voz tiembla un poco y su respiración es apresurada—. Luego de que te durmieras en mi brazos y me hicieras el hombre más feliz con ese simple gesto, no pude seguir durmiendo, a pesar de que sí tenía la motivación —carcajea en un tono coqueto.

Miro a los lados, chequeando que alguien no este observándome, trago saliva soltando un suspiro penoso, escucharlo me hacía bien justo ahora, ¿por qué? El audio sigue, su voz rasposa y cansada del otro lado.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.