Cuéntame una historia

18.

"Loving you is a losing game".

Aviso: capítulo largo.

Capítulo 18.

Noah.

Ella volverá.

Siempre lo hace.

Después de huir, porque eso es lo que hace, vuelve. Vuelve como si nada hubiera pasado, como si no había durado horas fuera de casa, o incluso días.

La primera vez que lo hizo estuve a punto de llamar a la policía pensando que la habían secuestrado o algo parecido, cuando regresó no me dio explicación alguna, se encerró en su habitación y solo salió cuando le apetecía comer algo.

Por supuesto, comencé a preocuparme, era mi compañera de piso que pronto comencé a considerar como mi mejor amiga, a pesar de que apenas hablábamos en ese departamento pequeño, empecé a sentirla así.

Por esa razón intentaba hablarle cuando se iba, para tratar de conseguir una respuesta a esas desapariciones repentinas.

Y como siempre nunca respondió.

Y yo me cansé de esperar respuesta.

Así que cuando salió de casa después de haber discutido en su cuarto, solo esperé. Con los nervios en cada punta de mi ser, esperé hasta que llegara para no recibir una respuesta. Entonces discutimos y fue mi turno de escaparme.

Esa tarde me prometí no preocuparme por sus huidas, por sus escapes y demás.

Comprendí finalmente que no lo vale.

Como tampoco vale estar inquieta justo ahora por su escape tan dramático.

—Volverá —le aseguro por quinta vez.

Termino de limpiar el apartamento dejando la cubeta llena de agua sucia a un lado, le sonrío. La ropa pasó a segundo plano con lo sucedido, pese a eso, un policía nos acompañó y se la llevó consigo.

Esperaba que esto fuera suficiente para sacarla de ese lío. 

—¡¿Cómo lo sabes?! Ya no me contesta el puto celular —refunfuña entre dientes, ruedo los ojos soltando un sonoro suspiro.

—Es lo que hace, se pierde por unas horas o días —gira a verme preocupado y sorprendido por saber de dicha noticia, con los ojos abiertos como si le estuviera contando una inhumanidad. Oculta una mueca—. Cuando su vida parece agarrarla por el cuello y ahorcarla, se escapa de sus manos y se pierde. Vuelve cuando cree que todo está bien, lo cual nunca es así, como habrás notado.

Pestañeo, comienzo a caminar hacia el baño en busca de detergente y cubetas para limpiar en la cocina, tanto polvo y el olor a este comienza a molestarme, incluso a causarme alergias. 

—¿Por qué estas tan tranquila? ¿Nunca te preguntaste a dónde va? ¿Qué hace en todo ese tiempo? —cuestiona entre su histeria y preocupación.

Me detengo en seco, con las cejas fruncidas por su actitud. Sé que se hicieron cercanos estos días, pero su preocupación es demasiada.

Clint, al notar que me le quedé mirando raro, traga saliva para luego volver a tratar de llamar. Asumo eso como una actitud defensiva, como si quisiera ocultar algo, achino los ojos a su dirección.

—Claro que lo hice —respondo a su pregunta luego de pensar de más—, perdí horas de sueño, me comía las uñas pensando lo peor, limpiaba a medianoche como distracción mientras esperaba por ella, ¿y sabes lo que hacía? Llegar, encerrarse en su cuarto, y salir solo cuando tenía hambre. Ninguna explicación brotó de sus labios, ¿sabes por qué sucedía eso? Porque no le interesa, Clint, es lo que hace Arlene. Hace que te preocupes por ella sin ningún motivo, solo porque eso la hace sentir querida —alzo los hombros, Clint baja los hombros, decaído, para luego hacer una mueca y negar, incrédulo ante mis palabras tan crueles.

También me dolió al darme cuenta de que es así, de que probablemente esa chica no me quiera como yo a ella. Hago una mueca con mis labios.

>> Créeme, no vale de nada decirle que la quieres si ella no lo siente así, solo estas perdiendo tu tiempo, ¿tienes idea de lo que hará cuando vea que tú dejas de quererla poco a poco o que tu interés se va? Vendrá a ti pidiendo que no la dejes, diciendo que eres importante para ella y, pese a eso, no deja de hacer las cosas que te lastimen, inclusive, seguirá actuando como si no fueras nada en su vida —trago saliva, percibiendo mi voz quebradiza, cierro los ojos mientras muerdo mi labio. Exhalo mirando al suelo, esquivando su mirada—. Amarla es un juego perdido.

Sus palabras han quedado grabadas en mi cabeza, esas palabras de aquella carta que tengo guardada junto con cosas que me recuerdan a ella.

"Tengo tanto miedo de que te tome cariño debido a que poseo ese jodido defecto de sentir de más e intensamente por las personas..."

Mentiras, todo es mentira.

No ha cambiado por mí, no ha hecho nada. Sigue siendo la misma, sigue haciendo lo que quiere sin importarle nadie.

Sin importarle yo.

Sorbo mi nariz, limpiando mi mejilla disimuladamente, Arlene era egoísta, sin embargo, yo la quería como una condenada a muerte.

Desde el primer día que puso un pie en mi piso sabía que esa chica era mi otra mitad, esa que me empeñaba en buscar en mi adolescencia. Veía como todas las chicas tenían sus mejores amigas, un grupito leal al que contarles de todo, o incluso, solo una persona.

Solo llegué a tener cuatros amigos y fueron la peor decisión de mi vida, eran de ese tipo de amigos que solo están para hacer que olvides tu vida de mierda por un rato, pero a la hora de luchar con el monstruo, te dejaban sola.

Recuerdos de cómo me dejaba manipular por ellos y convencer fácilmente a hacer cosas que muy en el fondo yo sabía que estaban mal. Lo sabía, pero no los dejaba.

Porque ya me sentía lo suficientemente sola en casa como para sentirme sola en la preparatoria. Y no quería perderlos.

Por mis supuestos amigos tuve discusiones y peleas con mis padres, a tal punto de que eso comenzara a afectar su matrimonio. Creía que lo solucionarían, pero cuando había salido de mi cuento de hadas ya era muy tarde.




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