La peor resaca que he tenido no fue cuando bebí por cuatro días seguidos en quién sabe dónde acompañado de algunos amigos con los que ya no hablo, tampoco fue cuando por fin terminé mi carrera y amanecí en un extraño bar en el lugar más recóndito de la ciudad, menos cuando gané esa lotería y gasté la mitad del premio en bebidas.
No.
La peor resaca que he tenido fue cuando desperté y me di cuenta de que ya no estabas a mi lado.