Entonces terminó conmigo con las palabras menos hirientes posibles dándome a entender que había encontrado al amor de su vida en alguien que no era yo, pero me dio la opción de tener sexo una vez más antes de olvidarnos para siempre.
Lleno de ira perforé el preservativo con un alfiler, me quité la ropa y me dispuse a la acción para finalizar besándola en la frente. Cuando desperté, ella ya se había ido.
Pasaron un par de meses antes de que me contacte diciendo que estaba embarazada y que estaba segura de que yo era el padre. Lleno de alegría le dije que me haría cargo a pesar de que ella se veía tentada a abortarlo.
El bebé nació y mi relación con ella fue deteriorándose cada vez más hasta llegar al punto en el que empecé a odiarla, pero... el odio por mí mismo es más fuerte.