Decir que estaba nerviosa era poco. Por primera vez iba a visitar la casa de su novio. Un chico que conoció en las vacaciones.
Respiró hondo intentando calmarse. No era para tanto.
El exterior de la casa era hermoso, elegante y fino, pero con un ambiente frío y colores oscuro. El interior era igual, precioso pero espeluznante. La hacía sentí incómoda.
A medida que iba subiendo escaleras un mal presentimiento la asaltó. Lo ignoró, no podía ser nada.
A su lado iba caminando él, frío y distante, como se mostraba siempre, excepto con ella, cuando sacaba su lado más romántico.
Llegaron a su cuarto, era amplio aunque no muy luminoso y tenía las paredes pintadas de blanco con un diseño de pintura roja, como si salpicaran las paredes desde diferentes ángulos y en distintos momentos.
Debió darse cuenta dónde estaba su atención, porque preguntó:
__¿Te gusta?
__Es... interesante, y no muy común, tengo curiosidad ¿Cómo se te ocurrió?__respondió sonriente
__¿Tienes curiosidad?__se acercó a ella lentamente, con una gran sonrisa en su rostro
No le dió tiempo a responder, rápidamente agregó con un susurro amenazante:
__Ten cuidado, dicen que la curiosidad mató al gato.
En sus manos tenía un cuchillo, que fue levantando poco a poco. Su sonrisa se borró y su corazón latió desbocado. Temor y confusión se arremolinaban en su pecho.
__No te preocupes, te mostraré como lo diseñé __y entonces lo supo, estaba perdida