Cuando se apaga la luz del cuarto en la noche solo queda oscuridad, sombras y vacío. Exepto para él.
Él sabe que si mira hacia la esquina encontrará el brillo de unos ojos grandes, terroríficos, fosforescentes, llamativos y perturbadores.
Esos ojos que lo observan todas las noches y que él hace todo lo posible por ignorar.
Sabe que un día esos ojos serán su fin, que dejarán de solo observarlo y pasarán en la acción. Pero no puede hacer más que esperar que ese día llegue y rezar porque se demore y porque esta no sea su última noche.