Las hojas marrones caían en el viejo árbol, él estaba ansioso y perdido en su armónica, sueños transversos sentía en su corazón, la triste melodía de la rutina lo estaba asfixiando.
La esperaba con una tonada dedicada a una amante prohibida, ella llegó le sonrió con ternura y le beso, luego paso a su cuello donde absorbió su néctar mientras él por fin descansaba para siempre.