Su pasión por la música lo llevo a comprar discos de vinilo, los colocó como siempre en su vieja rockola.
Lo acompañaba la lumbre del fuego de la chimenea y un buen brandy, los recuerdos de su amada perdida dando a luz una creatura muerta, lo enloquecían en la noche.
La música mitiga su pena, lo hacía olvidar su abandono, él solo se quedaba ahí en su sillón adormilado infamemente por el licor y la melodía.
Pero hoy era distinto este Lp era diferente, esperó que fueran las tres de la madrugada y lo puso esperanzado.
La melodía de un violín era cada vez más dulce y ella apareció, él le hablo de muchas cosas y ella solo asentía con tristeza, al finalizar la música ella desapareció y él murió pagando el precio de una ilusión.