Culpa mía (1)

Capítulo 16

 

NICK

 

Ardía por dentro. En todos los sentidos posibles de la palabra, estaba ardiendo. Hacia una semana que no había dejado de pensar en el beso que nos dimos en las carreras y eso me había puesto cada vez de peor humor. Verla allí en mi casa restregándome algo que no podía tener era algo que no podía soportar. Aquella noche estaba increíble, y no podía quitar mis ojos de su cuerpo. De sus piernas, de su escote, de su pelo increíblemente largo y brillante, pero lo que no podía aguantar era que bailara delante de mis narices con mis amigos y ver como todos se la comían con los ojos. Ya había tenido que soportar como varios de ellos decían obscenidades refiriéndose a ella y me sorprendía lo mucho que me afectaba puesto que yo era de los primeros en decir ese tipo de cosas cuando aparecía una tía que estuviese buena, ¿pero con Noah?

Simplemente era algo que me enloquecía.

Cuando la vi con mi móvil y me fijé en las fotos que le estaban mandando sentí un poco de pena por ella y rabia hacia quien fuera incluyendo a ese ex novio suyo, pero lo que claramente no había planeado era llevarla al despacho de mi padre y enrollarme con ella. Estaba claro que tenia varias copas de más y no me di cuenta de lo que estaba haciendo hasta que no se encendió la luz y la vi claramente. Sus mejillas estaban sonrosadas y sus labios hinchados por mis besos...

Joder solo de pensarlo me daba ganas de ir en su busca otra vez, pero no podía hacer eso, no con ella, era mi hermanastra por el amor de Dios, la misma hermanastra que había puesto mi mundo patas arriba y la misma que había hecho que perdiera mi coche. Me quité aquellos pensamientos de mi cabeza y salí al jardín. Iba a permanecer alejado de ella, no podía acostarme con alguien que vivía en mi casa, alguien que vería todos los días y menos con alguien que era hija de la persona que había ocupado el lugar de mi madre, un lugar que hacía muchísimo tiempo había descartado de mi vida.

Me quedé fuera hasta que la mayoría empezó a marcharse, dejando a su paso un completo desastre, con vasos de plásticos tirados por el césped, botellas de cerveza, y quién sabe qué más. Frustrado me encaminé en dirección a la puerta de la cocina, no sin antes fijarme en los que quedaban por allí. Entre los pocos rezagados estaban Jenna y Lion. Ella estaba sentada sobre su regazo mientras él le besaba en el cuello haciéndola reír.

Por poco y no vomito por el camino. Quien me iba a decir que esos dos iban a acabar así. Lion era como yo, le encantaban las mujeres, las fiestas, las carreras, la droga... y ahora se había convertido en el perrito faldero de una cría como Jenna.

Las mujeres solo servían para una cosa, todo lo demás acarreaba problemas, ya lo había comprobado con mis propias experiencias.

-¡Eh, tío! -me gritó Lion haciéndome girar-Mañana hay barbacoa en casa de Joe, ¿te veo allí? Barbacoa en casa de Joe, eso solo significaba fiesta hasta la madrugada, muchas tías buenas y buena música... pero yo ya tenía planes para el día siguiente, unos planes que quedaban a más de seis horas de distancia y los cuales adoraba y odiaba al mismo tiempo. Me giré hacia él.

-Mañana me voy a las Vegas-le dije mirándolo con cara de circunstancias. Él lo comprendió al instante y asintió.

-Diviértete y mándale recuerdos a Maddie-me dijo sonriendo a la vez que Jenna me observaba con interés.

-¿Quién es Maddie?-me preguntó con voz melosa-¿Una show girl de las Vegas, Nick? Veo que cada vez apuntas más alto... o más bajo dependiendo de cómo se mire.

La fulminé con la mirada, antes de que Lion interrumpiera lo que estaba a punto de decirle.

-No te metas, Jenna-le dijo antes de volverse hacía a mí y dejarme claro con su mirada que no la tomara con ella.

Respiré hondo y me calmé.

-Os veo cuando vuelva-les dije a modo de despedida para después atravesar la casa y subir hasta mi habitación. Había una tenue luz bajo la puerta del cuarto de Noah, y me pregunté si estaría despierta, para después recordar que le tenía miedo a la oscuridad.

Algún día cuando las cosas se calmarán entre los dos le preguntaría por ello; esa noche solo me quedaba descansar; mañana sería un día muy largo.

***

La alarma del móvil sonó a las seis y media de la mañana. La apagué con un rugido al mismo tiempo que me decía a mí mismo que tenía que espabilar si quería estar en las Vegas a eso de las doce del mediodía. Esperaba que conducir durante tantas horas me ayudara a calmar el mal humor que aún persistía desde la noche anterior. Salí de la cama y me di una ducha rápida; me puse los vaqueros y una camiseta de mangas cortas consiente del calor infernal que haría en Nevada y el cual detestaba desde la primera vez que había estado allí. Las Vegas era un sitio alucinante siempre y cuando estuvieras dentro de los hoteles con aire acondicionado; fuera era casi imposible estar más de una hora sin agobiarte por el calor húmedo del desierto.

Los recuerdos de la noche anterior volvieron a azotarme en cuanto pasé por la puerta entreabierta de Noah; como si no hubiese tenido suficiente con haber soñado con ella toda la maldita noche. Se me había metido en la cabeza y no había manera de sacarla de allí.

Bajé los escalones y me fui directo a la cocina a por una taza de café. Sophie no llegaría hasta pasadas las diez por lo que me las ingenie como pude para hacerme un desayuno más o menos decente. A las siete ya estaba montado en mi coche y listo para marcharme.

Con la música distrayéndome intenté ignorar la sensación que siempre me embargaba cuando tenía que ir a ver a Madison, aún recordaba el día en el que me había enterado de su nacimiento. Tenía diecinueve años cuando llegó aquella llamada que me afectó tanto o más que la desaparición de la persona que la hacía. Mi madre, Anabell Grason, antiguamente Anabell




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.