Culpa mia

Noah

Aún no podía creer como las cosas se habían desmadrado de 
aquella manera. Un momento estaba bailando con un chico y al 
siguiente me veía empujada hacia atrás mientras el chico que había 
estado deseando que me sacara a bailar se liaba a puñetazos con el 
idiota que me había dado un beso sin mi consentimiento. Le habría 
apartado yo si me hubiese dado tiempo, pero Nicholas había 
aparecido hecho una furia. 
Odiaba la violencia por encima de todas las cosas, de pequeña 
había visto demasiados casos de violencia domestica en la tele y en 
la realidad como para querer estar con un chico violento a mi lado. 
Nicholas ya me había demostrado que no le pesaba la mano a la 
hora de empezar una pelea pero como era idiota había dejado que 
mi mente olvidara aquel detalle porque por fin estaba sintiendo algo 
por otra persona que no fuese mi ex novio, y era algo muchísimo 
más fuerte que lo que había sentido por Dan. 
Estos últimos días con Nick habían sido geniales, incluso había 
sopesado la posibilidad de abrirme a él pero no después de lo de 
esta noche. 
Nicholas estaba demostrando ser un matón celoso y territorial y 
a mí eso no me gustaba para nada. Cuando me había cogido por los 
hombros había visto la rabia en su semblante y había sentido 
miedo... No podía estar con alguien que me inspirase miedo, de 
ninguna manera. 
Cuando llegué a mi habitación acompañada de Jenna que no 
había dejado de despotricar contra Nick pero a la vez pidiéndome 
que lo perdonase, solo quise ponerme el pijama y meterme en la 
cama. Él día no había terminado como yo había planeado y lo único 
que me apetecía en aquel instante era regresar a casa lo antes 
posible y mirar las cosas con perspectiva.

Eran ya pasadas las tres de la madrugada cuando escuche a 
una pareja acercarse a mi puerta y después seguir hasta la puerta 
que había justo al lado. No me había podido dormir, al contrario que 
Jenna, ya que después de haberlo meditado durante horas había 
decidido por lo menos hablar con Nick sobre lo que había ocurrido. 
Una parte de mí no quería que lo nuestro acabase y por eso mismo 
había estado esperando como una idiota a que él apareciese por fin. 
Cuando miré por la mirilla y vi como Nicholas pasaba por delante 
con una mujer pegada a su costado juro que casi me desplomo allí 
mismo. 
Vi como la besaba en la boca a la vez que la empujaba hasta su 
puerta. 
Pegué la oreja a la pared de mi habitación con el corazón en un 
puño, pidiéndole a Dios que tan solo fuese un beso y que Nick la 
obligase a marcharse pero nada más lejos que la realidad. Los 
jadeos no tardaron en llegar a mis oídos y tuve que obligarme a 
apartarme de la pared y volver a meterme en mi cama. 
Aquello no podía estar pasando. No me podían volver a romper 
el corazón, ¿Cuándo le había dado mi corazón a ese imbécil? 
¿Cuándo? No pude evitar que dos pequeñas lágrimas cayesen por 
mis mejillas. No podía creer que Nicholas se estuviese a costando 
con otra en la habitación de alado, no cuando casi le había permitido 
hacer exactamente lo mismo conmigo... 
¿Porqué me sorprendía? Nicholas nunca iba a cambiar... lo que 
sí no esperaba era sentir ese dolor desgarrador en el pecho, solo 
pensar que otra le estaba tocando, que él la estaba tocando a ella... 
Cerré los ojos con fuerza y me tapé los oídos con mis manos. 
No dormí en toda la noche. 
A la mañana siguiente estaba tan cansada que hasta me 
encontraba mal y tenía un fuerte dolor de cabeza. Apenas me 
moleste en fijarme en mi aspecto. Desde que había llegado había 
procurado estar guapa para Nick, ¿y para qué? Al final había dejado 
que pasase lo que era obvio que iba a ocurrir. Nicholas era hombre 
de muchas mujeres y siempre lo sería. Era violento y mujeriego y yo me había creído lo que había estado ocurriendo como una completa 
idiota. Ni siquiera quería verle la cara esa mañana, no sé qué le diría 
o si le diría algo o sí él me hablaría pero lo que tenía claro es que no 
iba a dejar que volviese a ponerme un solo dedo encima. 
Jenna se estaba arreglando consciente de mi silencio y 
procurando distraerme con tonterías y comentarios ridículos sobre el 
tiempo o el tráfico aéreo. La ignoré lo mejor que pude y cogí mi 
bolso y mi maleta dispuesta a ir bajando por mi cuenta. No sé cómo 
iba a hacer para evitar a Nicholas durante todo el viaje pero lo 
conseguiría. 
En cuanto salimos de la habitación arrastrando nuestras maletas 
y llegamos al ascensor vi que él estaba allí. Llevaba el pelo 
despeinado como si hubiese estado tocándoselo nervioso... o había 
sido la tía esa que se había llevado a la cama. Solo de pensarlo me 
ardían los ojos. 
Tenía la mirada clavada en sus manos y estaba sentado en un 
sillón con los codos apoyados sobre sus rodillas. En cuanto nos 
escuchó aparecer levantó la vista y la clavó en mi rostro. 
—Noah...—dijo y el simple hecho de que pronunciase mi nombre 
me dio ganas de llorar. 
—Aléjate de mí—le dije alto y claro. A mi lado Jenna nos miraba 
boquiabierta sin saber que hacer o decir. Lion no estaba por ninguna 
parte. 
Se me acercó hasta que pude ver las ojeras en su rostro. Aún 
así estaba guapísimo y me odié por seguir sintiendo algo por él. 
—Por favor Noah, siento lo de anoche, estaba borracho y perdí 
los papeles—me dijo cogiéndome una mano que yo retiré de un 
tirón. Se me quedo mirando, sin saber qué hacer. Tenía que poner 
fin a aquello, él no sabía que le había visto meterse en su cuarto con 
una mujer y a mí ya me habían roto el corazón por otra chica, mi 
mejor amiga. No iba a dejar que la historia se repitiese. 
—Te vi anoche, Nicholas—le dije con calma. Él me miró un 
momento sin comprender y después se le descompuso el rostro— 
No quiero que vuelvas a acercarte a mí; fuera lo que fuese que había entre nosotros se acabó después de que te llevaras a otra a la 
cama estando yo en la habitación de al lado... ya he pasado por esto 
y no pienso repetir la experiencia. 
Puedes acostarte con quien te de la gana, pero a mí déjame en 
paz. Nunca debimos empezar con esto, desde el principio supe que 
era un error. 
Sus ojos encontraron los míos y vi miles de sentimientos 
surcando su rostro: enfado, arrepentimiento, dolor y por último 
pesar, pesar porque lo nuestro se había acabado del todo. 
—Estaba borracho Noah... no sabía lo que hacía—me dijo por 
último. 
Le observé impasible. 
—Pero yo sí que sé lo que estoy haciendo ahora, y quiero que 
volvamos a ser hermanastros, eso es lo único que eres para mí: el 
hijo del nuevo marido de mi madre, nada más. 
Entonces llegó el ascensor y me metí dentro. Jenna se metió 
también pero Nick nos dio la espalda y se marchó. No sabía que iba 
a pasar entre nosotros desde ese instante pero solo quería que 
aquel fin de semana llegase a su fin. Por primera vez en mucho 
tiempo deseaba estar con mi madre, deseaba que me rodease con 
sus brazos y me dijese que todo iba a salir bien... 
El vuelo hasta casa se me hizo eterno, no se que transmitía mi 
rostro pero los tres, incluyendo a Nick me dejaron tranquila casi todo 
el tiempo. Cuando dejamos a Jenna y Lion en su casa se hizo un 
incómodo silencio en el coche. Yo miraba por la ventana, no quería 
estar allí, quería tenerle lo mas lejos posible de mí, me sentía 
traicionada como nunca, por unos instantes había creído alcanzar la 
felicidad, tocarla con la punta de mis dedos, había creído entrever 
un futuro con Nick, pero todo se había desmoronado tan rápido 
como había surgido. Me picaban los ojos de las enormes ganas que 
tenía de llorar; aún tenía en la cabeza los gemidos de aquella mujer 
al otro lado de la habitación. Sentí como una lágrima se derramaba 
por mi mejilla y antes de que pudiese borrarla de un manotazo sentí 
sus dedos en mi piel, robando algo más que no era suyo. Le aparté la mano de un manotazo, estaba furiosa con él, estaba enfadada por 
haberle dejado jugar conmigo. 
—¡No me toques Nicholas!— dije agradeciendo que no más 
lágrimas se derramaran de mis ojos. 
Él me devolvió la mirada y vi dolor en su rostro ante mi rechazo, 
pero eso era mentira, Nicholas no sentía nada hacia mí, lo había 
demostrado. 
Entonces paró el coche. Miré hacia afuera y vi que aún no 
habíamos llegado. 
—¿Qué estás haciendo?—le dije desorientada, enfada y 
aturdida. 
Tenía todos los sentimientos a flor del piel, necesitaba poner 
distancia entre los dos antes de derrumbarme del todo. 
Entonces se giró hacia a mí. 
—Tienes que perdonarme—me dijo con un deje de suplica en la 
voz. 
—¡No!—dije con incredulidad. 
No pensaba seguir escuchándole, no quería estar en el mismo 
coche con él. 
Me desabroché el cinturón, y me bajé sin importarme que 
estuviésemos en medio de un arcén. 
Escuché como él me seguía tan rápido como pudo. Intenté 
alejarme de él, pero su mano pronto tiró de mí y me encaró. 
— Lo siento, Noah—dijo—No quería hacerlo, no estoy 
acostumbrado a esto—dijo señalándonos a ambos,— ¿no lo 
entiendes? Nunca había sentido esto por nadie, ayer cuando vi que 
te tocaban, casi pierdo los papeles, y cuando ese idiota te besó... 
—¡¿Y qué crees que sentí yo al escuchar como te tirabas a esa 
mujer?!—le grite intentando zafarme de su agarre. 
Me agarró con fuerza, no me soltaba, y yo necesitaba que me 
dejara. 
—Por favor, no significó nada para mí, absolutamente nada, 
tienes que creerme.




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