Es sábado por la mañana, Yamini y su madre desayunan tranquilamente en su hogar cuando el timbre de la puerta suena, ellas se miran sorprendidas sin comprender de quien podría tratarse debido a que no esperan visita alguna. Zenda se pone de pie y se encamina a abrir la puerta, llega hasta esta y al abrirla sus ojos se abren llenos de estupefacción, « ¿Qué habrá sucedido ahora?» se cuestiona llena de preocupación observando a los oficiales que se encuentran de pie en la entrada con una expresión llena de seriedad en sus rostros.
– ¿Yamini Price? – cuestiona la oficial, la joven quien permaneció en el comedor se pone de pie y se aproxima a la puerta al escuchar su nombre.
–Aquí estoy, ¿Qué sucede, oficial? –pregunta Yamini sin ocultar lo confundida que se encuentra.
–Debe acompañarnos, por favor –indica el oficial al lado de la oficial, Yamini lo observa atónita sin lograr comprender.
– ¿Qué sucede? ¿Por qué quieren llevarse a mi hija? –pregunta Zenda preocupada abrazando a Yamini de manera protectora.
– ¡Tranquila, madre, todo estará bien!–expresa la joven en brazos de Zenda intentando tranquilizarla aunque se encuentra de la misma manera que ella, preocupada y confundida.
– ¡No permitiré que se la lleven sin explicarme antes lo que sucede!
–Lo sabrá en la estación, señora, ahora por favor debe acompañarnos y, señora, debemos revisar la casa, aquí está la orden–explica la oficial extendiendo la orden de cateo, Zenda toma el documento y lo lee rápidamente, se encuentra totalmente sorprendida, la oficial observa a su compañero–. En cárgate del cateo, yo llevaré a la señorita hasta la estación.
–De acuerdo.
Sin tener más opciones, Zenda permite que los oficiales ingresen en la casa y busquen lo que sea que piensan encontrar en su hogar, no consigue comprender en absoluto que es lo que sucede y Yamini no se encuentra mejor; sin embargo, sabe perfectamente bien que desobedecer una orden de presentación, cateo o arresto, no puede hacerlo. Desconociendo por completo lo que ocurre decide acompañar a los oficiales sin poner resistencia alguna y con la esperanza de que eso le ayude en lo que sea que esté sucediendo.
–Los acompañaré, no te preocupes, madre, no sé qué es lo que sucede pero no hay nada que temer–expresa con el tono más tranquilo que le es posible.
La joven avanza hasta la oficial que se encargará de llevarla, extiende sus brazos permitiendo que le coloquen las esposas y la guíen hasta el vehículo de la policía que usarán para transportarla. «Debo hacer algo.» se dice Zenda completamente afectada al observar la situación en la que se encuentran y la manera en la que se llevan a su hija, sin poder evitar que sus ojos se cristalicen por las lágrimas y totalmente desesperada, ingresa en la casa y se dirige al teléfono, marca un número y enseguida le responden.
– ¿Qué sucede, cariño?
– ¡Tienes que ayudarme, Parker, han venido algunos oficiales con ordenes en mano, se han llevado a Yamini y ahora revisan toda la casa, no comprendo que es lo que sucede!–explica Zenda entre lágrimas.
– ¿A dónde se la han llevado? –cuestiona preocupándose al escuchar a Zenda tan afectada.
Zenda le explica de la mejor manera que le es posible lo ocurrido, Parker se encuentra demasiado ocupado por lo que le resulta imposible ir y acompañar a Zenda; sin embargo, enseguida llama al abogado que se encarga de todos sus asuntos legales y lo envía al lugar al que se han llevado a Yamini para que se encargue de ayudarla y comprender lo sucedido. Mientras tanto, el vehículo que transporta a Yamini llega hasta la estación, ayudan a la joven a descender y la guían hasta la sala de interrogatorios que Bradley indicó. Ella se encuentra tranquila, se deja guiar, no sabe lo que ocurre pero no tiene nada que ocultar, llegan hasta la sala de interrogatorios, la liberan de las esposas, le indican que tome asiento y la dejan en ese lugar. Yamini masajea sus muñecas mientras espera pacientemente y en silencio observando el lugar, « ¿Para qué me habrán traído hasta aquí?» se pregunta suspirando con resignación, algunos minutos más tarde ingresa en la sala el detective Bradley con la carpeta que le ha entregado Kelley.
–Buen día, señorita Price, espero que mis hombres no fueran descorteses con usted y le hayan leído sus derechos, ¿Le han ofrecido algo de beber? Tampoco somos unos mal educados.
– ¿Por qué me han traído a este lugar? –cuestiona la joven sujetando sus manos de manera nerviosa.
– ¿No le alegra mucho verme, no? Vea esto, señorita Price– expresa extendiendo la carpeta que llevaba con él, ella toma la carpeta y la abre, al leer lo que ahí dice sus ojos se abren ampliamente llenos de estupefacción–, ¿Sabe a quién pertenece ese número?
–Yo… yo… –balbucea Yamini, no es capaz de comprender lo que ocurre, reconoce ese número enseguida pero es imposible, no recuerda nada de eso.
–Según mis fuentes, le pertenece a Yamini Price, ¿Se encuentra de acuerdo? –cuestiona Bradley con una sonrisa que denota la superioridad que te brinda el tener la información correcta en tu poder, en ese momento abren la puerta causando la molestia de Bradley –, ¡¿Qué le dije, Kelley?!
– Lo lamento, señor, ha llegado el abogado de la joven–se disculpa la detective, Bradley se limita hacer un ademan con su cabeza dando a entender que puede entrar.
–Me presento, mi nombre es Armand Grand y a partir de ahora soy el representante legal de Yamini Price, exijo conocer los cargos bajo los cuales mi cliente ha sido traída hasta aquí y las evidencias que avalan este hecho.
–Yamini Price es la principal sospechosa del homicidio de la señorita Ailen Harper, aquí tiene sus pruebas, ahora debo continuar con mi trabajo –indica Bradley con poca amabilidad denotando la molestia que lo consume–. Dígame, señorita Price, ¿El numero le pertenece o no?
–Señorita Price, recuerde que si no desea responder no está obligada a hacerlo–explica el abogado de la joven quien permanecía en silencio sin comprender lo que sucede.