Es un día lluvioso y fuera de la Universidad de California se mantienen Peters y Kelley cumpliendo la misión que Bradley les ha encomendado, llevan mucho tiempo vigilando a Yamini; sin embargo, toda su operación de vigilancia ha resultado totalmente infructuosa, la joven no hace absolutamente nada que fortalezca las teorías de Bradley, al contrario. Kelley cada vez se convence más de que se encuentran siguiendo un camino equivocado, su intuición le grita con insistencia que hay algo que se oculta a sus ojos y que cuando consiga verlo lograran resolver el caso. Mientras tanto, en el interior del instituto, las clases de Yamini han llegado a su final y pensativa se dirige hasta su casillero, abre la puerta y comienza a guardar sus cosas de manera usual, cierra la puerta y de pronto como si de un relámpago se tratara, llega a su memoria una imagen inesperada e inexplicable para ella.
Sintiendo como si toda su existencia colapsara de pronto, una terrible crisis se apodera de ella, comienza a sentir que las inmensas paredes del instituto comienzan a rodearla y siente como le falta el aire, sin pensarlo corre por el inmenso pasillo, necesita salir, escapar de ese lugar en el que siente la mantienen presa. Llega hasta el exterior y siente la frescura del viento y la lluvia sobre su rostro, las gotas de la dulce lluvia se mezclan con las saladas lágrimas que corren por sus mejillas sin que ella fuese capaz de percatarse de que se encontraba llorando, toma una bocanada de aire y continua corriendo, cruza la calle sin revisar a los lados por lo que no se da cuenta de la presencia de un automóvil que avanza por la calle y con la visibilidad disminuida por la lluvia el conductor no se percata de que ella cruza. Al escuchar el sonido cerca, asustada se detiene y de pronto siente como una fuerza lanza su cuerpo hacia el otro lado de la calle salvándole la vida.
– ¿Se encuentra bien, señorita? –cuestiona el hombre que la ha salvado ayudándola a ponerse de pie.
– ¡Gra…gracias, detective!–agradece de manera entre cortada abrazando al hombre que le ha ayudado tomándolo por sorpresa.
–Tranquila, ya paso, todo está bien– indica el detective con tono tranquilo con la intención de brindar un poco de calma a esa joven.
–Lo siento–murmura avergonzada al darse cuenta que ha abrazado al detective, se aleja de él percatándose de que esta hiperventilando, no comprende que hace ahí aquel hombre pero tampoco necesita mucha ciencia para averiguarlo; sin embargo, tiene su mente ocupada en aquel perturbador recuerdo que por poco le cuesta la vida.
– ¡Yamini!– la llama alguien con evidente exaltación, abrazando a la joven y besando su cabeza, ella se abraza a él – ¿Te encuentras bien?
– ¡No lo sé, debo irme!–expresa desesperada por marcharse.
–Tranquila–murmura Mirt sin liberarla de su abrazo.
– ¡Déjame Mirt! ¡No entiendes, no entiendes nada! –exclama sumamente alterada liberándose del abrazo de Mirt y alejándose de él.
– ¿Qué es lo que sucede, Yamini? Saliste corriendo y por poco te atropellan de no ser por el detective que te ha salvado, ¿Por qué actúas de esta manera? –cuestiona tomando el rostro de la joven haciendo que ella lo mire.
– ¡Tuve un horrible recuerdo, ni siquiera lo comprendo! Me vi a mi misma cuando tenía once años y yo…–rompe en llanto interrumpiendo sus palabras–, ¿Y si soy culpable? ¡Tal vez Bradley tiene razón! ¡Tal vez soy una asesina de sangre fría!
– ¡Guarda silencio! ¡Tú no has hecho nada de eso! –indica con convicción mirando a Peters quien escucha la conversación atentamente, Mirt sabe que se encuentra tras Yamini y las palabras de ella no ayudan en ese momento.
– ¿Cómo puedes estar tan seguro Mirt? Tal vez después de todo si soy capaz de quitarle la vida a alguien, ¿Y si soy culpable? ¿Y si yo le quite la vida a Ailen? ¡Si tan solo fuera capaz de recordar que hice ese día!– expresa llena de desesperación llevando sus manos hacia su cabeza en un gesto de desesperación–, ¡Pero no recuerdo nada!
–Tranquila, Yamini, escúchame, sé que tu eres inocente, no has hecho tal cosa, no comprendo lo que sucede pero estoy seguro de que todo lo que dices es simplemente por el estrés emocional que tienes, vamos, deja de llorar, te llevaré a tu casa y todo estará bien–indica acariciando las mejillas de la joven para después observar nuevamente al detective quien aún permanece a su lado–. Detective, sé que no es necesario que se lo pida pero no tome en cuenta lo que ha dicho Yamini, se encuentra atravesando una crisis nerviosa y no es consciente de sus palabras.
–Lo comprendo, tenga más cuidado, señorita Price–indica Peters para después retirarse y reunirse con su compañera.
Peters pensativo llega hasta el automóvil de su compañera, no sabe que pensar y menos aún lo que deberia hacer, « Si digo algo de lo que la joven ha dicho le causare problemas después de todo ella ha actuado bajo la influencia de una crisis nerviosa pero si guardo silencio y la culpabilidad de esa joven es comprobada habré ocultado información importante; sin embargo, al mirar sus ojos me resulta imposible creer que ella sea culpable.» analiza mientras abre la puerta y sube al vehículo.
– ¿Qué ocurrió? –cuestiona Kelley quien permaneció en el automóvil observando lo sucedido.
–La señorita Price sufrió un colapso nervioso, desconozco la razón–responde sin poder esconder su tono dubitativo.
–Ha estado bajo mucha presión, no es inusual, ¿Comentó alguna cosa útil?
–No lo sé, se encontraba muy alterada, dijo algo de un recuerdo y repetía sin parar, “¿Y si soy culpable? ¡Si tan solo fuera capaz de recordar!”
– ¿Así que un recuerdo? –murmura Kelley para sí misma analizando las palabras de su compañero.
Los oficiales permanecen en ese lugar mientras tanto Mirt convence a Yamini de permitir que la lleve a casa, el joven la guía hasta el automóvil y la ayuda a subir en el asiento del copiloto, le coloca el cinturón de seguridad y rodea el automóvil para poder subir. Yamini sujeta su cabello de manera nerviosa y sin percatarse ha comenzado a morder sus uñas y las lágrimas continúan saliendo de sus ojos sin control, su cuerpo se encuentra en el automóvil de Mirt pero su mente se encuentra en aquel recuerdo que se repite sin parar una y otra vez en su cabeza, « ¿Qué clase de monstruo soy?» se cuestiona con la mirada perdida.