Una vez en el interior del tocador, Yamini mira su reflejo, saca algunas cosas del pequeño bolso que la acompaña para retocar su maquillaje y comienza a restaurarlo usando la máscara para pestañas, el polvo y el lápiz labial, acomoda su cabello y sonríe satisfecha.
– ¡¿Qué estás haciendo?! ¡¿Qué es lo que pretendes?! –cuestiona llena de confusión y molestia mirando con reproche a la joven.
–Solamente estoy haciendo lo necesario –replica con tono casual–. Le daré una lección a ese par de pretenciosos, ¿Viste la cara de Mirt? Era todo un poema.
– ¡Déjalo tranquilo y vamos a casa!– exclama con ansiedad.
– ¿Por qué te preocupas? A él tú no le importas, ¿Ya lo olvidaste?
– Soy consciente de que él no me quiere pero yo si lo quiero y no quiero que le hagas mal alguno.
– Es una lástima que ya no puedas intervenir, ¿Cierto? Yo lo odio y lo haré arrepentirse de utilizarme como lo hizo.
–En dado caso me utilizó a mí y no a ti, déjalo tranquilo o el trato llegara a su fin, ¿Entiendes? –amenaza con tono de advertencia.
– ¡Yo hago lo que quiero! –exclama furiosa para después salir de ese lugar.
Sintiéndose terriblemente molesta avanza por el pasillo sin prestar atención al frente por lo que tropieza contra alguien que la sujeta antes de que pueda caer, «Lo que me faltaba.» se dice percatándose de que se trata de Mirt. El joven la esperaba con paciencia, necesita una explicación lógica para el comportamiento que está teniendo la joven con él y la manera en la que lo mira cada que sus miradas se cruzan.
–Ten cuidado– indica sonriendo amable, la joven entrecierra sus ojos colocando en su rostro una expresión de fastidio.
– ¡Suéltame ahora mismo!–ordena furiosa liberándose del agarre del joven.
– ¿Qué es lo que sucede? ¿Por qué estas tan molesta conmigo?
–Ve y pregúntaselo a Bradley, déjame tranquila porque no quiero volver a tenerte cerca nunca más, adiós.
Ella se aleja dejando atrás a Mirt aún mas confundido, « ¿Qué tiene que ver Bradley en todo esto?» se cuestiona mientras la observa marcharse, la joven decide retirarse de la fiesta, sale con paso presuroso llena de molestia. En cuanto llega al exterior siente la frescura del viento en su rostro, respira profundamente buscando la calma que le hace falta; sin embargo, la ansiedad comienza a consumirla, «No me ganarás, Yamini, no eres capaz.» piensa tratando de mantener el control de sí misma.
– ¡Yamini Price!– grita alguien con tono molesto haciéndola girar.
– ¿Qué haces aquí, madre?–cuestiona con fastidio al ver a Zenda en ese lugar.
–Eso es lo que yo te pregunto, ¿Qué haces aquí? No tenías permiso para salir y ni siquiera te tomaste la molestia de informármelo.
– ¿Y qué harás? ¿Castigarme? Deja de alucinarte, madre, ya me conoces.
– ¡Nos vamos a casa ahora mismo!
–Es precisamente lo que estaba haciendo cuando apareciste, permanecer en este lugar es desagradable para mí–responde pasando por un lado de Zenda en dirección a su hogar.
Zenda avanza detrás de su hija sin ocultar la estupefacción que siente, en múltiples ocasiones ha sido testigo de la aparición de Zamay; sin embargo, la personalidad de Zamay ha cambiado de la misma manera que la de Yamini lo había hecho con el pasar de los años. En cuanto llegan a la casa la joven se dirige a su habitación sin preocuparse siquiera si es que acaso su madre tiene algo por decirle, carece de importancia para ella escuchar a quien ha decido no creer en su inocencia.
Al día siguiente, muy temprano, antes de que las clases deban comenzar, Mirt llega a la estación de policías, necesita respuestas y después de las palabras de Yamini está convencido de que Bradley sabe bien lo que ha sucedido. Con paso seguro ingresa en la estación, pregunta por el detective, cuando le indican en donde se encuentra y que el detective lo espera avanza hasta la oficina de este y se anuncia.
–Siga–responde Bradley con el tono serio de siempre, Mirt entra, cierra la puerta detrás de él y toma asiento frente al escritorio del detective–. Dígame, joven Harper, ¿A que ha venido?
–Creo que no podre continuar con la misión que me encomendó, Yamini ha estado actuado de manera inusual y cada que me aproximo, ella se aleja además parece otra persona.
– ¿Su padre no le ha dicho nada?–cuestiona el detective tomando por sorpresa a Mirt–. Ya veo que no, Yamini ya no es considerada sospechosa.
– ¿Qué? ¿Pero cómo ha logrado engañarlo, detective?
– ¡Cuide sus palabras, joven Harper! ¡A mí nadie me ha engañado! Me baso en las pruebas y eso es lo único que ante mis ojos tiene valor–indica Bradley con molestia–. Lo entiendo, yo también estaba convencido de la culpabilidad de la señorita Price; sin embargo, la investigación ha dado un giro inesperado y pronto se dará por cerrado el caso, no es necesario que continúe con su misión y por cierto, ella se enteró de lo que le pedí hacer, es probable que a eso se deba su molestia y por ende se aleje de usted.
–No comprendo, todo indica que ella es culpable.
–Todo lo indicaba, considerando que es el hermano de la víctima, le permitiré ver esto–indica Bradley colocando el video que Peters ha conseguido en su tableta electrónica, el joven recibe el aparato y observa la pantalla lleno de consternación–. Como podrá percatarse, la señorita Price es inocente.
– ¡No puede ser! ¡Esto no puede ser!–exclama alterado devolviendo el aparato al detective.
–Entiendo su reacción, joven Harper, cuando vi todas las evidencias mi conmoción no fue menor, realmente es algo enfermo y malvado.
–No sé qué decir, detective–murmura con una gran combinación de sentimientos en su interior.
Mirt permanece en silencio por algún tiempo, « ¿Cómo ha sido esto posible? ¿Por qué? Bradley tiene razón, es algo demasiado malvado.» piensa mientras las imágenes del video se reproducirse en su mente. Mientras tanto, una joven llega al instituto con tranquilidad escuchando música cuando de pronto se detiene, sonríe, quita sus auriculares y se aproxima.