Culpable, su majestad.

CAPÍTULO 7

CAPÍTULO 7


 

La desgracia acechaba, pero también la posibilidad de ver el reino arder en llamas. 


 

Un día después de que Bronson, Freya, Peter y Amanda llegaran a la casa Dagger, una carta enviada por Katrina llegó a sus manos. Freya rompió el sello con cuidado y comenzó a leer en voz alta el contenido del mensaje, frente a sus agentes, en el sótano. En la carta, Katrina explicaba que había llegado al palacio hacía una semana, pero había sido sometida a una constante vigilancia que le impedía enviar su informe anteriormente. A pesar de las dificultades, había logrado adaptarse rápidamente a su nueva posición como sirvienta dentro del palacio, formando parte del equipo de limpieza. Relataba cómo se había esforzado por ser discreta y mantenerse alerta en todo momento, aprovechando cada oportunidad para recopilar información valiosa. A pesar de las limitaciones impuestas por su situación, se había ganado la confianza de algunos miembros del personal del palacio, lo que le había brindado un acceso a algunos pasillos.

En su carta, Katrina mencionaba que había notado comportamientos sospechosos y conversaciones en susurros entre los altos mandos del palacio. En definitiva, la princesa seguía desaparecida.

Al leer las palabras de Katrina, la tensión en la habitación aumentó. Freya quemó la carta y, al notar que había otra con su nombre en ella, guardó la nueva entre sus ropas.

— Ha llegado. Ahora nos toca a nosotros partir.

— ¿Y las invitaciones?

— Aún falta que el duque aparezca por aquí, hasta entonces debemos esperar.

— ¿Iremos todos?

— Iremos solo Bronson y yo, los demás deberán quedarse para recibir y enviar información nueva. Peter solo nos llevará en carruaje y volverá.

— Pero Kali …

— No está a discusión, Mitchell.

— ¿Y la niña? ¿Se quedará con nosotros?

Freya negó.

— No, debe irse de Garicia lo antes posible, pero no puede ir sola, por lo tanto uno de ustedes tendrá que acompañarla. Entonces, ¿quién quiere regresar a Nepconte?

Después de unos minutos en los que el silencio llenó la habitación y nadie se atrevía a dar un paso hacia adelante, finalmente Eliza se adelantó y ofreció su compañía a Amanda en el viaje hacia Nepconte, específicamente hacia el lugar conocido como el Nido del Búho, entre pocos altos mandos.

Con los preparativos en marcha, Eliza y Amanda se dispusieron a emprender el viaje. La niña, bañada y con ropa limpia, subía al carruaje lleno de heno con una sonrisa en su rostro, levantó su mano y agitó hacia donde Freya se encontraba.  La sargento asintió para ella sin mostrar la misma exaltación. "Cuando llegues dale esta carta a la anciana; no preguntes, no hables, solo dejarás a la niña y te irás", le había dicho a Eliza quien se preparaba para el largo viaje.

El carruaje se puso en marcha, sacudiéndose suavemente por el camino.

— ¿Está listo el barco?

— Sí, todo está preparado. Los agentes ya han recibido la orden de asegurar el embarque —respondió Peter, con un gesto serio en su rostro.

— Bien, entremos ya, o las viboritas querrán asomarse.

Peter asintió y ambos se adentraron en la casa mientras el carruaje se dirigía al puerto donde Eliza y Amanda irían a Nepconte.

— ¿Ya se fueron?

— Sí, acaban de partir.

— De acuerdo —respondió Bronson sentándose en el sofá de la salita de descanso.

— ¡Chicos, chicos! —exclamó Mitchell, la cocinera, irrumpiendo en la habitación con el aliento agitado y una sonrisa desbordante de emoción.

Los demás se levantaron de sus asientos, curiosos por saber qué había ocurrido. Freya, en medio de la conversación, se unió al grupo con una mirada llena de expectación.

— ¿Qué te pasa? ¿Qué tienes? —preguntó uno de los presentes, notando la agitación de Mitchell.

Mitchell intentó recuperar el aliento antes de responder, su voz entrecortada por la emoción.

— ¡Ha funcionado! —exclamó finalmente, casi sin poder contener la alegría que brotaba en cada palabra—. Freya Dagger es el tema de conversación en todo Iterbio.

— ¿Qué es lo que dicen? —preguntó Freya.

— Entre las sirvientas se habla que Miss Dagger fue a darles comida a los pobres, que las rosas, que las plantas medicinales … ¡Todos están tan sorprendidos! Alguno que otro que decía que le parecía innecesaria la ayuda, pero ya saben, típicos clasistas.

Bronson sonrió y palmeó el hombro de su “hermana”. “Buen trabajo”, le dijo al ver que la idea de Freya con hacerse conocida de esa manera había funcionado.

Tan pronto como pudieron, cada uno comenzó con sus labores en la casa Dagger como fuera de ella. Bronson y Horts se mantenían en el sótano uniendo información, ideando planes y demás, mientras que la sargento Kali salía como Freya Dagger a una reunión de té con las viboritas, como ella llamaba al grupo de jovencitas.

A medida que el carruaje recorría las calles de Iterbio, Freya, la mujer de cabellos rojos, notaba cómo las miradas se posaban en ella. Los transeúntes volteaban la cabeza, algunos susurraban entre ellos mientras seguían observándola, sin embargo, en lugar de sentirse molesta, una sensación de satisfacción la invadía. Su plan estaba funcionando: su nombre se estaba extendiendo por todos los rincones. El propósito de Freya era simple pero ambicioso: hacer que su nombre, Freya Dagger, fuera reconocido cuando llegara el momento en que el rey Herald Hyde considerara nombrarla como la sustituta de su hija.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.