Culpables y mentirosos

Capítulo II

El pelinegro se masajeó las sienes por décima vez en el día al escuchar las carcajadas de Nelson y Morgan mientras caminaban al lado de Georgia. No entendía por qué todos le estaban dedicando tanta atención, y tampoco como fue que pudo incluirse a sí misma con tanta facilidad en su grupo cerrado de amigos.

Ella y Morgan se conocieron antes de entrar a clases, cuando descubrieron que ambas tenían en común la obsesión por las faldas en el baño de chicas. Georgia sabia mucho de historia y geografía, algo que tuvo encantado a Francis, y su peculiar humor era ideal para Nelson. Era una chica bastante irresistible para todos menos para Wren, al contrario que Milo, que tenía claro que ella iba a ser su presa del año.

Sabía que palabras usar para impresionar a cada uno.

Sin embargo, Wren era una persona que siempre veía más allá. Observaba y analizaba a Georgia no con admiración, sino con el presentimiento y la sospecha de que tenía algo en mente.

Cuando fue a dar su número a Morgan, se paseó por todos sus contactos antes de hacerlo. Lograba usar sus conocimientos en historia y geografía para sacarle a Francis información personal. Hizo que le soltara todo lo que habían hecho durante el verano, e incluso escucho cosas que ni siquiera Wren sabía. Recibe todos los piropos de Milo gustosa, pero no le correspondía a ninguno, y se reía de los chistes de Nelson que nadie entendía, y estaba seguro de que ella tampoco.

Arrastró hacia su lado a Francis tironeando de su camisa, hasta quedar ambos un poco más alejados del grupo que paseaba por el jardín.

—Oye, esta chica no me da buena espina, y, por si no os habéis dado cuenta, le habéis vomitado todas vuestras vidas en un solo día.

—No entiendo a que te refieres, es divertida e interesante. Además, está sola, no nos cuesta nada hacerle compañía.

¿Desde cuándo sus amigos se habían convertido en un comité de bienvenida? A Wren le sorprendía que incluso Francis, a quien consideraba el más inteligente, no parecía ver el otro rostro de la nueva. Era como si los hubiese embrujado a todos.

—Cuando la vi por primera vez, la encontré rebuscando entre mis cosas. Luego puso la excusa de que se confundió de taquilla, y conmigo no fue tan simpática.

—Entonces tal vez si se equivocó de taquilla. Es su primera vez aquí, y hay miles de taquillas, todas iguales. Y tú tampoco es que seas un cielo que digamos.— Rodó los ojos con cansancio, parecía que no había manera de convencerlo. —Y deja de mirarla tan fijamente, parce que le vas a saltar encima en cualquier momento.
Francis le dejo atrás para reincorporarse en la conversación con la castaña, quien ya había notado lo que sucedía detrás de ella.

Wren era una persona inteligente. No académicamente, sino en la vida. Le gustaba fijarse en los detalles, y eso lo llevaba a menudo de presentir que tipo de persona era cada uno. No se fiaba de nadie si no tenía buenas razones para hacerlo, y era difícil hacerle cambiar de opinión.

Por eso, Georgia no podía pasar desapercibida para Wren.

Al mismo tiempo y no muy lejos, Maya lo admiraba como solía hacer la mayoría del tiempo. Pero ese día, había algo que le molestaba más de lo normal. Ella era otra de las personas que no estaban a gusto con la llegada de Georgia, pero por diferentes razones.

Para ella, no habían pasado desapercibidas las miradas de Wren a la nueva chica. Le molestaba que apenas quitara sus ojos de ella desde el instante en el que llego, y que tuviera un comentario que aportar cada vez que ella contaba una de sus interesantes vivencias.

Al contrario que él, ella lograba entender que se haya llevado tan bien con todos, pero lo que no llegaba a comprender era el extraño y evidente interés que él parecía tener por Georgia. Coloco su cabello corto y ondulado tras su oreja, y se acercó con timidez a él.

—Escuche lo que le dijiste a Francis hace un momento.— Wren la observo con confusión. —Yo también creo que es rara. No me da buena sensación.

Aquello era mentira, pues Georgia le parecía una chica extrovertida normal. Sin embargo, debía aprovechar la oportunidad, tal vez así logre acercarse a él de nuevo. Ante esas palabras, Wren incluso parecía aliviado. No estaba loco, y alguien más veía lo mismo que él.

—Menos mal, empezaba a pensar que el malo era yo. Estoy seguro de que busca algo, y descubriré que es.

—Y yo te ayudaré.— Wren volvió a posar su mirada acusadora en Georgia, y ella podía sentir como sus ojos le quemaban la nuca. No era tonta, sabia que él sospechaba de ella.

Era igual, o incluso más observadora que Wren. No hacía falta que leyera mucho entre líneas para darse cuenta de que la odiaba, y de que la chica bajita que lo observaba con ojitos de cachorro estaba muerta por él. Sonreía y aportaba cosas a la conversación en la que se supone que estaba incluida, pero la mayor parte de su atención permanecía detrás.

Porque para Georgia, Wren tampoco podía pasar desapercibido.

—No hace falta, no será muy difícil atraparla.— a lo lejos vio a su hermano, que le hacía señas con los brazos al lado de Flurry.

Se despidió rápidamente de sus amigos, a excepción de la castaña ,claro, a quien nada más dedico una mirada fulminante. La otra le mostró una sonrisa de boca cerrada, y alzo la barbilla mientras veía como se alejaba. No pudo evitar pensar lo divertido que iba a ser tener que lidiar con Wren Russell, haría su misión ahí un poco más entretenida.

“Mr. Brightside” sonaba en la radio, y mientras que Marcel tarareaba suavemente, Wren saco su teléfono de su bolsillo, donde vio un mensaje de Milo.

Intenta ser puntual, estaremos en el rincón de siempre.”

Igual que cada viernes por la tarde, se reunían en el bar que había cerca del instituto. Pero antes Wren tenía que ir a trabajar.

“FlashMart” era en un inicio una tienda de libros y discos de música, pero el viejo Xius había dedicado los años de su vida en ampliar cada vez más su tienda, llegando a vender desde pizzas congeladas hasta neumáticos. Era su primer trabajo y su segundo año ahí, porque, a diferencia de sus amigos, él tenía que trabajar para tener su propio dinero. Sin embargo, a Wren no le molestaba la diferencia económica, pues le gustaba trabajar en la tienda, y el viejo Xius era un buen hombre que pagaba bastante bien.




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