Culpables y mentirosos

Capítulo IV

El profesor cerro la puerta detrás de él con una genuina sonrisa, y coloco los libros de literatura en el escritorio. Abrió su vieja y característica bolsa marrón de cuero desgastado por los años, tomando entre sus manos aquel montón de papeles.

Marcel Russell era tal vez la persona que más amaba su trabajo en el mundo. Para él no había mejor vida que estar rodeado de mentes jóvenes, hablando durante horas sobre la manera en la que el romanticismo permitió al hombre expresar sus sentimientos libremente, y como la poesía era el antidepresivo de aquellos que dominaban el maravilloso mundo de las letras.

No veía a los adolescentes como pequeños adultos inmaduros, sino como borradores de una insuperable novela que necesitaba ser perfeccionada antes de salir al mundo.

Los jóvenes que permanecían sentados en sus asientos reconocieron de inmediato sus exámenes. Incluso Marco Dal, que llevaba tres años consecutivos en el último curso de la secundaria, tenía una sonrisa de oreja a oreja.

-Antes de empezar el Realismo Mágico, les entregaré sus exámenes.

-¿Cómo han salido, profesor?- Mandy pestañeaba sus enormes ojos azules, y sostenía entre sus dedos uno de sus mechones rubios. El señor Russell era muy distraído, pero no estaba de más disimular un poco.

-Estoy muy sorprendido, y en el buen sentido. He de decir que tras leer vuestros trabajos esperaba unas respuestas catastróficas, pero veo que de alguna manera o de otra prestáis atención a las clases.

Georgia observó como algunos de sus compañeros soltaban entre ellos silenciosas risas, y como otros se dirijan miradas cómplices. Entrecerró los ojos al ver como Milo palmeaba suavemente la espalda del pelinegro, su olfato detectaba alguna artimaña.

Por otro lado, Wren era el único que mantenía sus labios en una fina línea. Se sentía como el peor hermano del universo, él más que nadie sabía lo mucho que Marcel se esforzaba por ser un buen profesor. No merecía a unos alumnos tan deshonestos.

Todos pensaban que su hermano era un tonto, pero la mejor palabra para definirlo era inocente. Sin embargo, él había contribuido a mantener esa errónea imagen.

Si, definitivamente esa iba a ser la última vez que hacía algo así, y evitará que alguien más lo hiciera.

Observo su 9, pues entre todos acordaron hacer a propósito algunos fallos para que no sospechara nada.

-Bien hecho.- el susurro de su hermano no hizo más que aumentar el peso de su conciencia.

Delante de él, Nelson se dio la vuelta con una de las sonrisas más grandes, mientras que sostiene orgullosamente el papel en sus manos. Wren abro la boca indignado al observar el 10 en el examen.

-Eso no fue lo que acordamos.

-Solo quería saber que se siente. Además, no soy el único, Francis también tiene un 10.- señalo con la cabeza al chico que ajusta su corbata a su derecha.

-Yo si estudie, algunos si queremos llegar a algo.

Eso era cierto, pues se pasó la noche de entes elaborando respuestas más complejas que las del profesor, pensando que tal vez de ese modo su examen destacaría más. De haber sabido que sacaría la misma calificación que una persona que se había pasado la noche de antes probando extrañas combinaciones de alcohol no se habría esforzado tanto.

En la parte de atrás, Morgan admiraba su nuevo modelo de uñas, sin molestarse siquiera en mirar su examen, al igual que Maya. Georgia observó las calificaciones de ambas chicas con curiosidad, para darse cuenta de que nadie había sacado menos de un 9.

-Veo que estoy entre intelectuales, incluso el chico con barba que aparenta 30 años del fondo parece haber sacado una buena nota.

-No linda, esto solo fue un golpe de suerte, verás las calificaciones reales en el próximo examen.- Por una vez, le gustaría que Wren fuese menos honesto y robara respuestas más a menudo.

La clase transcurrió con normalidad, y exageradamente tediosa para la chica de pelo largo. No acostumbrada a pasar tanto tiempo hablando de lo que escribió un hombre hace 100 años. Veía más entretenido observar y analizar a cada uno de sus compañeros.

Con el paso de los minutos, su mirada cayó en el pelinegro, el cual al contrario que ella, sí parecía prestar atención. Él no estuvo en la ciudad en el verano, así que lo más seguro es que no tuviera nada que ver con lo que sucedió.

Y aunque ella no pudiese admitirlo, en el fondo deseaba que él fuese inocente.

Inhalo aire profundamente volteando su rastro hacia la ventana, admirando el cielo de colores anaranjados característicos del amanecer en invierno.

Dios, la echaba tanto de menos.

☆☆☆

En el vestuario resonaban las risas femeninas, y Maya peinaba con sus dedos los mechones marrones de su cabello. A diferencia de muchos de sus compañeros, ella amaba las clases de gimnasia. Sentía sus músculos y su mente más relajados que nunca, aunque ese sentimiento no duro mucho.

-¿Vieron a la chica nueva?-Maya camino con los labios apretados hacia su taquilla al oír la voz de Christine. Fuera donde fuera no se libraba de escuchar su nombre.-Georgia.

-¿Es la morena de cabello brillante? Sí, y también vi como no deja de restregarse y sonreír a cualquier chico con el que se cruza. Pero dale unos meses y nadie se acordará de ella.- soltó con veneno Lola.- Mataría por saber qué champú usa.

-Pues parece una chica muy agradable. Más bien son ellos los que se restriegan contra ella.

Maya suspiro con fuerza, para así cerrar su taquilla con fuerza.

-Pues no lo es.-Frente al espejo comenzó a enjabonarse las manos.-Es una insoportable engreída. No deja de fardar sobre todo lo que tiene y puede tener.

Su boca parecía tener vida propia, y aquellas palabras salían sin que tuviese cualquier tipo de control sobre ellas. Maya no era así, jamás se había dedicado a propiciar chismes, y tampoco a hablar mal de nadie con cualquier persona que no fuese Morgan.

Los celos que Georgia le había provocado por alguien que ni siquiera le pertenecía había hecho que ni ella misma se reconociera.




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