Cumpliremos Nuestros Sueños

Capítulo Dos/ El momento llegó

"La mayoría de las personas entran y salen de tu vida, pero sólo los buenos amigos dejan huella en tu corazón."

-Toy Story.

Isabella.

Me despierto gracias al berrinche de una niña. Una niña bastante malcriada, una niña que tiene un megáfono en la garganta, capaz de reventar todos los vidrios de la casa. Me tapo la cara con mi osito de peluche ¿Quién me manda tener una hermana?

Veo el reloj que está sobre la mesita al lado de mi cama y por suerte no es temprano. Hay días en donde ese mini monstruito comienza su día a las 6 de la mañana. Y mi humor del día depende de cómo me despierte, así que te imaginarás como es mi carácter esos días en donde soy, básicamente, obligada a estar despierta desde muy temprano.

Me tomo unos segundos más en mi cama para estirarme y cuando me siento lo bastante relajada me levanto para ir al baño.

Me observo en el espejo mientras me cepillo los dientes; he recuperado estos meses un poco de tono en mi piel, ya no es pálido como solía serlo y mi cabello castaño me llega un poco más arriba de mis hombros. Pensar que de nuevo me veré muy delgada, sin cabello, con muchas ojeras y estaré pálida, me genera... nada. Nada más que cansancio.

Cuando bajo para desayunar, por suerte Sam ya está completamente tranquila comiendo su yogurt, mi papá está leyendo el periódico y mi mamá untando mermelada en una tostada. Me acerco y me siento junto a ellos en la mesa.

—Buen día — les digo sonriendo y beso la mejilla de mi hermana que está sentada a mi lado.

—Buenos días, hija — saluda papá y dobla el periódico para verme —. ¿Cómo te sientes hoy?

—Estupenda.

—Hoy vas al grupo de ayuda ¿no? — pregunta mamá.

—Ajá, luego iremos a casa de Jake con los chicos — me sirvo un poco de jugo y agarro una tostada —. ¿Tú por qué estabas llorando? — le pregunto a mi hermana con la boca llena de comida.

—Es que pensé que se me había perdido mi muñeca y en realidad estaba bajo la cama— me mira apenada.

Ella tiene 7 años y me alegra que aún pueda entretenerse con juguetes y no solo viendo videos en el celular.

—La próxima vez llora en silencio.

—Isabella — me regaña papá.

—Lo siento, monstruito. La próxima vez busca antes de llorar.

—Isabella — esta vez es mamá quien me reprende y yo rio porque Sam se cruzó de brazos molesta.

—No te convidaré de mi yogurt — dice con un puchero.

—¡No! —la atraigo para abrazarla —. Perdóneme usted, mi reina, solo es que su garganta es capaz de hacer sangrar mis oídos — ella ríe cuando le hago cosquillas en la panza.

—Ya niñas, listo — mamá nos sonríe —. Isa, es hora de tomar los medicamentos.

—Ah sí, mis drogas — bromeo. Mi madre quiere matarme con su mirada porque ella odia que bromee con eso.

Me levanto y saco de un rincón de la alacena una cajita con todas mis pastillas. Me tomo las que corresponde en este horario y me sirvo un vaso de agua.

Recuerdo que cuando era niña metí todas las pastillas en mi vaso de yogurt y lo mezclé. Fue la cosa más asquerosa que hice en mi vida, porque mi yo de niña no se le ocurrió que masticar eso sería nuestra sentencia de muerte.

Luego de desayunar subo de nuevo a mi habitación para ordenarla. Mi lugar favorito de mi cuarto es una pared que está enfrentada a mi cama; en ella tengo fotos de mis amigos y mi familia, pero lo que más me gusta es como la pinté. Hay miles de manos de distintos colores marcadas allí, y esas manos son de todas las personas que quiero; mis amigos, mis padres y mi hermana. Toda esa pared esta coloreada por distintas manos de distintos tamaños. Lo hice cuando cumplí los 15; no quise festejarlo, me enfadé con la vida porque no podía ser una adolescente normal y salir, porque mis defensas son frágiles, porque todos mirarían mi cabeza con poco cabello, odiaba que la vida a veces tuviera sus favoritos y a los demás nos hiciera unos infortunados. Ese mismo día mis amigos llegaron con varios tarros de pintura, fue idea de Emma, para recordarme que no somos solo una enfermedad, que también somos vida.

Siento mi celular sonar muy seguido. Cuando lo enciendo veo que son varios mensajes del grupo "Ni la muerte nos quiere". El que puso ese nombre fue Cameron, el más positivo del grupo y lo digo con sarcasmo, obvio. Ese chico es capaz de decirle a un niño que en realidad los Reyes Magos no existen (lo digo por experiencia propia, él arruinó mi propia infancia).

Dylan: ¡¡¡Chicoooss!!!

Dylan: Recuerden que después del grupo vamos a casa de Jake.

Dylan: Lleven comida.

Ivy: Deja de chillar, ya sabemos lo que tenemos que hacer con nuestras vidas.

Dylan: Si es así, ¿por qué todavía no nos casamos?

Ivy: Cuando muera.

Emma: Ivy, ya te he dicho que hay que promover el amor y no el odio.

Cameron: Solo lo dices porque estás en tu etapa hippie.

Jake: No sabía que teníamos una etapa hippie.

Cameron: Emma sí.

Yo: Estoy de acuerdo con Emma, más amor para este grupo.

Dylan: Algunos no están en sus días.

Rio y lanzo mi celular a la cama. Adoro a mis amigos.

Las horas se me hicieron eternas, además no tenía mucho con qué entretenerme, tampoco comí demasiado, me sentía nerviosa. Desde ayer, cuando el medico nos dio los resultados, me siento de una manera extraña, sin poder describir qué es lo que siento en verdad. Bueno, sí sé lo que siento, lo que me pone nerviosa son las consecuencias de mis sentimientos.

Cuando ya se hizo la hora, prácticamente arrastré a mi papá para que me llevara al grupo. "El grupo" está formado por varios chicos que padecen de una enfermedad, nos reunimos en un salón chiquito cerca de un parque y es en ese lugar donde conocí a mis amigos. Seis niños perdidos y miedosos se hicieron amigos quejándose de que un monstruo les quería quitar la vida.



#3117 en Novela romántica

En el texto hay: viajes, amor, amistad

Editado: 16.09.2024

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