Capítulo Dieciséis/ Cuenta Regresiva.

¿No les molesta que los momentos buenos pasan más rápidos que los momentos malos?

Isabella.

—Fuimos a la biblioteca y había una chica en vez de una anciana. Me enojé pensando que la había besado, estuvimos un poco tensos por eso. Cuando nos separamos fuimos a jugar a un stand, él trató de besarme y yo lo esquivé, me fui, él me persiguió, hablamos, aclaramos las cosas y nos besamos.

Bueno, si hubiera un premio para la persona que más sabe resumir los hechos, sería para Ivy.

—¿Eso es todo? — pregunta Emma un poco desanimada por cómo lo contó. Ya la conoce, no sé por qué se sorprende.

—Sí.

Miro los cuadros que están colgados en las paredes de este museo. Aunque me hubiera gustado ir al museo de Louvre no tengo quejas con respecto al arte que hay en el museo de la ciudad. Literalmente tenemos solos unos tres días antes de viajar y aún nos queda algunas cosas por hacer. Esta mañana (o sea ahora) vinimos a este museo y en la tarde tendremos que ir a una pista de autos; Jake consiguió (por contactos de su padre) que la pista esté reservada solo para nosotros. La suerte de rodarte con personas de dinero. Ya quisiera conocer a mi cantante o DJ favorito.

—Esperaba un poco más de emoción. Dylan me lo contó más eufórico que tú. Me dijo que tú reíste y sonreíste más de una vez — le digo a Ivy. Las tres miramos a los chicos que se han adelantado para descifrar la forma de una escultura.

—Le dije que no les dijera — murmura entre dientes.

—Pues tarde, querida.

Me quedo un rato mirando un cuadro realmente hermoso. Es la silueta de un hombre en blanco y negro con una guitarra y por la mano que está tocando la cuerda sube unas líneas de muchos colores hasta llegar a su corazón. Es realmente hermoso. Me decepciono al ver que es anónimo y no podré saber quién lo dibujó.

Los chicos aún siguen analizando la escultura cuando llegamos hasta ellos.

—Me rindo — dice Cameron y abraza a Emma.

Yo abrazo a Jake por la espalda y Dylan toma la mano de Ivy contento porque ahora ella no lo rechazara con un golpe.

—No entiendo el arte — dice Dylan.

—Tu mente es muy cerrada, por eso no lo entiendes — le digo y me saca la lengua.

—¿Soy el único que está ansioso por el viaje? — pregunta Jake.

—No — respondemos los demás al unísono.

—Decirle a mi padre que tengo que sacer un pasaporte para viajar no fue nada bueno — recuerda Cameron. Él fue el primero de todos en decirles a sus padres que viajará y como era de esperarse, no se lo tomaron nada bien —. Me dijeron loco por ir a otro país estando enfermo.

—Yo ni me quiero imaginar cómo reaccionará mi madre — digo.

—Es mejor no pensar en eso y hay que irnos. En la tarde nos veremos de nuevo para ir a la pista de carreras — nos recuerda Cameron.

—Solo espero que ninguno choque o se le vuelque el auto — menciona Emma.

Salimos del museo y voy hasta el auto de Jake quien me llevará a casa. Apenas subo enciendo el aire, porque en verdad está haciendo calor.

Enciende el auto y aun mi corazón salta de emoción cuando coloca su mano en mi rodilla. Me giro para verlo y está sonriendo, obligándome a acercarme para besarlo justo encima de su hoyuelo.

—No se puede distraer al conductor, Bella.

Me rio y vuelvo a mi asiento. Miro por la ventana y pienso en cómo les diré a mis padres que viajaré, estoy segura que ninguno se lo tomará bien, pero mamá, ella sí que hasta sería capaz de incendiar el aeropuerto para que no me vaya.

—Tómate las cosas con calma — me aconseja Jake cuando llegamos a mi casa —. Yo hablaré hoy con mis padres, sé que si dejo todo a último momento será peor.

—Cuéntame cómo te fue — pido.

—En la tarde cuando nos veamos — Se inclina y yo hago lo mismo para besarlo — Te amo, Bella.

—Te amo.

Lo beso una vez más y bajo para adentrarme a casa.

En el living no se encuentra nadie. Papá sé que está trabajando y volverá en la tarde, Sam debe estar en su habitación y mamá en la cocina. Y sí, está ahí, se siente el olor a estofado que proviene de allí; cosa que no entiendo de las madres, hace como cincuenta grados y ella cocina estofado.

He decidido que no hoy no hablaré con ellos, esperaré un poco más. Opto por subir y armar mi maleta para tener esa parte lista.

En realidad, no será una maleta, es una mochila enorme que abarca toda mi espalda y un poco más. Da la impresión de que seremos mochileros, Emma se emocionó con eso porque dice que también da a un aire hippie y a libertad. Yo digo que luego tendremos serios problemas de columna.

Cierro la puerta de mi cuarto un poco fuerte lo que ocasiona que mi mamá se dé cuenta que llegué.

—¡Isa, ¿eres tú?!

—¡Sí, mamá, tomaré un baño y bajaré!

Otra vez me digo que soy una pésima hija mintiéndole a su madre.

Saco de mi armario la mochila y la ropa que creo que necesitaré y también un traje de baño. Estoy ansiosa por poder conocer la playa y sentir la arena bajos mis pies.

Mientras estoy doblando la ropa alguien gira el pomo de la puerta y me alarmo, tiro todo al piso y pateo para arrastrarlo debajo de la cama.

—¿Isa? — ah, es Sam.

—Pasa, monstruo.

Ingresa un poco tímida y me pregunto la razón de ello. Entre las dos, ella es la más descarada y jamás me hubiera pedido permiso como ahora para entrar a mi cuarto, simplemente abriría la puerta de par en par y se arrojaría en mi cama.

—¿Qué hacías? — me pregunta

—Nada.

—Ya, algo hacías.

—Que nada. Vas a estar así o vas a decirme qué quieres. Porque es obvio que algo me quieres decir.

Cierra la boca y se sonroja un poco. Oh no, yo también me sonrojaba así, pero lo hacía solo por una razón y esa razón era una persona, más bien un chico.

—Es Math — uh, ahí está la razón —. Me dijo que quería jugar conmigo esta tarde.

—¿Y qué con eso, Samantha?

—Que dijo que sería una cita de juegos. ¡Una cita, Isa! — se escandaliza —. Eso hacen las personas grandes cuando se besan. Yo no quiero eso, es como compartir babas — sí bueno, de grande lo verás de otra forma, quise decirle.