Entiendes la gravedad de tu dolor cuando lo ves reflejado en los ojos de la persona que quieres.
Isabella.
Mañana. Mañana nos iremos a Italia y no hay nada que pueda hacer para que mi ansiedad disminuya. Quiero que sea ya, como ahora.
Ayer pudimos "cumplir" los sueños de Jake y Dylan, eso de esquiar y ver una cascada. No fue presencial la cosa, pero algo hicimos.
Con los chicos preparamos todo en un salón grande que hay en la casa de Jake, colocamos sábanas blancas y pusimos un proyector para que en estas se vieran los videos. Hicimos un desastre, cabe destacar.
El primero fue Dylan, tuvimos que poner el aire acondicionado en casi bajo cero por la ropa que le pusimos, pero bueno, nos repartiremos cuando llegue la factura de la luz. Conseguimos todas las cosas para esquiar, incluido una tabla de esquí. Hicimos que se subiera sobre un montón de almohadas y comenzamos a moverlo mientas el veía el "paisaje" de montañas repletas de nieve; el video que conseguimos fue espectacular, en verdad parecía como si fuera él el que estaba deslizándose por las montañas y nieve. Y luego fue turno de Jake, para él no prendimos el aire; proyectamos el video de una cascada y le agregamos sonido (que producción, ¿no?). Cameron se subió a una silla detrás de las sábanas y tiraba agua simulando que le caía desde arriba. ¿Qué hacemos acá en vez de estar dirigiendo una película? No sé.
Ese fue mi día de ayer, tampoco me quejo porque pude apreciar a Jake en traje de baño.
Además, un dato no muy menor, es que entre la organización de las cosas y hacer que salga todo bien, se me olvidó hablar con mis padres.
Cameron ya lo hizo. Jake e Ivy lo hicieron ayer. Sorprendentemente el padre de Jake se lo esperaba y no se enojó ni nada. Tuvieron una charla, por lo que me contó, bastante emotiva; donde él le pedía perdón por no haber estado tan presente en su vida, al menos no cumpliendo bien el rol de padre. Ivy, bueno, su madre dijo que lloró diciendo que estaba orgullosa de ella y su padre solo negó con la cabeza y le dijo: <<veo que te rendiste fácil en cuanto a cumplir tu sueño de ser abogada>>. Y eso le dolió, a Ivy siempre le gustó la idea de ser abogada y trabajar junto a su padre y hermano, pero eso ya es algo que no está en nuestras manos de decidir, ya no.
Y aquí estoy yo, sentada en mi cama mirando la pared que tiene las manos de mis amigos y mi familia, pensando en cómo les diré que mañana me voy. Creo que pensándolo mejor no fue buena idea dejar esto a último momento.
Respiro hondo creyendo que haciendo eso me armo de valor y me levanto de la cama. Salgo de mi habitación bajando por las escaleras tan lento como sea posible, detallando cada cosa que hay por aquí.
¡Oh mira! Una foto mía con mis padres, nunca antes la vi.
Quiero llorar cuando ya estoy en el último escalón. Puedo hacerlo mañana, como unos minutos antes de irme al aeropuerto. Sería fácil: <<ahm, se me olvidó decirles que me voy a Italia, justo ahora>> y salgo corriendo.
Bien Isa, puedes con esto, si sigues así te acobardarás y no se los dirás nunca. Respiro hondo por decimotercera vez en el día y camino.
Todos están en la cocina, incluida Sam, que es ella la primera en notar mi presencia. Me detengo en el marco de la puerta y le hago una seña para que se acerque.
—Es mejor que subas a tu habitación — le susurro.
—Se lo dirás ahora, ¿cierto?
Asiento con la cabeza y ella suspira alejándose para subir a su cuarto. No será una conversación tranquila que digamos y no quiero que ella esté presente.
Me adentro y me aclaro la garganta; papá deja de ver su celular y mamá, que estaba preparando un bizcochuelo, voltea a verme.
—Hija, leí esta receta en internet, sé que te gustará, es de limón — sonrío y voltea de nuevo para seguir con la preparación.
—Mamá, en realidad yo quería hablar con los dos.
Eso hace que ambos me miren un poco perdidos, pero aun así papá deja su celular a un lado y mamá se limpia las manos y se sienta en la mesa junto a él, yo la imito y me siento frente a ellos.
Quiero salir corriendo, así parece que estoy en un juicio y las cosas no están muy a mi favor que digamos.
—Te escuchamos — dice ella.
No preparé nada para comenzar la conversación, como siempre bajo mis manos debajo de la mesa para que ella no note que estoy nerviosa, pero cualquiera se daría cuenta, hasta papá que es ingenuo para estas cosas.
—Mañana me voy de viaje.
¿Lo solté así, sin anestesia? Al parece sí, por sus caras es un re contra sí.
—¿Cómo que de viaje? — pregunta ella, incrédula.
—Es un sueño mío — explico —. Iré con los chicos. Mamá, la razón por la que no he ido a internarme en el hospital es por eso. Aunque creo que es bastante obvio, por las locuras que hemos hecho, incluso lo del paracaídas...
—¡¿Paracaídas?! — mierda, eso no lo sabía.
—El punto es, mamá — trato de desviar eso —, que mañana me iré. De viaje. A Italia.
Hagamos cuentas: el silencio, más dos caras de estupefacción, más mi incomodidad, es igual a ... una hija muerta.
—¿Estás bromeando? ¿Isa? — mamá ya está comenzando a ponerse nerviosa.
—No, vamos a conocer la playa. Ya lo he dicho es mi sueño y...
—Y no irás — sentencia —. Te das cuenta que esto es realmente absurdo. Isa, he estado esperando a que recapacites y esperé pensando que solo sería un momento de rebeldía con eso de no querer ir a internarte, pero esto es una estupidez...
—No creo que mi sueño sea una estupidez — digo un poco molesta, menos mal hice que Sam subiera a su habitación.
—Estás enferma por si no te has dado cuenta.
—Sí, llevo siendo consciente de ello desde los once. Está decidido mamá, mañana me iré.
—No irás a ningún lado.
—Me temo que esta decisión no la tomaremos juntas. Lo siento, mamá, pero...
—Isa, no te das cuenta de la magnitud de esto. Te vas así a lo loco, sin siquiera preguntar a los médicos, no llevan el equipamiento necesario, si les ocurre algo estarán a miles de kilómetros y no podremos ayudarlos.