Cumpliremos Nuestros Sueños

Capítulo Diecinueve/ Mi estrella.

No olvidaré que en ti vi mi mundo entero.

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Isabella.

Casi le saco el brazo a Jake cuando de un tirón me lo quito de encima. Todo un país nuevo por conocer y él seguía abrazándome por la cintura.

Sin hacer caso a sus quejas corro hacia el baño y tomo una ducha. Trato de hacerlo lo más rápido posible y dejarle agua Jake ya que no se si nos alcanzará para los dos.

Al salir, con mi toalla envolviendo mi cuerpo, veo que Jake ya se desvistió para ir a bañarse y solo tiene envuelta su toalla en la cintura. Al girarse y verme, enarca ambas cejas con picardía y se acerca a mí.

—Solo una tela me impide disfrutarte — dice a medida que sus manos acarician mis brazos hasta llegar a mi cuello y por último tomar mi rostro entre ellas.

—No sabía que tenías una mente tan sucia.

—¿Y tú que pensaste cuando me viste solo con esta toalla? -—enarca una ceja ante la falta de respuesta.

A ver, cosas inocentes no pensé, pero tampoco se lo voy a decir para darle el gusto. Se ríe cuando me aparto de él un poco sonrojada y lo escucho cerrar la puerta del baño. Maldito Jake.

Para hoy escojo un vestido negro con flores y hombros descubiertos, mis zapatillas blancas y llevaré el pelo suelto. Espero a que Jake se termine de arreglar y aguanto sus burlas porque me quedé mirando de nuevo sus lunares en la espalda.

Fuimos los primeros en bajar a desayunar y esperamos a los chicos en la mesa que reservamos. Emma y Dylan son los que tienen el mismo entusiasmo que yo y sé que Cameron e Ivy sienten lo mismo, solo que tratan de ocultarlo. Al terminar de comer prácticamente arrastro a Jake fuera del Hotel, no sin antes tomar mi cámara y colocarla en mi cuello.

—Tendremos que ir caminando — nos avisa Dylan por falta de dinero para pedir un taxi.

Caminar por estas calles que en verdad me hace pensar que estoy en otra época. No tardamos tanto en llegar a una plaza y el hecho de que sea verano significa que hay muchos turistas, demasiados.

—No entiendo la necesidad de hacer esculturas tan... explicitas — escupe Ivy cuando nos detenemos frente a una fuente con la escultura de un hombre con sus... bueno, con eso al aire libre.

—Yo creo que es una maravillosa obra de arte — dice Emma mientras mira el hombre de la fuente y yo me rio porque Cameron le frunció el ceño — ¿Qué? Es verdad, además, imagina todo el tiempo que le llevó al artista hacer esto.

—Sí, además fue muy, muuy detallista — señala Dylan la parte intima de este señor esculpido.

—Mejor sigamos, llevamos analizando esto por más de cinco minutos — digo.

Nos movemos y recorremos toda la plaza. Incluida una iglesia con esas paredes antiguas y más esculturas en ella. Hacemos para las fotos unas poses bastantes extrañas que hacen que las personas y demás turistas nos miren o extrañados o divertidos, depende de la persona. Al menos no comenzamos a bailar como lo hicimos en la peatonal de mi ciudad y ni mencionar que nos detuvimos también otros diez minutos admirado una escultura de lo que supongo será un león.

Decidimos almorzar en un restaurante en vez de ir al hotel. Nos quedaremos sin un centavo, pero al menos no nos quedaremos con las ganas de decir que comimos pastas en Italia. Lo que te muestran en las imágenes para atraer a los turistas es mentira, no van a poder estar viendo las cosas tranquilos porque, básicamente, hay como quinientas personas en un solo lugar, y lo notamos cuando tuvimos que esperar treinta minutos para ver una fuente. Y es así como también debemos esperar otros treinta minutos más para conseguir mesa en este restaurante.

—Ahora hay que esperar para que un mesero nos atienda — se queja Cameron.

Y no es broma, además, tuvimos que pasar vergüenza con el enriendo de Dylan por comunicarse con el pobre chico que nos atendió.

—Merci — agradece él cuándo nos traen el pedido.

—Eso es francés Dylan — se ríe Emma.

—Grazie — traduce Ivy salvando a su novio de la humillación.

No comeré más pastas a no ser que sea de Italia, que me perdone mi madre, pero esto está delicioso y parece que los chicos también concuerdan conmigo porque hablamos recién cuando nuestros platos están más que relucientes.

—Un bocado más y reventaré — Ivy toca su estómago.

Concuerdo con ella. Esperamos unos minutos para que la comida baje y pedimos la cuenta.

—Bueno, nos vemos en la noche — dice Dylan al salir de restaurante y tomando la mano de su novia.

—¿Adónde van? — inquiere Emma.

—A ver por ahí.

—Pero haríamos cosas como un grupo de amigos.

—Vamos a tener unos largos días viéndonos la cara, ahora déjenme disfrutar de Italia con mi novia.

—Yo concuerdo con él — dice Jake.

—Y yo —afirma Cameron.

—Son un mal grupo de amigos — los reprocha Emma —. Ya que no queda de otra, quiero ir a una tienda de recuerdos. Nos vemos en la noche chicas.

Cada pareja toma caminos diferentes al igual que Jake y yo. Él sube y baja las cejas con una sonrisa pícara y toma mi mano mientras caminamos, no me extraña que ellos hayan planeado esto antes.

Creo que en esta zona no nos ha quedado nada por conocer, lo he obligado incluso a entrar a una librería, a que se quede quieto mientras un hombre hacía nuestro retrato y posar al lado de todas las esculturas. Me reí de él cuando una pareja japonesa se acercó a nosotros y nos hablaba en su idioma y se desesperó porque no sabían lo que querían, hasta que decidí no torturarlo más y sacarle las fotos yo.

—¿Cómo sabías que querían eso? — me preguntó.

—Jake, las señas que hacían con sus manos de la forma de una cámara es algo universal y entendible para todos — esa fue mi repuesta.

Y ahora que ya casi ni se ven los rayos del sol me he calmado y no ando tan eufórica queriendo ir de aquí para allá, solo somos una pareja normal caminando tranquilos de la mano, eso sí, trato de ver todo y que se quede todo bien guardado en mi memoria.



#3117 en Novela romántica

En el texto hay: viajes, amor, amistad

Editado: 16.09.2024

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