Si quieres mirar hacia atrás, hazlo, pero para aprender de tus errores o para recordar los buenos momentos.
Isabella.
—¡Eres un tramposo! — lo acusa Emma a su novio. No sé por qué seguimos jugando al monopolio si siempre terminamos pelando. Como ahora.
—Pero si conté bien.
—Te escondiste dinero. ¿Qué clase de novio eres?
Mis ojos van de un lado a otro mientras los escucho. Dylan es el único que se salva por estar conduciendo.
—Es verdad — dice Ivy mientras mira sus uñas con aburrimiento. La encuentro un poco pálida, pero quizá solo es imaginación mía.
—No estás ayudando — le Cameron dice este entre dientes.
—Tampoco quiero hacerlo.
—No me escondí dinero — omite lo que dijo ella y mira a su novia con preocupación. Yo lo estaría, una Emma enojada es una Emma que puede llegar a explotar.
—Será mejor que no juguemos más —razona Jake y todos aceptamos.
Siento el cuerpo demasiado cansado, puede ser porque ayer decidimos acampar y mi cuerpo no está acostumbrado a hacer esas cosas. Lo hicimos por ser nuestro último día en la playa y poder estar todo el tiempo posible en ella, lo bueno fue que una señora nos dejó dinero pensando que en realidad dormíamos ahí.
Miro confusa a Ivy porque al levantarse tambalea un poco y se dirige al baño. Me levanto del sillón cuando pasan unos cuantos minutos y ella sigue sin salir. Toco la puerta y la llamo.
—¿Ivy? — espero unos segundos y nada —. Ivy, ¿está todo bien?
Nada. Cuando levanto mi mano con la intención de tocar nuevamente la puerta, esta se abre.
—Ivy — mi voz desprende preocupación.
Ella jala de mi brazo y me adentra al baño. Es mucha sangre. Hago que se incline sobre el lavabo y abro el surtidor. Ella se aprieta el tabique de la nariz y en unos segundos no sale más. Se limpia la sangre seca y rompo el silencio.
—Hay que volver.
—No, Isa — me suplica con la mirada —. No quiero arruinar esto.
—Ivy, solo nos quedan dos días. No arruinarás nada. Esto es grave y lo sabes.
—Puedo aguantar.
—¿Qué harías si la situación fuese al revés? Si yo estuviera en tu situación. ¿Qué harías?
Su silencio me inquieta un poco. No podemos esperar tanto y más si estamos a miles de kilómetros de nuestra ciudad. Asiente lentamente con la cabeza, resignada por la decisión que acaba de tomar.
Salimos y vemos a los chicos reír por las cosas que dice Dylan. Me quedo en silencio al igual que Ivy, todo terminará y si demostré estar segura con Ivy al decirle que es hora de volver, mentí. Mentí porque aún no estoy lista para ver todo lo que nos espera cuando el avión aterrice.
Le doy un suave apretón en el hombro y caminamos hasta ellos. Les explicamos la situación y al igual que yo, no dudaron en decidir que es mejor partir ahora a esperar.
Dylan toma una ruta distinta a la que iríamos. Conoceríamos más de Italia, compraríamos unas linternas flotantes y en la noche las soltaríamos, viendo como ellas alcanzan el cielo.
Mandy tuvo razón, la vida es muy desequilibrada, todo se puede torcer de una manera repentina, sin avisarnos. Hace una hora estábamos llenando el silencio con nuestras voces y risas, y ahora ese silencio nos consume en una preocupación que la estábamos evitando; íbamos muy bien con eso, pero llegó la hora de afrontarlo.
Hemos hablado muy poco entre nosotros. Llegamos a la noche a la casa de las personas que nos alquilaron el motorhome, explicando a medias la razón de por qué volvimos antes. El viaje no es el mismo a cuando llegamos aquí, ni siquiera cuando ya estamos en el colectivo que nos llevará hasta el aeropuerto. Solo me distraigo viendo por la ventana, con mi cabeza apoyada en el hombro de Jake.
Cuando llegamos al aeropuerto no está la misma emoción para que nuestro vuelo salga pronto, si pudiera retrasar esto, lo haría. Con Emma abrazamos a Ivy, notamos que una lagrima se escapó de sus ojos y de inmediato fuimos a sostenerla. Dylan nos pide que lo dejemos a él estar con ella y lo dejamos, porque sé que es lo que también quiere Ivy, que apenas siente su presencia esconde su cara en el cuello de él y veo su cuerpo sacudirse.
¿Escuchará la vida si le digo que aún no estamos listos? Puede que su respuesta me la dio cuando vimos por la pantalla que ya era momento de volver.
...
Durante el viaje Ivy empeoró y comenzó a tener fiebre. Suerte que sucedió cuando ya casi estábamos por llegar, una camilla la esperaba cuando aterrizamos y se fue al hospital en ambulancia.
Nosotros la seguimos, pero cada uno en su auto. Mis padres ya estaban allí esperándome y las lágrimas que contuve fueron liberadas cuando mamá me abrazó mientras que mi padre conducía.
Al llegar al hospital obtuve una sonrisa triste de Kevin que me esperaba con una silla de ruedas, aunque varias veces me quejé de esa cosa, hoy la agradezco. Siento todo mi cuerpo cansado y solo quiero dormir por unas largas horas.
—¿Cómo está Ivy? — es lo primero que le pregunto mientras él empuja la silla.
—Estable, le dimos medicamentos para que la fiebre bajara y comenzará con el tratamiento ahora. Y tú también, pero antes haremos...
—Unos estudios — termino de decir por él.
Cuando ya me realizaron todo lo necesario me llevan a mi nueva habitación. Lo bueno es que ahora tendré una propia. Que lujo ¿eh? Y la ventana tiene una excelente vista.
Me dejan tomar un baño antes de que las enfermeras lleguen y comiencen a introducir agujas en mis brazos y ande con un cablerío y bolsas a cuesta. Lo peor de todo es que son la brujas quien lo hacen y me ahorro mis comentarios, pero mis malas caras no faltan.
Papá se quedará conmigo esta noche. Y en su presencia me duermo, con la ilusión de soñar todo lo que hemos vivido.