Daddy; 1[editando]

❀Diecisiete❀

|Zoe|

Salgo de la casa antes de que Daddy despierte, me siento extraña por lo que paso ayer y no creo poder mirarlo a la cara. No pensé que enserio eso pasaría. ¡Por dios!, porque tenía esos pensamientos en ese momento. Solo me revolví y me quede estancada en saber cómo besaría Daddy, todas tienen curiosidad.

Y yo también tenía curiosidad. Gracias a esa curiosidad termine como estoy.

— Zoe, ¿a dónde vas? — me asusto un poco al ver a Luciabell y solo sonrió nerviosa. — Es temprano aún, ¿quieres que le diga a Benjamín que te deje...?

La detengo.

— No es nada, solo quería caminar este día y debo de irme más temprano para llegar a tiempo.

Ladea su rostro, no me cree. Siento su presencia y solo me pongo nerviosa.

— No es bueno que mientas Princesa. — me giro, me encojo en mi lugar mirándolo con nervios. — Recuerdas los castigos. — asiento.

"Siempre debo de decir la verdad, aunque eso amerita un castigo por mi mal comportamiento"

— Me siento extraña. — digo cuando Luciabell nos deja solos. — Desde... eso... solo me siento extraña y no puedo mirarte.

Sigo con mi mirada baja la cual no he alzado en ningún momento.

— Me informaron que hay un campamento la próxima semana, si quieres ir solo dilo para que tengas todo lo necesario. — asiento. — Le diré a alguien que te lleve a la casa de Izzy. — vuelvo a asentir. — Zoe, no pienses tanto en lo de ayer. Solo paso y no hay que dar mucha importancia si no te sentiste bien con eso.

Alzo mi mirada, mire sus ojos observo como su mirada está disconforme y triste. Algo anda mal, asiento nuevamente apretando mis labios en una línea recta. Nos quedamos por algún momento así, callados sin decir nada mientras que el ambiente se vuelve incómodo.

— ¿Ya comiste, Zoe? — niego, gruñe por mi respuesta. — Zoe tienes que comer, no debes de mal acostumbrarte.

— Lo siento. — murmuró bajando mi vista. Estornude y trate de taparme con la manga del suéter que tenía puesto, toco mi frente y agarro mi cuerpo deteniéndolo con una sola mano.

— ¿Zoe, tienes fiebre? — ladeé mi rostro algo confundida había veces que recordaba que me daba fiebre, pero la hacía a un lado porque él me golpeaba. — ¿Dormiste con la ventana abierta?

Asentí y murmuré un simple sí, tenía mi mirada gacha para no sentir la de él. Me sentía mareada pero aún así me mantenía al margen, grite cuando me cargó en sus hombros y solo cerré mis ojos por el fuerte mareo que estaba teniendo.

— Tengo que ir a la escuela.

Me deja acostada en mi cama, me quita mis zapatos y termina arropándome. Miro cada uno de sus movimientos, suspira y cuando me mira bajo mi rostro apenada.

— Le avisare al director que estás enferma, le pediré a Luciabell que prepare algo para que comas. También te hace daño no comer nada en las mañanas. — asiento ante su regaño. — Tengo que ir a un lugar, pero volveré en poco tiempo no quiero saber que estabas fuera de la cama. — acaricia mi rostro, se acerca más a mi y eso solo me hace recordar lo que paso ayer. Después de ese beso todo se volvió incómodo y no sabía qué hacer para quitar ese ambiente hasta que le avente lo que sobró de pastel y la tensión se logró desaparecer.

Beso mi frente y luego mi mejilla, lo mire lentamente porque sinceramente tenía demasiado sueño, mi cuerpo estaba demasiado cansado. Cerro las ventanas y se aseguro que ninguna estuviera abierta, dejó la tele prendida en mi canal favorito y salió sin decir nada más.

No pude seguir pensando porque mi cuerpo reclamaba que descansara, en verdad me sentía mal, mis defensas siempre han sido bajas eso a dicho la doctora por todos los exámenes que me hizo. Me había prohibido exponerme tanto al frío, pero ayer estaba caliente, sentía mi rostro acalorado por el beso y no sabía que hacer, no imaginé que terminaría enferma.

Saltaba brincando de un lado a otro, me encantaba salir temprano de la escuela, aunque Joe tuviera que estar solo el resto del día, él era mi mejor amigo. Mami había venido por mi ya que la maestra la llamo porque me había manchado la ropa interior y yo estaba apenada, nunca me había salido sangre de ahí.

Ayude a cargar la leche a mami, y ella cargaba la compra de la comida hoy cumplía diez años y estaba feliz. Papi había estado fuera de casa ya hace semanas y hoy volvería, lo extrañaba mucho y quería que él estuviera aquí en mi cumpleaños.

— Mami, papi si vendrá ¿cierto? — asintió con una pequeña sonrisa. Papi era el mejor papá en el mundo.

Y estaba emocionada le había pedido una muñeca que vi en la tele y estaba feliz, sabía que papi la compraría para mi. Al llegar a casa mami se detuvo mientras mirábamos como papi estaba discutiendo con unos hombres que llevaban las cosas de casa hacía un camión.

— ¡Javier! ¿qué hiciste?

Oh, oh. Cuando mami lo llama por su nombre es algo malo, papi tampoco se ve feliz y eso me esta poniendo triste. Siempre hemos estado feliz, y no entiendo porque en este día no es así.

— Cariño, perdí todo... todo. — abrace a papi al ver que estaba llorando, no me gustaba verlo triste.




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