—Sería muy estúpido si regresa al mismo lugar dónde lo capturaron—evito que entren de nuevo a la escuela. No tienen nada que hacer aquí, es claro que el ángel no esta.
—Debe haber alguien que sepa dónde vive-Stephan hace el intento de entrar.
—Si es así yo lo descubriré—declaro firme y seguro, viéndolos a los tres.—Sepárense y búsquenlo, de nada me sirve que nos movamos en conjunto, si atrapan a uno nos atrapan a todos.
—Es mejor que nos quedemos juntos, cuatro son mejor que uno, si nos atacan podemos derrotarlos—Travon opina.
—Ahora que saben de nuestra existencia no estarán solos, seguro ya están buscándonos, debemos ir por él cuando somos más fuertes.
—La noche—murmura el castaño.
—Así es, esperaremos a que sea de noche—eso me compra un poco más de tiempo para pensar como detener esta estupidez.—Es más fácil mezclarnos entre las sombras, cuando lo encuentren llamen a los demás, no ataquen solos.
—De acuerdo—concuerda Stephan, no quedamos en buenos términos, aún así entiende que debe respetar mis decisiones.
—¿Ira la reina?—pregunta Pam en un tono fastidioso.
—La reina se esta preparando para abrir el portal—miento. Eso por alguna razón le roba una sonrisa de satisfacción.—Ahora cumplan con mis ordenes.
—No vemos en la noche, pingüinito—Pamela deja un beso en mi mejilla, me aparto de inmediato, su simple presencia me molesta.
—Pamela—lo llama su novio celoso.—Tenemos que irnos.
La rubia se gira yendo hasta el demonio que escupe fuego, rodeando su brazo por su cintura. Supongo debo agradecerle a ella que este cavando por su propia cuenta su tumba.
—Te busco en cuanto tenga noticias—se despide Travon caminando la dirección contraria a los otros dos.
El tiempo se me esta acabando, no tengo idea de cómo detener lo que viene, estoy en manos de Evelyn.
*_*_*_*
Que me parta un maldito rayo en este momento sería mucho más fácil y menos doloroso a seguir viviendo con su ausencia. No puedo dejar de pensar en ella, en el sabor de sus labios, en el calor de desprendía su cuerpo, en la manera de tocarme, de mirarme, en como mi cuerpo reacciona solamente a ella. Matarme sería menos doloroso, estoy seguro.
Por el rabillo del ojo veo a Eve asomarse en en ventanal de la puerta.
—Ahora vuelvo—salgo del salón reuniéndome con ella, espero tenga buenas noticias.—¿Qué sucede?
—¿Dónde esta Maia?
¿Maia? ¿Vino hasta aquí para enterarme más el puñal?
—No lo sé. No la he visto desde la fiesta—admito con pesar.—¿Puedo saber para que la estás buscando?
—Necesito su ayuda, necesito encontrar a alguien.
Genial, esa me da la excusa perfecta para verla y que no pueda seguir negándome.
—Sé dónde vive. Espera aquí, les anunció a los alumnos que me voy y regreso.
Enarca la ceja pidiendo una explicación.
—Tengo algo que hablar con ella-su expresión se relaja.
—De acuerdo, te espero aquí.
Regreso al salón empacando las pocas cosas que tengo. Les doy rápido el aviso que tengo que irme, y posiblemente no vuelva esta tarde. Mi estomago se remueve, siento cosas extrañas moverse dentro de mí, lo ignoro saliendo junto a Eve.
—¿Nos vamos?—pregunto pasando por su lado.
No tardamos nada en llegar al hogar de mi humana, subimos las escaleras del pórtico tocando la puerta con insistencia. Repaso el lugar con la mirada asegurándome de que nadie nos siguió. Unos pasos se acercan a la puerta, incrementando la velocidad con la que bombea el músculo en mi pecho.
La puerta se abre, me quedo congelado con la imagen que me recibe cuando abren la puerta. Maia se queda en su lugar con los ojos abiertos como platos, lleva puesto un holgado pijama de conejos con el cabello semi revuelto, sus ojos se pasean de mí a Eve sorprendida por nuestra visita.
—Hola, Maia—saluda Eve para mi suerte, porque yo no puedo hablar, esta mujer puede ponerse hasta una sabana encima y aún así se vería hermosa.
—¿Eve? ¿Qué te paso?
—Estoy bien, no es mi sangre—aclara, ni siquiera me había dado cuenta que tiene su ropa manchada con ese líquido carmesí.
—¿Qué hacen aquí?—por un segundo despega sus ojos de mi amiga para enfocarse en mí, sus mejillas pronto se tiñen de rojo dándome una esperanza.
—Necesito tu ayuda—Eve llama de nuevo su atención.
—¿Mi ayuda?—cuestiona frunciendo el ceño.
No tengo idea de que hacemos aquí, y no me importa, solo quiero un minuto a solas con mi humana o me seguir volviendo loco.
—Has convivido con tus compañeros más tiempo que yo, quiero saber si has notado algo extraño en alguno de ellos.
—¿Extraño cómo qué?
—Creo que podremos conversar mejor si entramos, ¿nos permites pasar?—estar afuera es un riesgo a que nos oigan, y necesito que me hable, que deje de evitarme como si no hubiera pasado nada entre nosotros.