Daemonium

Capítulo 23: Amor

Las llamas cobran vida envolviendo la casa, quemando toda la evidencia del ataque.

—Ya les borré la memoria—le informo a Eve, quien no despega la vista de la casa.

No sé que tanto estuvo haciendo ahí dentro mientras yo me encargaba de sacar a las humanas inconscientes, con solo un toque de sus dedos fue suficiente para ponerlas a dormir.

Sin decir nada, se inclina frente a ellas, toca sus frentes, seguro haciendo más de esa magia que solo ella puede hacer. Regresa a mi lado una vez termina con ellas, por algún motivo no puedo despegar mi vista de él fuego incendiando todo a su paso, se ve percibe distinto en la Tierra.

Las figuras son más nítidas, parecieran crear un baile que solo ellas saben hacer, se agitan al compás de una canción silenciosa, soltando chispas de vez en cuando.

—Lamento que esto sucediera—Eve también conocía a la humana que murió esta noche, y ninguno de los dos quería que esto terminará así. Aunque puedo ver que a ella por alguna razón le afecto más su muerte.

—Yo igual—suspira.

La veo de reojo, se tambalea perdiendo el piso, la sostengo evitando que caiga, podrá ser quien sea, pero esto no es normal.

—No estás bien, Eve.

Un ruido viniendo de unos vehículos callan lo que sea que estaba por decir.

—Será mejor que salgamos de aquí.

Ella es la primera en alejarse, abro la boca para hablar, ella se me adelanta repitiendo lo mismo que ha estado diciendo los últimos días.

—Estoy bien.

Bien terca, queras decir.

—No mientas, ni siquiera puedes mantenerte de pie tu sola—le indicó viendo como sus piernas estan a punto de colapsar, usa mi hombro como apoyo, no puede seguir negando que está débil. —No sé qué es lo que has estado haciendo estos últimos días, pero descansar no es una de ellas. Estas acabando te Evelyn, te estas castigando por todo lo que ha pasado.

Lo sé, reconozco la mirada de culpa cuando lo veo. Todo empieza a colisionar en ella, Adam, la presión por detener el apocalipsis, los constantes enfrentamientos con Pamela, el ataque del daeva, el ángel...

—Archer...

—Sé que crees que es tu culpa, y no voy a mentirle, si todo esto es tu culpa.

—No estás ayudando...—enarca una ceja suspicaz.

—Pero podemos resolverlo—continuo.—No estás sola en esto, yo estoy a tu lado ¿recuerdas? Soy tu mejor amigo.

Digo con emoción, por que sí, me emociona tener por primera vez en mi vida una amiga en la cual apoyarme en momentos como estos, aunque ella la que ahora se apoya en mí. Una sonrisa se forma en su rostro.

—De acuerdo, ¿y que hacemos ahora mejor amigo?

Le daré la mejor medicina de todos los males.

—Ahora te daré de comer para que recuperes tus fuerzas.

*_*_*_*

Si algo les aplaudo a estos seres que habitan la tierra es la habilidad para manipular sus alimentos y convertirlos en exquisitos platillos con sabores distintos, adictos al paladar una vez lo pruebas.

Un pecado para los humanos, una majestuosidad para mi.

No puedo contenerme, pido todo lo que está escrito en el bonito papelito con nombres extravagantes. Me siento un rey en este momento, comiendo carne, pollo, pescado, otra cosa que no tengo idea de que diablos sea, pero sabe delicioso, los postres son lo mejor de este lugar, en especial el pastel con doble chocolate según me explica Eve.

—¿Cómo piensas pagar esto?—frunce el ceño viendo los platos amontonados en la mesa.

¡¿Qué!? 

Me atraganto con un pedazo del pay de manzana. 

—¿Pagar?

¿Qué esto no es gratis, entregado a nosotros por la bondad de estos mortales? Evelyn pone los ojos en blanco. 

—Si Archer, debemos pagar por estos alimentos. 

Rasco mi cráneo sin saber que hacer. Pensé que esto era gratis, un regalo, amabilidad por los nuevos visitantes, o que sé yo. No tengo ni un mísero centavo en este momento. No queda más opción, observo a Eve mucho mejor que antes. 

—Ya estás bien para correr, ¿no?

—No voy a correr—niega con la cabeza, cruzándose de brazos. 

Es eso o usar nuestros poderes alertando a todos a nuestro alrededor. 

—Uno...—empiezo con la cuenta regresiva, preparándome para salir corriendo. 

—No voy a correr—advierte alzando una ceja. 

—Dos...

—¡Archer!

—¡Tres!

Me levanto de golpe corriendo por las puertas, esperando que Evelyn me siga, escucho sus pasos atrás de mí seguidos de maldiciones. 

—¡Está me la pagas Archer!—grita con medio pulmón funcionando. No puedo contener la risa al ver su cara de molestia, batallando por seguirme el paso, estoy seguro que si cae rueda por toda la calle. 




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