No puedo dormir, mi mente no deja de dar vueltas, de divagar en los recuerdos de esta tarde, en mis palabras, como no pude controlarme revelando de nuevo mi verdadero yo.
Lo arruine todo. Si había tan siquiera el uno por ciento de probabilidad de que ella sintiera algo por mi logré que desapareciera. A ella le importa más el imbécil que yo y eso me tiene mal.
Me remuevo en la cama buscando el sueño en vano. Resoplo levantándome de una vez, no voy a dormir hoy, probablemente no lo haga hasta que logre sacar a mi hu... a Maia de la cabeza y el pecho, mi corazón duele desde que abandone su hogar.
Bajo las escaleras trotando, no hay nada que hacer, y Eve aún no despierta. El sol está próximo a salir y con eso las ganas de desayunar, busco en la cocina lo que sea que me sirva como agradecimiento a la demonio mayor. Si no fuera por ella Maia nunca me hubiera dado la cara y dicho la verdad, aunque tampoco estaría sintiendo que me duele respirar.
Abro y cierro cajas buscando algo comestible, saco las cosas y las acomodo en la mesa frente a mí, me impresiona que no haya nadie, pero si comida servible. No lo pienso mucho, me dispongo a preparar lo único decente que sé hacer. Lo aprendí torturando el alma de un hombre que incendio su hogar y con ella su familia, una desgracia para el imbécil ya que pasaría el resto de la eternidad reviviendo el peor error de su miserable vida.
Vierto el líquido pegajoso que logré crear en el sartén, espero los minutos que se requieren para que este listo, después transfiero mi buen pancake a un plato, y sigo con el siguiente.
A los pocos minutos escucho movimiento detrás de mí, por el rabillo del ojo veo a Eve acercarse a la cocina, inspeccionando lo que hago.
—Que bueno que despiertas—dejo el sartén a un lado terminando con mis creaciones.
—¿Qué haces?
Mira las cosas que deje en la mesa, y todos los platos que usé para preparar los pancakes.
—Pensé que sería bueno hacerte algo de comer en agradecimiento por dejarme quedar anoche—parece ser que la Tierra no solo la esta cambiando a ella, no puedo negar que estar aquí esta afectándome más de lo que algún día pude imaginar.
—¿Dónde has aprendido a cocinar?—alza la ceja sin apartar la mirada de mí.
—Tengo mis talentos, Eve—le sirvo el plato con el desayuno.
Sirvo otro plato para mí, dejo las cosas a un lado para sentarme con ella en la mesa. La observo nervioso, aunque aparento estar calmado, es la primera vez que preparo esto, no sé si le gusté, o termine escupiendo todo. La veo llevarse un trozo a su boca, abre los ojos como platos.
—¡Diablos! ¿Qué es esto?
No le gusto, lo sabía, no debí peparar esto.
Un intento de comida, eso es lo que es.
—Pancakes—respondo en cambio.
—Tienes que pasarme la receta—devora otro pedazo saboreándolo en su boca. Esbozo una sonrisa tonta, no se parece para nada a lo que probamos ayer en el restaurante, que ella lo coma con tanto gusto me agranda el ego, y roba una sonrisa de mi boca.
—Cuando quieras—solo tengo que recordar como lo hice primero.
La observo comer con gusto, aunque sus ojos siguen teniendo el aspecto triste, por un momento me veo reflejado en ella, los dos sufriendo por la culpa de otro ser y su desprecio.
No quiero interrumpir este momento de serenidad entre los dos, pero no podemos postergar mucho más el tiempo, estoy seguro el ángel ya habló con sus hermanos y están buscandonos, es cuestión de esperar a que aparezcan y nos maten, ella es la única que puede salvarme de una muerte segura.
—¿Has hablado con el ángel?
Deja el tenedor en su plato como si de pronto se hubiera quedado sin apetito. Su expresión corporal lo dice todo sin embargo ella contesta.
—No.
—¿Debería preocuparme?—porque yo siento que si.
—No.
Suspiro asintiendo.
—Esta bien—confío en ella, y en su experiencia durante estos años, si dice que no debo preocuparte intentaré no hacerlo.
Pensé que la agradable charla se había terminado, sin embargo, escucho su voz cayendo en cuenta que estaba equivocado.
—¿Cómo te fue con Maia? No se te veía muy bien que digamos—justo en el pecho, una bofetada de esta demonio sería menos doloroso que recordar como terminaron las cosas con ella.
—Estoy lidiando con un pequeño problema que planeo resolver.
¿Cómo? No lo sé, quizá me borre de su memoria, o quizá haga que Evelyn borre la mía, seguir con este opresión en el pecho va a terminar conmigo si no hago algo pronto.
—¿Debería preocuparme?—me imita Evelyn enarcando una ceja.
—No.
—Esta bien.
Termino lo que hay en mi plato sin ánimos, de pronto yo tampoco tengo hambre. Esto es más difícil de lidiar que el infierno.
¿Porqué me fui a fijar en la humana?
¿Por qué no puedo sacármela del pecho?