Daemonium

Capítulo 25: La verdad

Siento el poder de su mirada caer sobre mí, tan pesado como sostener el mundo entero sobre mis hombros, cargado de sentimientos que no logro entender. Acepte venir a este lugar recóndito para tener privacidad, sin humanos merodeando por ahí escuchando nuestra conversación, aunque sigo sin saber de que quiere hablar conmigo. Admito que tenerla cerca agita todo dentro de mí, pero duele saber que es temporal, que al final se irá. La miro con expresión seria esperando que sea ella la primera en hablar.

—No eres maestro, ¿verdad?—suelta la primera pregunta.

Trago grueso, no puedo mentir, no cuando me mira de esa forma, cuando sus ojos me tienen preso en sus manos, y buscan una explicación honesta.

—No.

—¿Eres hermano de Evelyn?

—Podría decirse que si.

—¿Podría?—frunce el ceño.

—Es mitad hermana-asiente pensando en la siguiente pregunta.

—No eres de aquí, ¿cierto?

—No.

—¿De donde eres?-niego, no voy a responder a eso, no puedo. Que pregunte lo que sea menos aquello que la hará odiarme por toda su vida mortal. Avanza acortando el espacio entre ambos.—Archer, necesito saber.

—¿Porqué?—de pronto se ve desesperada.

—¿De donde eres?

—Maia...

—Dímelo, por favor—suplica cerrando los ojos por un instante. 

No puedo.

No puedo.

—Prometo no irme—avanza otro paso poniendome en jaque.

—Lo harás.

—No lo haré.

—Cuando sepas de donde vengo, lo que realmente soy, no querrás estar cerca de mí—recito recordando las palabras que me dijo la noche después de la película, hundiendo más el dedo en la herida abierta.

—¿Porqué?

—Porque no soy bueno.

—Claro que lo eres, te he visto...

—No lo soy, no para ti.

—¿De que hablas?—frunce el ceño. 

—Soy un monstruo, Maia, eso es lo que soy—espero ver confusión, sorpresa, molestia, lo que sea, sin embargo se queda quieta en su lugar, luciendo extrañamente calmada.

No creo que entienda lo que estoy tratando de decir.

—Yo...

—Eres un demonio—pronuncia dejándome perplejo. Asiento rígido en espera de que mi única prueba del cielo desaparezca en cualquier momento. En cambio choca contra mí cuerpo aferrándose a él con fuerza, sentir su calor rompe con cualquier muro que pusé entre los dos. 

¿Qué?¿Mierda?

¿Estoy soñando?

—Maia, vengo del infierno, soy tu peor sueño hecho realidad, un demonio—repito seguro que no escucho nada de lo que dije. Mi pecho se agita con violencia sintiendo sus brazos alrededor de mí cuerpo. 

—Ayúdame—suplica llorando.—Por favor ayúdame, Archer. No sé a quién más recurrir.

¿Qué?

Oírla llorar rompe algo en mi pecho, no lo soporto, la separo de mí para verla mejor, lágrimas corren por su bello rostro.

—¿Qué sucede? ¿Te hizo algo el imbécil de William?—hasta pronunciar su nombre me produce arcadas.

Lo voy a matar. Ese humano es hombre muerto.

—No—sorbe su nariz.—Esto es mucho más importante que ese idiota.

—¿Qué tienes?

—Pesadillas—se abraza a sí misma.

¿Pesadillas?

—¿Qué clase de pesadillas?—enarco una ceja. 

—No dejo de tener sueños con el infierno, demonios, almas perdidas...—su labio inferior tiembla temerosa.

Mierda.

Muchas veces torturamos a los mortales entrando a sus cabezas en su estado más vulnerable, dormidos. Les hacemos vivir sus peores pesadillas, algunas veces hasta nos mostramos en ellas para infundir más ese miedo y terror. Algo banal, pero funciona para poner a prueba a los novatos.

—Una voz llama mi nombre y despierto con escalofríos, tengo miedo todo el tiempo, y no he podido dormir bien en días, siento... siento que me estoy volviendo loca.

—Esta bien, puedo ayudarte a detenerlas.

—¿Cómo?

—Velando tu sueño, si estoy yo ahí podré protegerte de ellas.

—¿Eso... eso quiere decir... que tú... dormías... en... mi... cuarto?—sé sonroja.

—Tengo que estar cerca de ti mientras duermas, de otra manera las pesadillas podrán atacarte de nuevo—temo decirle que se trata de mis hermanos, no creo reaccioné bien si lo sabe.

—Esta bien, nos podemos ver en el Malverde a las ocho, te guiaré hasta mi hogar, aunque aún no sé cómo haré para meterte a mi casa—muerde su labio nerviosa, ideando un plan para esta noche. 

No pienso decirle que sé dónde vive, creerá que soy un acosador.

—No te preocupes por eso, solo llévame a tu casa y yo hago el resto.

—Okay, esta bien. Entontes, te veo en la noche, ¿de acuerdo?—luce un poco más tranquila. 

—Hasta la noche—aseguro con un golpeteo fuerte en el pecho. De pronto estoy nervioso, saber que voy a pasar una noche junto a ella me hace sentir un cosquilleo en el estómago. 

Se da la vuelta para marcharse, de pronto se detiene como si hubiera olvidado algo.

—Gracias—sonríe aliviada, el atisbo de una sonrisa se asoma en sus labios.

—¡Maia!—grito antes de que se vaya, la pregunta danzando en la punta de mi lengua.—¿No tienes miedo? ¿De mí?—no puedo creer que acepte así de fácil y rápido, que después de todo este bien con el hecho de que sea un demonio. 

—No. Eres el único en quien confío en este momento.

Me duele el pecho de tan rápido que late el músculo ahí dentro. No puedo evitar sonreír como un completo idiota. 

—Te veo en el bar—me despido planeando que hacer para ahuyentar a mis hermanos sin que se den cuenta de que soy yo. Mi pellejo esta en juego si se dan cuenta que estoy ayudando a mi humana, me mataran antes de que pueda impedir que suban.

 




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