Daemonium

Capítulo 31: Está aquí

Estoy absorto en los colores del cielo hasta que algo por el rabillo de mi ojo capta mi atención, me quedo sin aliento  al verla levitando, aún dormida. ¿Qué mierda está pasando? Parece tener otra pesadilla por la expresión en su rostro. Corro a su lado moviendo su hombro.  

—Maia, despierta—esto no es bueno, no sé cómo hacerla reaccionar. 

¿Acaso está siendo poseída? No, de ser así yo lo sabría. Estoy por tocar su frente para saber lo que sucede ahí dentro, ella abre los ojos de golpe deteniéndome, la sostengo en mis brazos deteniendo su caída. 

—Estabas levitando—le informo parado a un lado de la cama. 

—Está aquí—son las primeras palabras que salen de su boca, mira su alrededor, su cuerpo temblando en mis brazos, sus ojos caen hasta la ventana.  

—¿Quién?

—El apocalipsis, está aquí—baja de mis brazos. 

—¿Cómo lo sabes?

—Puedo sentirlo—acaricia sus brazos viendo el sol naranja pintar el pueblo.—Esa voz… me lo dijo, me explicó que un portal fue abierto, que pronto estará aquí y vendrá por mí.

No sí podemos evitarlo. 

—Es él, Archer. Lucifer, no entiendo porque, pero se comunica conmigo en sueños. 

Mi cuerpo entero se tensa. 

—¿Qué más te ha dicho?

—Nada más, al menos que pueda entender. 

—Buscaré a Eve. 

Salgo del cuarto para ir al de la demonio mayor, toco la puerta una y otra vez, pero no responde. Con riesgo a salir herido, abro la puerta, sólo para encontrar que está vacía, la busco por toda la cabaña, no hay señales del ángel ni de ella. 

—¿Archer?—me llama mi humana en el cuarto.

—¿Que pasa?—regreso con ella.

—Me gustaría ir a casa, si es posible, me gustaría ver a mi familia, también bañarme y cambiarme. 

—Esta bien, te acompaño—no pienso perderla de vista, en cualquier momento puede venir otro demonio a robarme lo más importante que he tenido en mucho tiempo, posiblemente en toda mi vida.

No me despego de su lado, observando todo lo que nos rodea, desconfiando de todo y de todos. Llegamos a su casa, dónde podemos ver a sus padres y hermano moverse adentro. Se detiene abruptamente mirando su casa nerviosa. 

—No creo que sea buena idea que me vean llegar así—baja la mirada viendo la ropa que le robe a Eve. 

Extiendo mi mano esperando que ella la tome.

—Cierra los ojos—ordenó, ella cumple sin dudar. Salto a su cuarto, se tambalea un poco perdiendo el equilibro, la sostengo en mis brazos evitando que caiga al suelo.—Ya puedes abrirlos. 

Lo hace, paseando la mirada por su alrededor. 

—Así, que así es como lo haces. Tengo que aprender a hacer eso—suena un poco animada. 

—Puedo enseñarte cuando quieras, me ofrezco a ser tu maestro personal. 

—Me gusta—sonríe. 

—Te importaría esperar aquí—niego.—Ahora vuelvo.

Desaparece por una puerta, minutos después se escucha el agua caer. Tenerla tan cerca y no poder tocarla como quiero es la tortura peor creada en toda la eternidad. 

Tengo que pensar en estupideces y media para no romper esa puerta y entrar, la puerta al fin se abre revelando una brillante mujer, aúnque sus ojos se siguen viendo atormentados, no me imagino todas las cosas que ha presenciado en sus sueños. 

—Te traeré algo de comer, no te muevas—camina hasta la puerta cuando se lo piensa mejor.—Puedes usar mi baño para asearte si quieres. 

Asiento como un estúpido. 

Sale del cuarto dejando con el fuerte palpitar en el pecho. Bien. Solo es un baño. No es nada nuevo para ti. ¿Qué tan mal puede ir?
 




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