Daemonium

Capítulo 32: ¿Soy un demonio, verdad?

Todo huele a ella. Me gusta eso. Mucho.


Tiene tantas cosas que no sé cuales debo usar, ni por donde empezar. Uno de los botes tiene la palabra "Exfoliar". Vierto un poco en mi mano, tiene una consistencia pegajosa, es azulada con puntos pequeñitos.

Supongo que es para el cabello, limpio mi pelo con eso, enjuagando con el agua que sale de la regadera. Tomo el siguiente bote con el nombre de "acondicionador". ¿Qué mierda es esto? ¿También es para el cabello? Lo vierto en mi mano al igual que el otro, la consistencia de este es más espeso.

¿Me abre equivocado?

Lavo de nuevo mi cabello tallando con fuerza, esta mierda no hace espuma, no importa cuanto talle. A lo mejor esto no es para el cabello, es para el cuerpo. Lo paso por mis brazos, mi abdomen, mis piernas..., quedo todo resbaloso. ¿Asi deberia quedar? ¿Sintiendome baboso y resbaladizo?

Frustrando busco el bote que esta parado al revés con el nombre de "Shampoo" ¿Ahora esto para que sirve? ¿Porque tiene tantas cosas? ¿En verdad las necesita todas?

Escucho la puerta de su habitación abrirse. Enguajo lo que queda de sus productos en mi cuerpo, cierro la llave cortando el agua, busco la toalla enredandola alrededor de mí cintura.

—¿¡Archer!?—grita al otro lado de la puerta. Salgo casi corriendo preparandome para una posible pelea.

—¿Que pasa?—examino su habitacion en busca de algun peligro, lo que sea, mis ojos recaen en ella sin encontar nada, se queda congelada en su lugar, con los ojos muy abiertos.—¿Te duele algo? ¿Te hicieron algo?

—No yo...—carraspea.—Estas desnudo—murmura con las mejillas encendidas.

—No estoy desnudo.

¿De que habla? 

Estoy cubierto por una... no sé en que momento la maldita toalla se cayó al piso. Cargo la toalla envolviéndola alrededor de mi cintura. Diría que lamento el espectaculo que hice, pero estaría mintiendo. Maia parece estar en un especie de trance frente a mí.

—¿Estas respirando?

—Yo... No... Yo... Comida... Traer—balbucea. Volteo a ver el plato en la mesa.

—Gracias. Me visto y salgo para comer juntos.

—Si.

—¿Segura estás bien? Porque estás demaciado roja-la molesto. Me gusta ver como reacciona su cuerpo por mi culpa.

—Deja de preguntar, ve y vistete.

—¿Segura quieres que me vista? ¿No prefieres que me quede asi?

—Eres tan fastidioso a veces—dice molesta, aunque veo el atisbo de una sonrisa asomarse en sus labios.

—Esta bien, no me extrañes que no tardo—le guiño un ojo.

Me cambio rápido, poniéndome de nuevo mi ropa. Salgo para verla sentada en una pequeña silla, en frente de ella tiene una mesita con la comida preparada. Huele delicioso.

—¿Qué es esto?—me siento en la otra sillita frente a ella. Mis pies casi chocan con la mesa, mi trasero está a centímetros de caer al suelo.

—Huevos con tocino y jugo de naranja.

Pruebo su comida, el sabor explota en mi boca, eso llamado tocino es lo mejor de todo.

—Soy un demonio, ¿verdad?—suelta de un momento a otro, tiene toda su atención puesta en mí, dejo a un lado el tenedor con mi comida a medio comer.

—Si—jadea.—Pero también eres humana.

—¿Cómo es eso posible?—me quedo callado, no sé si es buena idea hablar de esto.—Necesito saber quién soy para entender lo que esta pasándome. Necesito que tu me expliques.

Suspiro.

—No sé cómo es posible, pero para que seas mitad demonio, mitad humana significa que tu madre o tu padre son un demonio—lo cual dudo, no siento el poder de ninguno de ellos, al menos que después de todo este tiempo hayan aprendido a cubrir su poder.—Nunca había conocido a alguien que fuera como tu.

Solloza cubriendo si boca.

—Lo siento.

Me levanto de la silla, rodeo la mesa hasta ella, pegándola a mí pecho, acaricio su espalda consolandola, no me gusta verla llorar así, me genera un malestar físico que me ahoga.

—Voy a estar bien, solo tengo que asimilar la idea, pero voy a estar bien—intento alejarme, ella niega aferrándose a mí con fuerza.—Quiero quedarme así unos minutos más, por favor.

Me quedaría así toda mi vida si pudiera.

Su cuerpo poco a poco va relajándose en mis brazos.

—¿Archer?—me llama minutos después en un murmuro.

—¿Si?

—Sé que quizá no es el momento, ni la mejor idea, pero... tu... quisieras... te gustaría...—la separo de mí pecho para verla mejor, buscando en su mirada lo que trata de decirme.—¿Tener una cita conmigo? Algo casual como comer un helado, o ir al parque, o a la feria... Por un momento quiero seguir sintiendome como un humano normal.

¿En serio esta invitándome a salir? ¿A mí? ¿Sigo soñando?

—No tienes que decir nada, esta bien si no...

—Si, a todo.

—¿Si?




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.