Daemonium

Capítulo 34: Guerra

La maldita bala impacta mi cuerpo sin ser anunciada, arde peor que el fuego del infierno, líquido rojo sale del agujero ensuciando mi ropa. 

—¡Archer!—grita Maia impactada. —¡Esta herido!

—Estoy bien.

—Estás sangrando.

Evelyn aparece a mi lado ocultándonos detrás de unos carros, me obliga a sentarme en el piso, se inclina frente a mí analizando la herida. 

—Tengo que sacarla.

—¡Estas loca! ¡Cómo mierda piensas sacarla!

Me ignora atacando mi cuerpo, sus dedos se mueven por mi pecho buscando la maldita cosa que juro se entierra cada vez más. Los disparos no se hacen esperar, Julian se mueve intentando detenerlos aunque sea un momento hasta que esta porquería salga de mi cuerpo. 

—Mierda, mierda, mierda—gruñe Evelyn, puedo sentir como sus dedos resbalan por mi cuerpo, dificultándole la tarea de sacarlo. 

—Date prisa, Evleyn—apremio. No sé cuanto tiempo más pueda soportar el dolor. 

—Si no te movieras tanto sería más fácil—se queja sin apartar la mirada de la herida. 

—Perdóname por respi... ¡Aaahhh!—maldita sea, duele como la mierda. 

Alguien sostiene mi mano con fuerza obsequiándome un poco de consuelo y calma. Abro los ojos encontrando los de Maia afligida por verme así. 

—¡Ya casí!—grita Evelyn hacía Julian. 

—¡Necesito ayuda!—nos grita a todos. 

No eres el único, ingrato. 

¿Qué no ve que tengo los dedos de su amante dentro de mí? Soy yo quién necesita la ayuda.  

Siento la mano de Maia desaparecer, veo sus intenciones de alejarse e ir a ayudarlo, la detengo antes de que de un paso regresándola a mi lado. La necesito conmigo. 

—¿A dónde crees que vas?

—Tengo que ayudarlo.

—Él puede solo, además, Eve ya va a terminar—miro a la susodicha perdiendo la paciencia.—Verdad, Eve. 

Al fin logra sacar la maldita bala de mi pecho, no tardo en empezar a sanar, el dolor se disipa poco a poco. 

—Ya era hora.

—De nada—rueda los ojos levantándose del suelo. 

Desaparece para ayudar al ángel, se mueve con sigilo por todas parte terminando el trabajo mucho más rápido que él. 

—Fácil—la escucho decir, detectando el sarcasmo a kilómetros de distancia. 

—Fácil—responde él destrozando las armas. 

—Dices que es fácil, pero aún no encuentras a Guerra—llevamos horas peleando contra estos humanos, de nada sirve dejarlos inconscientes si no terminamos con el ser que los vuelve a despertar y los hace atacarnos una y otra vez. 

—Claro que lo hago amigo mío, esta por allá—apunta con su dedo índice la dirección dónde se escuchan más disparos. —Se los dije, para dar con él tenemos que dar con el nido de la guerra, tenemos que meternos más a la boca del lobo. 

—Decirlo es más fácil que hacerlo—se queja el ángel acariciando su hombro lastimado. 

—No creo que sea buena idea seguir—interviene Maia llamando la atención de todos.—Creo que él ya sabe que vas a enfrentarlo, es mejor dejar que él venga a nosotros.

—¡¿Qué?!—gritamos los tres al mismo tiempo. 

—Piénsenlo, si los humanos están inconscientes no hay enfrentamientos, peleas, riñas, guerra.

Los tres intercambiamos miradas, tiene razón. 

—No podemos dormir a todos—explica Julian viendo a los humanos, son pocos comparados con la cantidad que sigue despierta atacándose entre ellos. 

—No necesitamos a todos, solo los necesarios para llamar su atención—continua Maia.—Ustedes pueden controlas sus mentes...

—A una distancia prudente y a los ojos—aclara Eve. 

—Puedes entrar a sus cabezas, Eve. Tal vez tu puedas hacerlos venir, reunirlos y dormirlos. 

Si, es posible, aunque eso requiere de mucho poder, tanto que puede lastimarla. 

—Está bien. No perdemos nada intentando—la demonio acepta sorprendiéndonos al ángel y a mí. 

—Eve, es demasiado riesgoso—la detiene el ángel.

—¿Tienen un mejor plan para detener a ese jinete?

Se queda callado sin saber que decir. 

—Tengo que intentarlo, además, Maia lo dijo, solo usaré el poder necesario para atraer a los suficientes humanos para lograr llamar su atención. Puedo hacer esto, Julian. 

—Esta bien, Archer y yo nos haremos cargo de dormirlos. 

—Genial. Más humanos con los que pelear—respondo sarcástico.  

Siento unos labios besar mi mejilla, congelándome en mi lugar. Maia se aparta mirándome con una dulce sonrisa. 

—Solo serán unos cuantos, luego podemos regresar a casa—promete susurrando para que solo yo pueda oírla. Sostengo su nuca pegando sus labios a los míos, esto es motivación suficiente para seguir soportando esta tortura. 

—Empecemos—oigo decir a Eve. Se sienta en medio de la calle dónde es mejor vista. Cierra sus ojos llamando a los humanos. 

Poco a poco comienzan a llegar, Julian y yo nos movemos los más rápido que podemos para neutralizarlos, pero son demasiados. De pronto un estruendo nos detiene alertándonos.

El llanto de un bebé cautiva mi atención, el ángel es el primero en moverse, sin embargo algo no se siente bien. Me acerco a Maia preparándome para protegerla de quién sea. 

—El bebé...—empieza a decir Julian angustiado. 

—Es él—anuncia Evelyn. 

—¿Cómo lo sabes?—pregunta. 

—Yo solo... lo sé.

El llanto se vuelve más fuerte aturdiéndome, es horrible, parece que lo están torturando. Julian se mueve buscando a la criatura, Evelyn tiene que pararse e ir a taclearlo para evitar que se siga. 

—Escúchame, el bebé no es real, esta manipulándote.  

Eve me hace unas señas en dirección a mi humana que empieza a moverse, no estoy seguro de que diablos esta pasando, sin embargo sostengo a Maia entre mis brazos evitando que se mueva. 

Los llantos del bebé se detienen, al igual que los disparos. Unos aplausos, pausados y fuertes, resuenan por el lugar. Distingo a Guerra acercarse hasta mi amiga. 




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