Daemonium

Capítulo 37: Ilusión

Hay muchos humanos dentro, podemos ver sus sombras moverse de un lugar a otro. No tengo idea de lo que está sucediendo ahí dentro, pero estoy seguro que no es nada bueno, hay una razón por la que él es el último jinete en llegar a esta tierra y la mirada incierta que tiene Eve en este momento no ayuda a la sensación de desasosiego que se instaló en mi pecho. 

 

—Es mejor que no entres con nosotros—se gira a ver a Maia a mi lado. 

 

—¿Por qué? Si es porque soy humana…

 

—Hambre es poderoso, te hará sucumbir a tu deseo más profundo y ni siquiera te darás cuenta de ello—advierte. 

 

Maia la mira buscando la manera de convencerla de dejarla ir. 

 

—Pero… te salvé la última vez, yo puedo ayudarte…

 

—Esto no es cómo la última vez. 

 

Sí, Maia tiene sangre de demonio y es más fuerte de lo que creí, pero sigue teniendo su parte humana, no sé si pueda soportar el poder de Hambre. 

 

—Tiene razón—miro a mi humana esperando que comprenda.—Entiendo que quieres ayudarnos, pero esta vez necesito que te quedes atrás. 

 

Maia suspira preparándose para enfrentarme, hablo antes de que tenga oportunidad de decir algo. 

 

—Por favor, ¿por mí y mi paz mental?

 

—Está bien, los ayudaré desde aquí—se queja cruzando sus brazos molesta. 

 

Siento un peso menos encima, saber que ella va a estar bien me tranquiliza, puedo enfocarme mejor en llegar hasta el anillo para terminar con esto de una vez por todas. Sostengo su mentón dejando un beso es sus hermosos labios aunque frunce el ceño molesta. 

 

—No tardo, mi cielo—su expresión se relaja solo un poco. 

 

—Bien, aquí vamos—anuncia Eve viendo el restaurante. 

 

Entramos notando a los humanos que deambulan por el lugar, algunos toman el líquido de los frascos que parece ser alcohol para beber de ellos hasta ahogarse, hay humanos comiendo en la parte de atrás sin parecer tener suficiente, y puedo ver a varios de ellos besarse como si quisiera comerse el uno al otro. Esto es algo que no imaginé ver nunca, no en la tierra al menos. 

 

—Eve.

 

Una gruesa voz se escucha por el restaurante, un hombre aparece sentado en la silla, inclinando su espalda en el respaldo. Luce relajado, como si no fuera consciente del escenario que se desarrolla a su alrededor. 

 

—¿Estabas esperándome?—cuestiona Eve con sarcasmo. 

 

—Sé lo que has estado haciendo.

 

—No esperaba otra cosa, mi nombre ha estado en boca de todos últimamente—Evelyn entabla una conversación con él, mientras yo busco el anillo en su mano y la manera de atacarlo. 

 

Hambre se levanta de su asiento acercándose a mí amiga con cautela, ignorandonos al ángel y a mí por completo. De un segundo a otro puedo ver una llamarada en sus ojos, después todo se nubla. Parpadeo varias veces buscando aclarar mi visión.

 

—¿Qué mierda?—todos desaparecieron.—¡¿Eve?! ¡¿Julian?!

 

No hay respuesta. 

 

Mi corazón se acelera preso del miedo, salgo de aquí buscando a Maia, vuelvo a respirar encontrándola sentada en la orilla de la banqueta esperando por mí. Corro hasta ella gritando su nombre, se levanta para verme con confusión, la abrazo con fuerza, creí que la había perdido. 

 

—Archer, ¿que sucede?

 

—Todos desaparecieron—le anuncio separandome para mirarla mejor. 

 

—¿De qué hablas?

 

—Creo que Hambre hizo algo para…

 

—Gracias por esperarnos—escucho la voz de Evelyn detrás de mí quejándose, sostiene una bolsa en sus manos, mientras Julian la ayuda a cargar otra. 

 

—¿Pero que…?

 

—Me extraño tanto que no pudo esperar para verme—me abraza Maia con una sonrisa enorme en su rostro. 

 

—¿Quién te viera todo cariñoso?—me molesta el ángel. 

 

—Yo… no entiendo qué está pasando—miro a mi novia en mis brazos. 

 

—¿No me digas que olvidaste nuestra cita?—me quedo callado sin saber qué decir.—Iremos todos a la playa.

 

No olvidé, habíamos acordado tener una doble cita hoy, pasamos por la comida en nuestro camino allá. La miro con expresión triste creyendo que lo olvidé.

 

—Por supuesto que no, solo quería una excusa para dejar a este par e irnos solos—le susurro en su oreja antes de dejar un beso. Puedo ver su rostro tornarse rojo. 

 

—¿Me compraste el pie de manzana?

 

Volteo a ver a Julian en busca de ayuda. Asiente discretamente. Suspiro aliviado.

 

—Ten, carga esto—me orden Evelyn golpeando mi pecho con la bolsa. 

 




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.