Daemonium

Capítulo 39. ¿Hacer el amor?

Mantengo mi cuerpo en alerta, no he dormido en lo absoluto manteniendo, cualquiera puede aparecer en cualquier momento, no pienso volver a cometer la estupidez de que vuelvan a atacarla, tendrán que pasar sobre mi cadáver primero. Escucho a Maia removerse en la pequeña cama, a pesar que quiso mantenerse despierta conmigo terminó por quedarse profundamente dormida. 

 

Me mantengo a su lado protegiendo sus sueños, asegurándome de que no tenga ningúna pesadilla. Se ve tan hermosa que no me atrevo a apartar la mirada, acaricio su rostro con cuidado de no despertarla, fallo en mi propósito al verla abrir su ojos, buscándome en la oscuridad de la habitación.  

 

—Me quedé dormida—se disculpa sentándose en la cama. 

 

—Duerme un poco más—mañana tenemos que seguir moviéndonos, no podemos permanecer aquí por mucho tiempo. 

 

—Duerme tú, yo mantengo guardia—se ofrece, aunque puedo ver que sigue cansada.

 

—Yo no necesito dormir.

 

—Pero te he visto hacerlo. 

 

—Eso es porque me gusta dormir a tu lado—respondo sin pensar, lo que la hace mirarme de una forma diferente. 

 

—¿Qué fue lo que viste en el restaurante?—su pregunta me toma por sorpresa.—Quiero saber por qué saliste de ahí tan afectado. 

 

Aparto la mirada sin saber cómo responder. Busca mi mano entrelazandola con la suya, su simple contacto me brinda una paz que jamás voy a ser capaz de entender, y que nunca quiero soltar. 

 

—Sin darme cuenta caí en las manipulaciones de Hambre, cuando volví a abrir mis ojos dejé de ser un demonio que habitaba este planeta para pasar a ser un humano. Pase a tener otra vida, una mejor vida en la que estaban Julian, Evelyn y tú, mi esposa. Habíamos decidido ir a pasar el día en la playa—continuo nervioso, aún sin atreverme a mirarla.—Nos metimos al mar y compartimos un hermoso día, irradiabas luz en ese momento, te veías tan hermosa con tu vientre crecido en dónde descansaba nuestro bebé. 

 

Trago duro, soy consciente de mis lágrimas hasta que Maia las aparta. 

 

—¿Qué pasó después?

 

—Después desapareciste de mis brazos, te busqué pero…—sollozo reviviendo ese horrible momento.—No pude encontrarte, por más que nadaba, por más que gritaba tu nombre no aparecías, hasta que llegue a la orilla, ahí… en-encontré tu cuerpo—siento como vuelvo a romperme en pedazos recordando la impotencia que sentí en ese momento.—No-no estabas reaccionando, no…

 

Siento sus brazos abrazarme con tanta fuerza llorando conmigo, solo con ella me siento seguro de mostrarme así de vulnerable, solo ella es capaz de sostenerme impidiendo que caiga en pedazos, solo ella es el motor que me impulsa a luchar está guerra contra todas las posibilidades que tenemos de sobrevivir. Sostiene mi rostro forzándome a mirarla a los ojos.  

 

—Te prometo que voy a pelear, no voy a dejar hundirme Archer, voy a quedarme a tu lado—asegura antes de apoderarse de mis labios con una fuerza que nubla mi juicio. 

 

—Te amo Maia—expreso con esa calidez, que cada vez se vuelve más familiar, empieza a esparcirse por mi cuerpo. 

 

—Quiero hacer el amor contigo—admite con las mejillas sonrojadas, nerviosa. Frunzo el ceño sin entender.

 

—Creí que ya lo habíamos hecho—sonríe acariciando mi rostro. 

 

—¿Qué crees que es hacer el amor?—cuestiona mirándome con ternura. 

 

—Eso, conocernos para después poco a poco ir creciendo los sentimientos del uno al otro hasta llegar a amarnos como ahora, aunque creo que yo me enamoré de tí desde que te ví, solo que tenía tanto miedo de aceptarlo que intenté negarlo. 

 

—Te amo tanto Archer—me besa de nuevo.—Enamorarme de tí es diferente a hacerte el amor. 

 

—¿En qué sentido?

 

No me responde, en cambio sigue besándome con una pasión que enciende cada fibra de mi cuerpo. No sé lo que estoy haciendo, sin embargo me dejo guiar por ella, poco a poco se encarga de desaparecer la ropa y caigo en cuenta de lo que estoy haciendo. No es la primera vez que estoy con alguien, diablos, en el infierno tenemos fiestas para hacer esto, sin embargo con Maia se siente diferente. 

 

—Cierra los ojos—susurra dejando besos en mis mejillas. 

 

La obedezco como el sumiso en el que ella me ha convertido, puedo sentir una energía diferente fluir por toda la habitación, envolviendome en un aire que me era desconocido hasta ahora. Busco el cuerpo de Maia necesitando sentirla, tocarla, venerarla como la gran mujer que es, la amo tanto que siento mi corazón crecer hasta el punto de sentir que saldrá saltando de mi pecho en cualquier momento. 

 

El calor se hace presente mientras nuestros cuerpos se funden el uno con el otro, moviéndose en perfecta sincronía, el cielo nunca llegará a ser lo que es estar a lado de ella de eso estoy malditamente seguro. Por un momento olvido todo lo que sucede afuera, solo soy conciente de la hermosa mujer que tengo en mis brazos, en satisfacerla como solo ella se merece. 




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.