Daemonium

Capítulo 40: Regreso

Despierto sintiendo a Maia removerse en mis brazos, abro los ojos descubriendo la oscuridad y los rayos rojos cubriendo el cielo, la arena debajo de mí me alerta despertando por completo. 

 

¿Qué mierda?

 

¿En qué momento regresamos?

 

—Maia, despierta—le pido tocando su brazo, me levanto manteniendo la guardia en caso de que algún demonio aparezca de pronto.

 

—¿Qué pasa?—frunce el ceño desorientada. 

 

—Tenemos que irnos—se levanta mirando lo que yo.

 

—¿Qué está pasando? ¿Cómo llegamos aquí?

 

—No hay tiempo para averiguarlo, necesitamos…—antes de que pueda terminar la frase siento un golpe en la mejilla tan fuerte que pruebo la sangre en mi boca. Sin darme tiempo para reponerme siento otro golpe y otro tirándome al suelo. 

 

—¡Basta! ¡Julian, basta!—escucho los gritos de Maia. 

 

¿Julian? 

 

De inmediato siento mi cuerpo arder de coraje. 

 

Maldito ángel traidor. 

 

Regreso los golpes lo mejor que puedo, pronto sangre baña mi rostro al igual que el suyo, puedo ver en su mirada el mismo coraje que vi en la cabana de Evelyn cuando nos encontramos por primera vez. Esquivo y golpeo con fuerza, está más que claro que ninguno de los dos está dispuesto a ceder en esta batalla. 

 

—¡Basta!—Maia nos obliga a separarnos. 

 

—Alejate de él Maia—demanda el ángel listo para volver a atacarme. 

 

—¿Qué te ocurre Julian?—perdió la cabeza. 

 

—¿Cómo sabes mi nombre?

¿Está hablando en serio? 

 

—¿Dónde está Eve?—se supone que deberían estar juntos.

 

—¿Quién?—frunce el ceño completamente perdido. 

 

—Eve—repite Maia consternada. 

 

Que no sea lo que creo que es. Evelyn no pudo hacerle esto. 

 

—No sé de quién me hablas Maia—la desesperación en sus ojos es prueba suficiente de que Evelyn manipulo su memoria. 

 

—Maldita sea Evelyn, que hiciste ahora—nunca había visto que un demonio tuviera tanto poder como para afectar los recuerdos de un ángel, sin embargo Evelyn sigue demostrando que no es cualquier demonio. A pesar de eso estoy seguro que está en peligro, no alejaría a Julian si fuera lo contrario. 

 

—¿Qué pasa Archer?—me pregunta Maia. 

 

—Evelyn, eso pasa. 

 

—Pero…

 

—No puede estar sola con Adam y todos esos demonios, y por muy terca que sea necesita mi ayuda. 

 

—¿De qué estás hablando?—me mira el ángel ajeno a todo lo que está pasando. 

 

—¿Qué es lo último que recuerdas?—necesito saber todo antes de hacer algún movimiento. 

 

—Lo último que recuerdo… estaba paseando por la playa cuando todo se oscureció, creo que me desmayé, cuando desperté me encontré con el cielo rojo, y esa sensación de malestar y angustia por todo el cuerpo, iba directo a mi hogar cuando los encontré a ustedes. 

 

—¿No recuerdas nada más?

 

—¿Qué es lo que tengo que recordar?—pregunta fastidiado. 

 

No sirve de nada seguir discutiendo, es claro que Evelyn se encargó de borrar los últimos meses que interactuamos con el ángel. 

 

—Tengo que ir con ella—me giro en mi lugar viendo a Maia frente a mí.—No puedo llevarte conmigo—respondo antes de que vuelva a pedirmelo.—Estoy seguro que Evelyn esta con Adam, no puedo arriesgarte de nuevo. 

 

—Entiendo—sus ojos se empañan. 

 

Observo al ángel con seriedad. 

 

—Debes protegerla, ¿me entiendes? No puedes dejarla sola a dónde sea que vayan—me mira extrañado, obviamente confundido por lo que está pasando. —Escuchame ángel, no estoy peleando contra tí, de acuerdo, voy a enfrentar a mi hermanos para poder terminar esta guerra, para ello necesito que salves a Maia de cualquier demonio que se acerque. 

 

Asiente sin emitir palabra, procesando lo que estoy diciendo. 

 

—Prométeme que vas a cuidarte—Maia sostiene mi mano con fuerza sin querer soltarla. 

 

—Ve pensando en esas nuevas cosas que vas a enseñarme cuando vuelva—digo para que deje esa expresión de angustia y pueda ver esa sonrisa que me enamora cada día más de ella. No puedo contenerme en besar sus labios guardando el sabor de ellos conmigo.—Te veo pronto, mi cielo. 

 

No conforme con eso vuelve a atacar mis labios hasta que el oxigeno nos falta a ambos. 

 

—Te amo—dice en forma de despedida. 

 

—Si algo le pasa olvidaré el pacto de paz—amenazo al ángel antes de desaparecer.




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