Daemonium

Capítulo 43. Pasado

Me escabullo por los pasillos hasta regresar a las celdas, no tengo idea de que tiene en mente Evelyn, o como piensa distraer a Adam para darme tiempo de salir de aquí con todos los humanos, la sola idea de que este solo con él me preocupa, no quiero que haga algo que la haga arrepentirse después. 

 

—¿Qué haces aquí?—escucho la voz de Jazel, a su lado Giler me mira con superioridad como si fuera mejor que yo, siempre ha querido ser como yo, pero no está ni cerca de estarlo.  

 

No respondo, en cambio me dedico a enfrentarlos sin darles oportunidad de defenderse, los dejo inconscientes en cuestión de minutos. Arrastro sus cuerpos hasta las piedras dónde nadie podrá encontrarlos. Tengo el tiempo encima si quiero lograr sacar a todos de aquí con excito. Aparezco en las celdas asustando a mi humana. 

 

—Es tiempo de irnos—le anuncio desapareciendo con ella primero—No te muevas de aquí—ordeno regresando a las celdas.—Ayudame a sacarlos de aquí—le ordeno al ángel que permanece en su lugar. 

 

—No puedo, marcaron las celdas para que no pueda salir—apunta a los símbolos que rodean el lugar, me encargo de deshacerme de ellos llamando la atención de varios demonios. 

 

—¿¡Qué mierda!? ¡Qué crees que estás haciendo!—gritan varios de mis hermanos corriendo hasta mí para detenerme. 

 

—¡Ahora ángel!—Julian transporta a todos fuera de este lugar, mientras yo lucho contra mis hermanos para detenerlos. 

 

—¡Traidor!—recibo los golpes de mis hermanos queriendo derribarme.—¡Detengan al ángel!— peleo por regresar todos los golpes que puedo, es una pena que haya escondido la daga, me vendría de mucha ayuda en este momento.

 

—¡Es para hoy!—apresuro al ángel. 

 

Las navajas que sostienen mis hermanos cortan mi piel, sangre sale de mis heridas dificultando mi tarea de mantener el control y el conocimiento, puedo sentir mi poder poco a poco debilitarse. Logro arrebatar la navaja de uno de ellos, encajo la navaja en sus puntos débiles derrotando a muchos, pero no es suficiente, pronto tengo a más encima de mí tirándome al suelo. Es difícil pelear contra ellos desde el suelo, mucho más ahora que logran arrebatarme la navaja. De pronto escucho golpes detrás de mí, Julian me ayuda a quitarme a varios demonios de encima. 

 

—¿Necesitas ayuda?—dice ayudándome a levantarme. Evelyn pudo haber borrado su memoria, pero no deja de ser el mismo fastidioso ángel de siempre. 

 

—Salgamos de aquí antes de que más lleguen—respondo sin humor. Desaparecemos al tiempo que una horda llega por el pasillo. Busco a Maia tan pronto aterrizamos, es ella quién corre a búscame. 

 

—¿Qué hay de Eve?

 

—Prometió reunirse con nosotros en una hora. Ahora tenemos que movernos.

 

—¿Dónde? Ya no hay ningún lugar seguro. 

El sonido de un arma me alerta, pego a Maia a mi pecho buscando la persona que porta el objeto, encuentro a un hombre junto a uno más joven que él. 

 

—¿Qué son?—cuestionan apuntando a nuestra cabeza. 

 

—No vamos a hacerles daño—Julian intenta calmar la situación. 

 

—¡¿Qué son?!—insiste el adulto.—Maia, alejate de ellos. 

 

—Cálmate tío, ellos no son nuestros enemigos—mi humana se mueve protegiéndome con su cuerpo para que no puedan dispararme.—Ellos nos sacaron de las celdas en las que nos tenían secuestrados, están aquí para ayudarnos. 

 

—Él es un demonio—responde con coraje. 

 

—Lo sé. Es… mi novio. 

 

—¿¡Qué!?—el hombre la mira como si hubiera perdido la cabeza. 

 

—No. No voy a permitir que la historia se repita—dice captando la atención de ambos. 

 

—¿De qué hablas? 

 

—Papá, tenemos que irnos—le dice el joven a su lado. 

 

El eco de unos ladridos resuenan por la calle, no necesito verlos para reconocer los ladridos de los perros del infierno. 

 

—¡Alejate de él Maia!—insiste de nuevo. 

 

—No—Maia sostiene mi mano con fuerza negada a hacerlo.

 

—Papá, están cerca—lo apresura su hijo. 

 

El hombre se mira contrariado teniendo una lucha interna, maldice moviendo el arma disparando en el acto, siento el cuerpo de Maia tensarse en mis brazos, busca alguna señal de herida en mi cuerpo, pero no hay ninguna hecha por el hombre frente a nosotros. 

 

—Muevanse si no quieren ser la cena de esas bestias—ordena corriendo lejos. 

 

Giro el rostro viendo el cuerpo inerte del perro que mató, miro a Julian a mi lado, después a Maia en mis brazos. Sin tener muchas opciones, sigo al hombre que se dice ser familiar de mi humana, sé que tiene muchas preguntas porque yo igual las tengo y el único que puede darle las respuestas parece ser él. 

Seguimos al joven mientras su padre se encarga de que ningún can se acerque lo suficiente para herirnos. Llegamos a un especie de puerta de metal que conduce a un bunker, el joven maniobra para abrir la puerta, lo ayudo viendo lo pesada que esta. Comienza a halar la puerta esperando que su padre llegue para terminar de cerrarla. 




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