"Sus ojos lucían hermosos, hipnotizantes como los de un ángel caído, disfrazando la crueldad que se esconde detrás de ellos."
—Mi Desesperada Decisión
Melody
Fría nieve...
Era lo único que había a mi alrededor. La nieve se camuflaba con mi ropa blanca, y el insufrible frío quemaba mi piel expuesta debajo de mi corto vestido que llegaba hasta la mitad de mis muslos.
Sin olvidar que los enormes pinos que cubrían el ambiente daban una impresión fantasmal, y todo bajo el brillante lucero de la reluciente luna.
No sabía dónde estaba, pero aparentemente era en un bosque muy familiar, alejado de la civilización.
—Melody. —Oigo la voz de un hombre susurrar mi nombre.
—Melody. —Vuelve a murmurar con una aterciopelada, atrayente y familiar voz— No debiste de ser tan curiosa, mi pequeña.
Noto un atisbo de amenaza en su voz, pero a pesar que buscara desesperadamente con mi mirada a ese hombre, no lo podía encontrar.
Estaba tan desconcertada que, sin darme cuenta, choco con algo a mis espaldas. En un acto reflejo, me volteo a encarar a lo que sea que tengo detrás de mí.
Me sobresalta de inmediato el hecho de que a solo a unos centímetros de mí se encuentra de pie un hombre una cabeza mal alto que yo, por lo que tengo que alzar mi mirada para verlo cara a cara, va todo de negro; iluminado por la luz de la luna parece así un ángel oscuro de la muerte, también luce una chaqueta oscura con capucha, que solo se le puede ver la nariz y la boca, pero lo que más me aterrorizó fue la daga que cargaba en su mano derecha cubierta por un guante del característico color que su vestimenta.
Intento moverme, pero la nieve bajo mis descalzos pies era demasiado gruesa como para permitirme siquiera dar un paso.
—Vaya Melody, mírate ahora; pareces hasta una bella princesa de las nieves —Aparta un mechón rebelde de mi cara, para luego acercarse a mi oreja y susurrar de manera hostil—, pero eso no quita el hecho que no debiste despertar el monstruo en mí —Vuelve a su posición original y me sonrió de una manera muy tétrica, tanto que me produjo escalofríos.
— ¿Qué quieres de mí? —suelto e inconsciente se me quebró la voz mientras decía aquellas palabras.
— ¿Acaso no te han dicho que no debes de meter tus narices en donde no te llaman? —Lo dijo fingiendo pesar por mí.
— ¡¿Qué?! ¡Pero no te he hecho nada, ni siquiera sé quién eres! —reclamo de manera prepotente, sin importarme que mi oponente tuviera un arma.
—Claro que sí me conoces.—Hace una corta pausa, para poco a poco acercarse a mí a pasos lentos— Creo que ese vestido necesita un poco de color ¿no lo crees? —No dije nada, pero eso hizo que su sonrisa se esfumara y en un abrir y cerrar de ojos alza el brazo en donde tenía su daga— Dulces sueños, cariño —Y me atacó sin piedad alguna...
— ¡Melody! —grita desesperadamente mi madre, moviéndome un poco para que me despertara y eficazmente lo hice.
Despierto de esa horrible pesadilla hiperventilando a más no poder y sudando a niveles extremos.
¡Excelente! Apenas despertando y ya un nuevo ataque de ansiedad.
Pude ver la cara preocupada de mi madre a sólo unos centímetros de la mía.
—Shhh cálmate. Respira —habla mi madre con palabras suaves mientras trataba de tranquilizarme, lo cual a la final sí funcionó. Pero de un momento a otro su cara cambia a una más seria.
—Me preocupaste mucho Mel, tuviste de repente una pesadilla y mientras dormías empezaste a susurrar cosas sin sentido —Como yo no decía nada más que mirarla a los ojos, ella prosiguió— Te he dicho que tienes que controlar tus ataques de ansiedad, no puedes seguir así Melody —masculle de forma arisca.
—Buenos días para ti también, mamá —replico con sarcasmo.
—Baja a comer cuando estés lista. ¡Y por favor limpia tu habitación! —Mi madre ignora mi anterior comentario y cierra la puerta tras de sí dejándome sola en mi habitación.
Al instante tomo mi celular de la mesa de noche y salgo de mi cama, soltando un quejido de cansancio. Arreglo un poco mi cama para que se vea un poco más decente y voy en dirección a mi armario. Reviso varios conjuntos para ponerme y luego de tener mi conjunto listo, cierro la puerta del armario con la ropa en mis manos y me encamino en dirección a mi baño.
Cierro la puerta tras de mí y después de unos pocos minutos, ya estoy vestida.
Bien hecho Melody, por estar quedándote todo estos días hasta tarde leyendoahora tienes ojeras.
Pienso mientras me coloco un poco de rímel y delineador, lo que hace que mis ojos verdes resalten más, también oculto con un poco de polvo las pecas que tengo en mis pómulos, pero fracaso en el intento, y por último dejo mi cabello castaño claro suelto haciendo lucir sus ondulaciones.
Salgo del baño lista y un poco más despejada. Arreglo rápidamente mis libros, pero cuando tengo la intención de ponerlos dentro de mi mochila, no la consigo.
— ¿Ahora en dónde puse esa cosa? —hablo conmigo misma.
Empiezo a buscar por todas partes hasta que la veo descansar encima de un estante al lado de mis libros favoritos, por suerte este metro setenta que tengo de altura no me fallan, así que doy un salto y la tomo, pongo todos mis libros dentro de mi mochila rápidamente, y bajo en dirección a la cocina con mi mochila negra con detalles dorados en la espalda.
Cuando bajo hasta el primer piso, más específicamente a la hermosa sala de mi casa, me percato que como dijo mamá o por lo menos eso es lo que escuché en medio de mi "tranquilo y pacífico" sueño fue que mis padres ya se habían ido a trabajar.
Editado: 28.01.2022