Dalarbo Y El Diminuto Reino Del Jardín

Y no voy a olvidarlo...

—Mi nombre es Andrew, tengo 16 años y no voy a olvidarlo...


Podía acariciar la tierra húmeda con mis manos con gran esfuerzo, podía percibir un aroma muy fuerte, a césped recién cortado, podía oír un río o una cascada cerca de mi, pero no podía ver nada, no podía abrir mis ojos, estaba consciente pero dormido al mismo tiempo.

 

—Mi nombre es Andrew, tengo 16 años, una misión y no voy a olvidarlo...

 

No recordaba mi quinto sentido hasta que sentí una mezcla entre agua y té  en mi boca, estaba sediento y sabía cómo gloria.

—Mi nombre es Andrew, tengo 16 años...

Pude recobrar algo de fuerza y alze un poco mis brazos para poder sostener la cantimplora con la que me estaban dando aquel preciado líquido.

—Mi nombre... Mi misión... Yo debo...

No fue hasta que no quedaba una sola gota que pude pensar con cordura y entender alguna palabra que decían mis salvadores.

—Andrew... Yo... Mi bolsillo...

—Es solo un salvaje, no lo pienses mucho y mátalo.

Mis ojos se abrieron de golpe por fin al escuchar aquello y solo pude distinguir a dos siluetas borrosas de pie y un ardiente sol por sobre ellos.
Rápidamente me arrastre hacia atrás con toda la velocidad que mis debilitadas extremidades me permitían. No era mucha, lo cual hizo soltar una carcajada a una de las siluetas que comenzaba a tomar más forma conforme mis ojos se acostumbraban a la luz.

—No pienses que huiras así —dijo la segunda voz con un tono de seriedad en su voz.

Había chocado con un árbol al arrastrarme, y no tenía fuerza para levantarme e huir así que solo pude apoyarme en el tronco y levantar mi mirada hacia mis dos no-muy-salvadores acompañantes.

Una vez mis ojos volvieron a la vida por fin, pude verlos. Un hombre y una mujer con la mitad inferior del rostro tapado, cargando dos robustas lanzas con aspecto extraño apuntándome, pero lo que más me sorprendió fue su vestimenta.

Vestian con lo que parecían ser uniformes militares, un insignia con las siglas "SFL", unas robustas  botas, unos guantes y unos cinturones llamativos con extraños instrumentos en ellos.
¿Lo raro?
Todo parecía estar hecho con materiales demasiado naturales, unas lanzas primitivas al igual que la vestimenta, el uniforme parecía estar hecho de grandes hojas de un tono verde oscuro cubriendo sus cuerpos.
Por detrás llevaban una capucha colgando y además tenian una gran mochila que podría compararse con un caparazón de tortuga partido a la mitad, igualmente, parecía muy primitivo.
¿Sería algún tipo de camuflaje?
De cualquier forma no importaba, por sus miradas estaban apunto de matarme sin antes poder recordar ni siquiera quién soy.

—¡Contesta! —dijo aquel hombre alzando la voz y sacándome de mis pensamientos, regresandome a la realidad, rápidamente abrí la boca queriendo decir algo pero, ni siquiera había escuchado lo que preguntó antes.

—¿Cuál es tu nombre, chico? —habló ésta vez la mujer, quitándose la prenda que cubría su boca, dejando al descubierto sus labios rojos que hacían contraste con su pelo rubio.

—¿M... Mi nombre? —pronuncié al fin, por sus expresiones pude notar que pensaban que era mudo incluso-. Mi nombre es Andrew, y no sé nada más sobre mi.

Sabia que era un chico de 16 años y que mi nombre era Andrew, pero Andrew... ¿Solo Andrew?. A duras penas podía recordarlo. No sé que estaba haciendo antes de despertar aquí, ni sé quién soy.

La mujer suspiró y me extendió una mano, con timidez acepte su ayuda y me puse de pie mirando como su acompañante rodaba los ojos.

—Mi nombre es Greta, un gusto Andrew, el es Marco mi compañero y somos del grandioso escuadrón de exploración de SFL —La mujer hablo con tanta energía y rapidez que me sorprendió, Marco, por su parte no parecía muy amigable.

—¿Por qué te empeñas en hablarle? Es un salvaje, no te escuchará, solo piensan en ser unos idiotas sanguinarios.

—Al igual que tú —Greta lanzó una mirada violenta a su compañero que hizo que sus quejas cesarán.

Yo no entendía nada, ¿Salvaje? ¿Sanguinario? Ni siquiera sabía quién era y apenas puedo recordar mi nombre.

Ellos me estaban examinando con la mirada tanto como yo a ellos, notaba que sus ojos lucían amenazantes pero al mismo tiempo, curiosos  Solo fue Greta quién rompió el silencio.

—¿De donde sacaste esa ropa? —Un tono de curiosidad que la delató se escuchaba en su voz al señalar mi vestimenta, baje la mirada y noté lo que vestía, una camisa a cuadros casi destrozada, un pantalón negro oscuro y unas ligeras botas del mismo color de mi pantalón. ¿Qué era lo raro? ¿Mi camisa en mal estado?.

—No lo sé, ¿Hay algún problema? —traté de sonar amable pero mi pregunta al parecer, hizo enfadar al tal Marco que se dirigió hacia mí hirviendo de furia.

—¡Que es ropa de gigantes, chico!. ¡Ese es el problema y la razón por la cual aún no e clavado mi lanza en tu estómago!  —Había tirado su lanza para sostener el cuello de mi camisa con ambas manos—. ¡Solo nos estás haciendo perder el tiempo!.

—¡No tengo idea de que me estás hablando ni se quienes son! -dije cerrando los ojos con desesperación hasta que sentí que se había calmado y me iba soltando poco a poco, Greta lo apartó por completo.

—Andrew, te llevaremos con el capitán de nuestra unidad él sabrá que hacer, pero primero, ponte algo más decente por dios —Greta abrió el caparazón-mochila de su amigo y saco de el un conjunto del mismo tono verde oscuro de sus uniformes y me lo lanzó.

 

—¿Qué es esto? ¿Un montón de hojas? —Greta rió—.

—No, en realidad solo es una.
 

Pensaba que todo esto era algún tipo de broma muy elaborada pero eso no explicaba porque estaba en medio de un bosque, un bosque muy extraño.
Me fijé en el ambiente que nos rodeaba por primera vez, este no era cualquier bosque, no había árboles, eran solo gigantescas hiervas en una forma y patrón extrañamente familiar que rodeaban el pequeño claro dónde nos encontrábamos.



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En el texto hay: aventura, magia, acción y muerte

Editado: 24.01.2021

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