Después de haber recibido la respuesta de Patrizia, Petronilla fue inmediatamente en dirección al palacio.
Petronilla comenzó a sonreír en el momento que vio a su hermana, la cual había extrañado tanto.
Patrizia también recibió a su hermana con una expresión alegre.
"¡Nilla!"
"¡Rizi!"
Solo habían estado separadas por una semana, pero para cualquier observador externo, parecería que su última reunión fue hacía ya años.
"¡Mi hermana es la reina!"
Dijo Petronilla con emoción.
"Oh, Dios, ¡Rizi! Espera, ¿No debería llamarte su Majestad la Emperatriz?"
Patrizia golpeó suavemente a su hermana.
"No, Nilla, llámame como siempre. Incluso aunque sea la reina, eso no cambia el hecho de que eres mi hermana."
"¿Cómo puedes decir eso?"
Regañó Petronilla.
"Bueno, lo consideraré cuando estemos a solas."
"Muy bien. Ah. Por favor, siéntate, hermana. Tus pies deben estar adoloridos."
Patrizia le ofreció un asiento a Petronilla y luego le pidió a Mirya algo de té.
La dama de compañía dejó el lugar y regresó rápidamente con dos tazas calientes.
Petronilla tomó unos cuantos sorbos y luego miró a Patrizia.
"Entonces, ¿Cómo pasó, Rizi? Sé que la decisión es del Emperador, pero él no te hubiera elegido, si no hubieras conseguido buenos puntajes."
"No estoy segura."
Admitió Patrizia.
"No lo hice bien en las primeras dos pruebas. De hecho, el puntaje de la señorita Tricia fue bastante alto, así que pensé que ella sería la reina."
La tercera prueba tuvo muchísimo impacto por alguna razón, pero Patrizia no le quería decir eso a Petronilla.
"Hoo, ¿En serio? Entonces... tal vez le gustas al Emperador, Rizi."
Dijo Petronilla.
"..."
La expresión de Patrizia estuvo a punto de oscurecerse, pero pudo mantener una expresión neutral.
¿Le gustaba al Emperador?
Patrizia comenzó a reírse de manera irónica cómo si hubiera escuchado una broma.
Sin embargo, ignorando la reacción de Patrizia, Petronilla siguió con el tema.
"Mira cómo te ríes. ¿Por qué no habrías de considerarlo? Puede que su Majestad se haya enamorado de ti."
"Hermana..."
Comenzó a decir Patrizia.
"¿No recuerdas los rumores?"
Patrizia por fin habló del tema tabú y su expresión se volvió seria.
"Su Majestad ya tiene una enamorada. Para que él me elija..."
Patrizia se detuvo.
¿Por qué la había escogido?
Su familia estaba en el puesto más bajo en el rango de los nobles y pudo haber elegido en cambio a la señorita Arjeldo o a la señorita Vasi.
¿Acaso había alguna razón especial por la cual la había elegido para reina?
Patrizia de nuevo se sentía intrigada al respecto, pero trató de dejarlo de lado.
Incluso si se pusiera a pensar en la razón, no había manera de que lo descubriera, a menos que le pregunté al Emperador directamente.
"...Debe haber sido un error, Nilla."
Concluyó Patrizia.
"No espero nada del Emperador."
Después de todo, ¿Qué podía esperar de un hombre que ya estaba enamorado de su concubina?
E incluso si lo hiciera, no tendría nada que ver con ella.
Patrizia siguió hablando con el brillo de sus ojos ahora extinto.
"No voy a tener la clase de romance con el que has estado soñando. El Emperador no es mi caballero en brillante armadura. Todo lo que espero de este lugar es..."
Patrizia se detuvo por un momento y luego continuó.
"Solo ser una reina respetada. Eso es todo."
Ahora que lo había dicho en voz alta, su futuro sonaba bastante negativo y lúgubre.
La expresión de Petronilla se entristeció.
Comenzó a sentir una ola de tristeza al escuchar que en el matrimonio de su hermana no habría nada de amor.
"Rizi... ¿Te sacrificaste por mí?”
Preguntó Petronilla.
Patrizia agitó su cabeza.
"No es tan noble como lo haces ver."
Si esto era un sacrificio, entonces el que Petronilla se convirtiera en la candidata a reina en su anterior vida también fue un sacrificio.
Fue algo así como perder la lotería el que Patrizia se convirtiera en la reina.
Patrizia sonrió rígidamente y cambió el tema.
"Vamos, hablemos de otra cosa."
Su tiempo juntas era demasiado precioso como para hablar de un hombre que no estaba interesado en ella.
"¿Nuestros padres lo saben? ¿Cuándo van a venir?"
"Por supuesto que lo saben. Ellos preguntaron cuándo podrían venir de visita. ¿Cuándo sería mejor?"
"Siempre es un buen momento. Bueno... espero que puedan venir pronto. Los extraño a ambos."
"Muy bien, les diré."
Dijo Petronilla alegremente mientras colocaba su taza vacía sobre la mesa.
"Todavía tengo mucho tiempo. Me quedaré hasta el atardecer. ¿Te parece bien?"
Patrizia sonrió ampliamente y asintió.
"Por supuesto."
***
Petronilla mantuvo la promesa que le hizo a su hermana.
Justo antes de que atardeciera, Petronilla dejó el lugar en el que Patrizia se estaba hospedando para poder llegar a casa antes de que estuviera totalmente oscuro.
En el camino que salía desde la habitación de Patrizia había un pequeño y apartado jardín.
Petronilla lo había visto cuándo llegó, pero ahora podía permitirse pasear a través de él y disfrutar de su belleza.
El jardín tenía un encanto diferente durante el atardecer.
Las flores brillaban con tonos luminosos al reflejar los rayos del sol agonizante.
Petronilla sonrió y cogió una rosa de un macizo.
Los colores rojos eran mucho más vívidos en este momento del día.
"Podría ver estas flores todos los días, si viviera aquí."
Susurró Petronilla.
Levantó la mirada y sus pasos se detuvieron repentinamente.
"¿Qué...?"
Petronilla había tropezado con una escena peculiar por accidente.
Se agachó detrás de unos arbustos y luego sacó un poco la cabeza para ver a un hombre y una mujer caminando en su dirección.