Era algo cruel, pero él podía hacerlo.
El asalto continuo rompía el sentido del bien y del mal de una persona, y cuando se golpeaba el cuerpo, la moralidad era inútil para salvarlos.
Para el chico de entonces, esa idea era su mecanismo de defensa.
Creía que realmente podría morir si Alisa le pegaba más.
"Su Majestad... pe-pe-perdóneme."
Se las arregló para decir con sus labios magullados.
El azote se detuvo inmediatamente.
Eso no significaba que su cuerpo no doliera como el infierno, y el dolor a menudo llegaba tarde.
La sangre goteaba de las heridas del chico, y Alisa sonrió dulcemente.
"¿Debo parar?"
"Perdonadme, Majestad... por favor perdonadme..."
"Entonces, ¿Matarás por mí?"
Ella puso una espada larga en su mano.
Casi la dejó caer, pero no quería saber qué tipo de castigo le infligiría si lo hacía.
Apretó su mano en el mango de la espada.
La Reina Alisa se inclinó y cantó con una voz melosa.
"¿Quieres que me detenga?"
"Heug... sí, Su Majestad. Por favor."
Suplicó el chico, pero Alisa actuó como si no le importara lo que él dijera.
"Entonces mata."
"..."
"Tienes un minuto para quitarle el aliento a esa mujer."
"Ah..."
El niño miró a su madre desesperada, pero ella parecía completamente tranquila, como si no acabara de hacer una locura al ordenarle a su hijo que matara a alguien.
El corazón del niño se hundió mientras consideraba sus opciones.
Si no mataba a la mujer, los castigos seguramente comenzarían de nuevo, y tal vez realmente moriría.
No quería sufrir más ese terrible dolor.
"Eu-heuheuheug."
Lentamente levantó la hoja del suelo, un sonido se desprendió de su garganta el cual no sonaba ni a humano ni a bestia.
Sus piernas temblaban violentamente de dolor, y se preguntaba si un hueso estaba fracturado.
Las mejillas del chico estaban manchadas de lágrimas y sangre mientras se acercaba a la mujer atada a la silla.
Ella estaba cubierta por la tela blanca, pero también parecía conocer la muerte inminente que tenía ante ella.
El paño blanco estaba mojado donde sus ojos estarían.
"Lo siento."
Dijo el chico.
Quería vivir.
Quería vivir.
Lo sentía.
Nunca podría perdonarse por haberla matado.
Nunca...
*Apuñalar*
*Apuñalar*
*Apuñalar*
*Apuñalar*
Perdió la cuenta de cuántas veces pasó su espada por el cuerpo de la mujer.
Parpadeó mientras la sangre salpicaba su cara.
No fue hasta que el paño blanco se empapó de rojo que finalmente se detuvo, entonces dejó caer la espada con una mirada en blanco en su cara.
La hoja cayó y salpicó sangre en el suelo.
La sangre también manchó las piernas, la cara y el cuerpo del chico.
Volvió los ojos hacia Alisa, con la boca abierta como un tonto aturdido.
Ella estaba sonriendo.
El chico sintió que se había vuelto loco.
Pensó que Alisa también debía estar loca.
La mujer estaba muerta.
La había matado después de que Alisa se lo ordenara.
Aunque Alisa no lloraba ni reía, tenía una amplia sonrisa en su rostro.
¿Estaba feliz de que una persona acabara de morir?
El chico habló con una voz rajada.
"Ahora..."
"..."
"Perdonadme..."
"Lucio".
Alisa se rió un poco y se acercó a él.
El chico ya no tenía fuerza en sus miembros.
Si ella decidía pegarle ahora, él realmente sentía como si fuera a morir o tal vez quería hacerlo.
Miró fijamente a Alisa con ojos ahuecados mientras avanzaba hacia él.
Su sonrisa era aterradoramente hermosa.
"Felicitaciones. Por fin le has quitado la vida a alguien."
"..."
Estaba celebrando algo que una madre nunca debería celebrar con su hijo.
Con sus palabras, el niño comenzó a sollozar.
Alisa frunció el ceño como si encontrara el ruido irritante.
Sin embargo, esperó pacientemente, y cuando su llanto se calmó, volvió a hablar.
"Lucio."
"..."
"¿Le podrías quitar la tela que la cubre?"
"..."
"Ahora."
Eso era lo último que el chico quería hacer.
Sin embargo, ya había matado a una persona, y no había nada peor que pudiera suceder en este momento.
Estiró sus temblorosos dedos, y retiró la sábana manchada de sangre.
El cadáver tenía los ojos vidriosos y las lágrimas manchaban sus mejillas.
Las otras damas de compañía a su alrededor parecían enfermas, pero el chico, responsable del asesinato de esta mujer, no sintió nada.
Su mente ya estaba completamente abrumada, y todo lo que quedaba era el vacío.
"Ella está muerta."
Dijo entumecido.
"Sí, está muerta."
Dijo Alisa con una sonrisa.
"Lucio."
Dijo luego con voz amable.
"..."
"Lucio."
"...Sí."
"¿Sabes quién es esta persona?"
Al escuchar la pregunta, el chico estudió a la mujer muerta por primera vez.
Parecía de la misma edad que Alisa.
Su rostro era hermoso, y su vestido liso y color crema indicaba que posiblemente era una dama de compañía.
"...¿Es una dama de compañía?"
Preguntó el chico con una voz sin emoción.
"Similar a eso. ¿Qué podría ser?"
"..."
El chico no tenía ninguna curiosidad, para ser honesto, y sólo quería limpiarse rápidamente la sangre e irse a la cama.
No, tal vez sólo quería morir.
Sólo quería escapar de esta situación, incluso por un momento.
La lluvia se fortaleció en un diluvio, y los relámpagos se esparcieron por el cielo.
Las damas de compañía movieron sus pies como si quisieran irse, pero no podían hacer nada sin el permiso de la Reina Alisa.
La lluvia era un rugido sordo en el oído del niño, y Alisa se inclinó con una sonrisa y le susurró.
"Ya que hoy es tu cumpleaños, ¿Quieres que te cuente una historia divertida?"
"..."
"En realidad no te di a luz, dulce niño."