Historia 1 - Los Muertos Viven En Los Recuerdos De Los Vivos
Rosemond Mary La Phelps había estado últimamente por las nubes.
Eso era porque su mayor enemiga política, la antigua reina Petronilla, había sido ejecutada recientemente.
Ningún noble en su sano juicio trataría de poner a alguien más que Rosemond como la nueva reina.
Por ende, a menos que algo inesperado pasara, Rosemond sería nombrada reina de Mavinous.
La posición que había deseado por tanto tiempo, tanto que incluso se preguntaba si la felicidad que estaba por venir había valido todo el dolor que había sufrido.
"¿Cuándo anunciará El Emperador a la nueva reina? Glara, él no va a dejar ese puesto vacío por mucho tiempo, así que, probablemente lo anunciará pronto, ¿No?"
"Tiene razón, señorita Phelps."
La expresión de Rosemond se endureció ante las palabras de Glara.
"Glara, ¿No deberías ya estar refiriéndote a mí como su Majestad? Si no puedes arreglar ese hábito, entonces supongo que no vas a necesitar lengua. ¿Acaso tendré que cortarla?"
Las rodillas de Glara temblaron de terror.
"Lo- lo siento, mi se... no, su Majestad. Fui una ignorante... Perdóneme."
Rogó Glara.
Rosemond suspiró con arrogancia, luciendo lo suficientemente complacida.
"Bien. Tienes que ser más cuidadosa con lo que dices de ahora en adelante, Glara. ¿Entendido?"
"Sí, su Majestad. Me aseguraré de ello."
"Sí. Espero que lo hagas."
Solo entonces Rosemond estuvo satisfecha y comenzó a limar sus uñas con una expresión relajada.
"Quizás su Majestad tenga algo que decirme. ¿Te parece si vamos al Palacio Central?"
***
Sin embargo, cuándo Rosemond llegó al Palacio Central, descubrió noticias poco satisfactorias.
"¿A qué te refieres con qué no puedo entrar?"
Exigió Rosemond.
"Su Majestad está... muy cansado ahora."
Respondió una dama de compañía.
"Pero es de día."
"Su Majestad dijo que se sentía muy cansado y que tomaría una siesta. Señorita Phelps, lo siento, pero su Majestad ordenó que no la dejáramos entrar."
"¿Qué?"
Chilló Rosemond.
Esto no debería estar pasando.
"Soy la persona que se convertirá en la reina de su Majestad. ¿Pero no me dejarás entrar?"
"No desafiaré las órdenes del Emperador. Lo siento, mi señora."
"...¡Agh!"
Un ruido familiar vino desde el interior de la habitación.
La expresión de la dama de compañía se contorsionó, mientras la de Rosemond se iluminó.
Esa era su oportunidad.
Rosemond miró expectante a la dama de compañía, quien bajó su cabeza por la vergüenza.
Rosemond habló con voz suave.
"Su Majestad está teniendo otra pesadilla."
"...Entre, por favor."
Dijo finalmente la dama de compañía.
Ella no tenía otra elección en estas circunstancias.
Solo había una persona en todo el imperio que podía calmar la locura del Emperador.
Rosemond caminó orgullosamente hacía la puerta y la abrió sin dudar.
Le dijo a la dama de compañía que no dejara entrar a nadie y entonces entró.
"Su Majestad."
Dijo Rosemond con voz ronca.
Rosemond contempló la forma afligida de Lucio frente a ella, luego caminó hacía con gracia y con sus labios formando una sonrisa.
Lucio probablemente no sabía que tal feliz era Rosemond de ser la única que podía verlo así, que podía arreglarlo.
Rosemond se sentó en un lado de la cama con una sonrisa.
"Eueug..."
Estaba teniendo una pesadilla.
Aún no había despertado, pero su cara se retorcía de dolor.
Desafortunadamente, Rosemond no sentía simpatía por su dolor, no, ella no podía entenderlo en absoluto.
"Su Majestad."
Susurró con afecto mientras acariciaba su mejilla.
"¿Por qué estás tan asustado de tus sueños?"
"Euugh..."
"¿Estás soñando sobre la reina Alisa de nuevo? ¿O...?"
"Haa... Rei..."
"..."
"Reina..."
En el instante que esa palabra salió de la boca de Lucio, la sonrisa desapareció de la cara de Rosemond.
Lucio nunca llamaba a Alisa "Reina" cuando tenía pesadillas.
El nombre con el que se refería a ella había sido siempre "Madre."
La expresión de Rosemond se contorsionó con furia mientras miraba cómo se movía la boca de Lucio.
"Por favor... no..."
"¡Ha!"
Dijo Rosemond burlonamente.
¿Eso era lo que pasaba?
No estaba soñando con Alisa, sino con Petronilla.
¿Después de que ella muriera?
Rosemond siguió mirando a Lucio con ojos fríos.
Ella no se sentía bien. Pero, ¿Por qué?
"Soñando con Petronilla... ¿¡Por qué estás soñando con una mujer que mataste!?"
"¡Aaaaagh!"
Gritó Lucio con dolor.
Rosemond lo miró con desanimo y luego lo calmó suavemente.
"Calma, su Majestad."
"...¿Rose?"
"Sí, su Majestad."
La frialdad de antes fue remplazada por una amplia sonrisa.
Ella le susurró:
"Shhh, su Majestad. Tuviste una pesadilla. Pero ahora estoy contigo, así que, ya puedes relajarte. Todo está bien."
"..."
"¿Fue un sueño muy malo? Te ves muy pálido."
"...Fue acerca de la antigua Reina."
Respondió Lucio con honestidad.
Rosemond ya lo sospechaba, pero eso no la hizo más feliz.
Forzó una expresión neutral.
"Oh, ¿La antigua reina? ¿Qué pasaba en el sueño?"
"...Solo."
Dijo Lucio evasivamente.
"No fue mucho."
"..."
Ah, esto era incluso peor.
Lucio estaba guardando un secreto.
Rosemond no quería que hubiera secretos entre ellos.
Por supuesto, ella tenía una o dos cosas que no quería que él supiera, pero esperaba que él no tratara de ocultarle mucho a ella.
Ella esperaba egoístamente por ese tipo de relación.
Una relación en la que ella pudiera ocultar cosas, pero él no.
Una relación en la que ella tuviera una posición superior.
Editado: 02.08.2024