Capítulo 7:

- Esmeralda, ya te dije que tienes que comer.

- No tengo hambre.- Dice esta mirando su plato con desprecio.

- No te voy a dar dulce después.

- Estás mintiendo, no hay dulce.- Me dice ella levantando las cejas y cruzando los brazos.

- Cariño, para tu información, te iba a llevar a comprar helado.- Le contesto y ella empieza a mirar su plato con más interés.

- Bueno, pero solo voy a comer un poquito.

- Si sigues comiendo tan poco te vas a quedar como una tabla.- Ella me mira y luego se levanta unos minutos, seguro fue a mirarse en un espejo.

- Voy a comer, pero solo por el helado.- Yo le doy una sonrisa y reviso mi Instagram mientras ella come.

- Ya terminé, vamos a comer helado.

- Voy a dejar una nota para que sepan donde estamos.- Digo buscando un papel.

- No hace falta, mi hermano y me mamá van a llegar tarde.- Yo me dejo convencer ya que la heladería es a cuatro cuadras, no nos vamos a demorar mucho.

Salimos de la casa y vamos caminando hasta la heladería, cuando entramos elegimos nuestros helados, el mío es de chocolate con chispas y el de Esmeralda es de fresa con trozos de chocolate. Regresamos a la casa mientras me cuenta del colegio, al final aprobó Matemática.

Cuando estamos a menos de una cuadra de la casa vemos a Darcel, bueno, lo ve Esmeralda, porque yo no me había dado cuenta. Él llega hasta nosotras y cuando lo miro me doy cuenta de que se ve muy preocupado.

- ¿Estás bien? .- Le pregunta a su hermana y la examina con la mirada, se nota que está nervioso.

- Sí- Dice ella mirándolo.

- ¿Dónde estaban?.- Grita Darcel, mirándome con tanta fuerza que parece querer matarme.

- Habíamos ido por unos helados.- Contesto tratando de no alzar la voz.

- Podías haber avisado, me he vuelto loco buscándola.- Tiene la mandíbula apretada.

- Esmeralda, déjame hablar con tú hermano un momento.- Cuando ella camina los pocos metros que hay hasta la casa y entra, yo dejo de fingir unas sonrisa.

- Iba a dejar una nota, pero la niña me dijo que venían tarde y como nos demoraríamos poco, no lo hice.- Digo mirándolo, tratando de no perder la paciencia.

- ¿Le estás echando la culpa de tu irresponsabilidad a mi hermana? .- Esto es el colmo.

- Mira, yo no le estoy echando la culpa a nadie, yo asumo que me equivoqué, pero está bien, lo siento.

- ¿Qué lo sientes?, he pasado tremendo susto cuando entré y no la vi.- Él se pasa incontables veces una de sus manos por el pelo y tira de el.

- Lo siento, sé que estás muy preocupado por lo del otro día, pero sabías que estaba conmigo.- Trato de que entre en razón y se relaje.

- Eso no es seguro de que esté bien.- Suelta y yo abro la boca sin poder creerme lo que dijo. ¿Entonces no confía en mí? . ¿Piensa qué podría hacerle daño a la niña? .

- Yo no quise...- Se apura en decir, pero ya es tarde, ya lo dijo.

- No te preocupes, ya entendí.- Lo interrumpo y me doy la vuelta, escucho una maldición detrás de mí, pero él no me dice más nada. Dejo que mis pasos me guíen hasta mi casa.

Es inmensa la rabia que siento, ¿cómo puede pensar qué yo le haría algo a la niña?, al contrario, la cuidé cuando su madre y su él no tenían tiempo, y eso es casi siempre, sobre todo la primera. Me duele que piense así de mí, tal vez me está culpando del golpe del otro día, y de que haya estado decaída las semanas anteriores . Admito que tenía que haber avisado, pero eso no le da motivos para decirme todo lo que dijo y mucho menos para gritarme.

Ha pasado una semana desde que discutí con Darcel, Esmeralda me ha llamado miles de veces, pero no le he contestado. Ayer al final se apareció en la cafetería y le tuve que decir que no podía cuidarla más.

Hoy es sábado, mis abuelos me dijeron que no tenía que trabajar, pero a cambio debía ir por la tarde a entregar un pedido para una fiesta. Bajo a la jardín y me pongo a hacer distintos trazos en una hoja de mi cuaderno, esos pequeños trazos se van convirtiendo en figuras. Hasta que media hora después había pintado la casa de al frente, con su jardín lleno de rosas y la señora que se sienta con su balance todas las tardes. Mi abuela dice que antes de que ellos se mudaran ella ya vivía aquí.

Cruzo la calle con el dibujo en la mano, y me acerco a esa casa que pinté hace unos momentos.

- Buenas tardes.- La mujer me miró cuando le hablé y me sonrió.

- Hola, ¿deseas algo? .- Me pregunta con una sonrisa.

- Es que acabo de pintar esto y quería regalárselo.- Le entrego el dibujo.

- ¿Cómo te llamas? .

- Eleena, soy la nieta de Julio y Gema.

- Oh, ellos parecen personas muy simpáticas.- Mira el dibujo por primera vez y su una arruga en su frente se hace más visible.- ¿Me veo así cuando pienso en él? .

- ¿En él?- Pregunto, no me juzguen, soy muy curiosa.

- Sí, en Jose, era mi esposo. Él ya no está.- Dice y veo como sus ojos verdes se opacan.- Lo conocí cuando yo tenía diecinueve, él era periodista, había venido a hacer una investigación sobre el pueblo. La primera vez que lo vi yo estaba cuidando el jardín de mi antigua casa- Su mirada se pierde en el vacío, recordando.-...él me preguntó por una dirección, durante esa semana pasó todos los días por enfrente de mi casa en las tardes y me saludaba. Una semana después me pidió salir y acepté.- Me siento en el balance que está a su lado mientras la escucho.-Él tenía su vida en su país, dos semanas después regresó a allá. Nos mantuvimos escribiéndonos cartas, todavía las guardo.- Una pequeña sonrisa se dibuja en sus labios.- Seis meses después volvió y esa vez si fue definitivo.

Sonreí cuando escuché toda la historia, quien se abría imaginado que esa señora guardaba en su pasado una linda y verdadera historia de amor.

- ¿Sabes?, creo que sigo pasando las tardes en este viejo jardín, porque nunca pierdo las esperanzas de verlo aparecer.-Sus ojos se fijan en mí mientras habla y veo como se le escapaba a una lágrima solitaria.