Darcel

Capítulo 40:

 Trato de concentrarme en el capítulo de The Vampire Diaries e ignorar el hecho de que tengo a Darcel sentado al lado, con nuestros brazos rozandose. Sí, sé que ahora se estarán preguntando cómo es que terminamos los dos viendo un capítulo de The Vampire Diaries sentados en el  mismo sofá, para eso solo les tengo una respuesta y es Esmeralda.

 Logré  que terminara de recoger su habitación, la cual estaba hecha un completo desastre, a cambio de que cuando terminara veríamos un par de capítulos de The Vampire Diaries. Así fue como terminamos sentadas, ella en un sillón y yo en el sofá, con todas las luces de la sala apagadas para poder ver mejor. Con lo que no conté es que Darcel bajara precisamente a los cinco minutos de su habitación y se sentara justamente a mi lado en el sofá. ¿Desde cuándo le gustan las series de vampiros? .

 Desvío la mirada hacia la rubia que también decidió unirse a ver la serie. La cual, por cierto, bajó junto con Darcel del segundo piso. No es que estuviera atenta, es solo que me di cuenta.

 Veo a Miranda inclinarse  hacia Darcel y decirle algo en el oído. En la hora que llevamos en la sala no ha parado de lanzar comentarios tontos para reclamar la atención del trigueño que tengo al lado, él cual no se ha dado cuenta o la está ignorando olímpicamente. No voy a negar que la situación me divertía un poco al principio, aunque ahora me estoy preguntando si no se cansa. 

 Escucho a Darcel decirle algo en voz baja, pero no llego a oír porque en ese momento Esmeralda decide hablarme de lo mucho que le gusta Daemon. 

 Veo por el rabillo del ojo como la rubia se pone de pie y se aleja, me imagino que a la cocina. Lo que me sorprende es cuando siento como el espacio a mi lado queda libre, indicándome que Darcel también se ha levantado.

 Miro fijamente a la pantalla, tratando de volver a concentramos en la serie, pero mis pensamientos se desvían hacia fuera de la habitación.

-Esmerlada, ¿quieres que te traiga agua o un poco de jugo? .

 Veo a Esmeralda con sus ojos pendientes de lo que está pasando en la serie sin mostrar indicios de haberme escuchado.

 -Esmeralda, te estaba preguntando si querías…

- Si si, tráeme un vaso de jugo…por favor.- Me contesta  sin siquiera molestarse en mirarme. 

 Cuando me levanto del sofá siento un calambre en toda la pierna derecha, pero de todas formas camino hacia la cocina esperando que se me pase. 

 Mientras me alejo de la sala siento unas risas procedentes de la cocina y una sensación agria se instala en lo más alto de mi estómago, pero sin duda no se compara al hueco inmenso que siento cuando me asomo a la cocina y veo como Miranda se acerca hasta envolver las manos detrás del cuello de Darcel y alzarse para unir sus labios. Sin pensarlo me doy la vuelta y subo al segundo piso para entrar al baño. 

 Darcel: 

 Regreso a la sala con cuatro vasos de refresco y Miranda a mi lado trae un plato con sándwiches. Recorro toda la habitación buscando a Eleena con la mirada, pero a la única que veo es a mi hermana.

-Le pedí a Eleena un vaso de jugo. Este refresco no me gusta.- Esme reclama mirando los vasos que acabo de traer.

- ¿Eleena fue a buscarte algo a la cocina? .- Le pregunto a mi hermana que ha vuelto a sentarse en el sillón de la esquina para ver la serie.

- Me preguntó si tenía sed y le pedí un vaso de jugo.- Le dio pausa a la serie y tomó uno de los sándwiches caminando hacia la cocina, me imagino a buscar el jugo que tanto le gusta.

  Salí de la sala escuchando a Miranda decir algo a mis espaldas, pero no hice ni el intento de prestarle atención. Subí al segundo piso y entré a la habitación de mi hermana esperando encontrarme a Eleena allí, pero no había nadie. 

Caminé hasta el baño y toqué la puerta que se encontraba cerrada.

-¿Eleena? ¿Estás ahí dentro? .

-Ahora… ahora salgo.- Sabía que era su voz, a pesar de sonar tan apagada que tuve que pegar el oído a la puerta para escucharla.

 Apoyé un hombro en la pared de al lado de la puerta esperando a que saliera. 

 La vi salir a los segundos con la mirada clavada en el suelo como una niña que acaba de hacer algo malo y se siente arrepentida. 

Lo que sucede es que probablemente el único que se tenía que sentir arrepentido de algo era yo.

-Eleena, mírame.- Lleve una mano hacia su barbilla para intentar que levantara el rostro.- ¿Estás bien? .- Me sentí estúpido al hacer esa pregunta cuando sus ojos se encontraron con los míos, tenía las pestañas más oscuras y ligeramente unidas como si hubiera estado llorando y sus ojos estaban ligeramente enrojecidos. 

Por supuesto que no está bien

Y por un momento me vino a la mente la razón por la cuál seguramente se encontraba así y me sentí aún más imbécil.

Eleena:

-Yo estoy perfectamente, solo necesito… un poco de agua.-  Odié que mi voz sonara tan apagada y débil. 

 Traté de esquivarlo porque me estaba bloqueando el camino hacia la escalera, pero me lo impidió agarrándome de la muñeca.

-Eleena, no me parece que estés bien. Me puedes contar lo que sea que esté sucediendo.- Su voz sonaba preocupada, aunque dudaba mucho de que realmente lo estuviera.

 Me estaba mordiendo tan fuerte el carrillo derecho que no me extrañaría que se me hiciera una herida.

-No sucede nada de lo que tengas que preocuparte.- Hice el intento de que mi voz sonara lo más firme posible.- Será mejor que bajes, te deben estar esperando.

 Vi como su mandíbula se apretaba y como sus ojos examinaban mi rostro buscando una respuesta.

 Volví a intentar ir hacia la escalera y esta vez no me lo impidió. Caminé hasta la sala y me despedí de Esmeralda, la cuál probablemente ni me escuchó, ya que continuaba viendo la serie. Mis ojos se dirigieron, en contra de mi voluntad, hacia el sofá donde había estado sentada hace apenas media hora. Ahora en mi lugar estaba Miranda, quién levantó la vista y una sonrisa se dibujó en sus labios. 



#16664 en Novela romántica

En el texto hay: oscuridad, amor juvenil, luz

Editado: 11.12.2022

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