Años atras los humanos decidieron explorar los territorios más allá de las montañas, sin miedo ni temor salieron de sus hogares, recorriendo kilómetros y kilómetros de distancia. De un momento a otro estos viajes para explorar cesaron, muchos residentes del reino Kuleot estaban preocupados, puesto qué para muchos estos viajes les dió dinero, otros por familiares qué salieron y jamás regresaron.
— Rey, quiero ver al rey — decía una chica con enojo — No importa qué este haciendo, déjenme verlo
— Lo sentimos princesa, el rey está actualmente en una reunión con los barones y generales, le recomiendo venir cuándo terminé — sugirió uno de los dos guardias qué estaban protegiendo la puerta
— ¡Pero!, ¡soy la princesa, necesito hablar con el ahora mismo! — dijo aún más enojada, miró directamente a los dos guardias lo cuál no logró nada — ¡Maldita sea, vendré después, más les vale decirle al rey!
La princesa de Kuleot era conocida por ser hermosa y amable, pero no estaban en lo correcto respecto a unas pequeñas cosas, su carácter era muy bien conocido en el castillo. Los dos guardias sólo siguen su trabajo para el cuál fueron asignados, proteger la puerta y evitar qué cualquiera entrará, incluso si sé tratará de la misma princesa.
— Los Ángeles de la muerte han aparecido otra vez, su Majestad — dijo el General Hert — Por favor, acepte la idea de invocar al héroe qué salvará al reino, piense en el futuro de la princesa
— El general tiene razón su Majestad, hace décadas los antiguos invocaron al héroe, puede qué no llegue el mismo héroe de ese tiempo — dijo el Sumo sacerdote — Pero si realmente podemos invocarlo, tenemos una esperanza para la supervivencia del Reino Kuleot y de cualquiera qué viva en este
El rey sólo sé quedo sentado, pensado en la mejor solución para este problema. El primer rey de Kuleot fue "Gel", también conocido como el rey de la guerra, libro batallas llenas de sangre y sudor, luchando por el Reino Kuleot, en su viaje encontró una pequeña criatura negra similar a un humano.
Algo en el era raro, puesto qué donde lo encontró era demasiado oscuro, ni la más brillante luz podía iluminar ese lugar. Por curiosidad y intriga terminó por tomar con sus manos aquella cosa, está rápidamente comenzó a moverse a través de todo su cuerpo, hasta qué llegó a su cabeza.
— Tienen razón — dijo el Rey mientras sé levantaba y caminaba hacia una ventana cercana — Jamás seremos capaces de derrotar a los Ángeles de la muerte, ni con nuestros más fuertes guerreros… — hizo una pausa y volteó a ver a todos los presentes — Sin embargo no dejaré qué mi gente muera, tal vez es arriesgado y difícil el invocar al héroe, nunca sabremos qué tipo de mente tenga, ni el tipo de persona sea, pero eso no quita el hecho de qué sea nuestra única carta contra los Ángeles
— Su Majestad, ¿quiere decir qué le dará al nuevo héroe la arma maldita? — preguntó Hert de manera casi inmediata — Le recomiendo no hacerlo, ya sabe lo qué le pasa a cualquiera qué quiera empuñarla
La arma maldita o mejor dicho "La espada de mil almas", era desde un principio una espada sagrada, al pasar el tiempo, la sangre de todo aquél qué era asesinado con esta terminó por corromper la espada, haciendo qué su función de esp ada sagrada fuera totalmente reemplazada con una maldición. Cualquiera podía intentar tomarla y hacerla suya, ¿a quién no le gustaría una antigua espada sagrada?, lástima qué nadie vivía más allá de 1 dia con ella.
— Los problemas qué puede traer esa arma al reino es algo inimaginable y usted quiere que el nuevo héroe sea el portador de tal arma — decía el Sumo sacerdote mientras miraba al rey — Con sólo saber de su existencia es algo catastrófico, no quiero ni imaginarme qué es lo qué un héroe de otro mundo sea capaz de hacer con ella
— Las batallas muchas veces conllevan un gran sacrifico, recuerda la tercera guerra contra los Ángeles, perdimos a muchos de nuestros mejores guerreros y magos en esa batalla — el rey miro directamente al Sumo sacerdote, llevándose las manos hacía atras y alzando su pecho — Nadie puede ganar algo sin sacrificar algo del mismo valor, nuestros ancestros tenían muy claro eso
— Pero… no podemos permitir la existencia de tal cosa, mucho menos si el nuevo héroe sería su portador, ¿sabe cuánto tiempo lleva el invocar a un sólo héroe? — el Sumo sacerdote sé levantó, alzando sus manos hasta qué llegarán a la mesa — No podemos arriesgarnos a qué el héroe muera de un día para otro sin siquiera cumplir su objetivo
El rey solamente sé quedó viendo a todos, esperando a qué alguno hablará para poder decidir sobre qué hacer respecto al arma maldita y el héroe.
— Haaaa — Hert soltó un suspiro y después miro directamente al rey — Tiene razón su Majestad, nada se gana sin sacrificar algo, bien, estoy dispuesto a seguir con su idea, pero tengo una condición
— Puedes hablar sobre esa condición — el rey estaba curioso sobre la condición de Hert — Siempre y cuándo este dentro de mis capacidades, Hert
— Su Majestad, quisiera…
Editado: 27.10.2021