Darkwood

Capitulo 11

Capitulo 11. Imposible. 

AREN.

 Salgo de la casa de Jade a toda velocidad como si llevara leña encendida en el trasero.

 Si, quizás esté huyendo, pero las malditas sensaciones que siento cuando estoy cerca de ella me aterran. Me aterra la idea de que me guste demasiado, aún cuando estoy a menos de un año de casarme con la que se supone tiene que ser la mujer de mi vida. Me aterra el hecho de que es casi una niña, solo tiene decisiete años, yo estoy a punto de cumplir veintiséis.

 Enamorarme de esa niña sería un caos, mi madre se volvería loca si tan solo le dijera que me gusta una chica ocho años menor que yo.

 Entro a mi auto y solo alli puedo volver a respirar con alivio, no pierdo el tiempo y llamo a mi padre; Jade necesitará la protección de la manada. Él al escuchar el nombre de la chica rápidamente mandó a varios miembros para vigilar la casa y prometió llamar a la madre de Jade.

 El hecho de que se preocupara tanto por ella no se me pasó desapercibido, papá sabía algo más y al llegar a casa hablaría seriamente con él. Espero unos diez minutos más, no he recibido la señal de Zack indicándome que ya han llegado. 

Suspiro pasando mis manos por mi cabello y miro de nuevo hacia su casa, vaya sorpresa me llevo cuando la veo salir envuelta en una manta con una taza de gatito en su mano, frunzo mis cejas confundido y bajo del auto para acercarme a ella. 

— ¿Qué haces? Te dije que no salieras a la calle sola y es lo primero que haces cuando me voy.—le digo con voz dura cuando estoy enfrente de ella. Sus ojos claros me miran con timidez. 

— No voy a la calle Aren, sabía que seguías aqui afuera y... hace frío, así que calenté un poco de chocolate con leche.—murmura extendiendo la taza hacia mi.

 Acepto la taza un poco avergonzado por haberla regañado, le agradezco en un hilo de voz y ella sonríe un poco.

 — Eres tan gruñón.—susurra.

 — Solo me preocupo.

 — No tienes porqué.—contradice ella nerviosa—. Deberías volver a tu casa, no creo que pase nada, es decir, no creo que ellos sepan donde vivo. 

— No me fío Jade, sé que quieres mantenerte alejada de mi hermana y de mi, pero debes ser consciente de que te acaban de atacar dos locos y no es una buena idea dejarte a tu suerte, así que no me corras.—le digo dándole un buen trago al chocolate caliente, ella se queda callada con la mirada en el suelo. 

De pronto siento el olor de al menos unos seis cambiantes de mi manda y volteo a mi derecha donde alcanzo a ver a Zack oculto, subido en uno de los arboles más cercanos a la casa.

 Él hace una señal con su mano indicándome que han rodeado la casa y asiento disimuladamente. Regreso a Jade y ella mira con asombro a Zack, maldigo en mis adentros, o ella es demasiado lista o yo demasiado obvio. 

— ¿Quién es él?.—me pregunta ella.

 — Es un oficial encubierto, le he avisado a mi tio de lo que ha pasado y lo ha enviado para que vigile la calle, por si esos locos siguen por aquí. 

Me merezco un premio por ser un mentiroso tan bueno. 

— De acuerdo.—susurra no muy convencida.

 — Oye.—llamo su atención, esos hermosos ojos se clavan en mi de nuevo—. Estarás bien, lo prometo. 

Jade asiente tímidamente, sus mejillas están muy sonrojadas y sus labios húmedos son demasiado llamativos, debo controlarme si no quiero terminar comiéndole la boca. Las luces de un auto nos iluminan de repente, Jade se sobresalta y se aferra a mi brazo. 

— Tranquila.—le susurro. 

El auto se estaciona cerca de la cochera y apaga las luces, escucho el suspiro de alivio que sale de Jade al darse cuenta de que sólo es su madre. La señora se apresura a salir y se acerca trotando a nosotros, su cara está hinchada por el llanto, sin más se lanza a abrazar a su hija, Jade se traga el llanto y se aferra a su madre con fuerza. Mientras ellas se consuelan mutuamente aprovecho y me empino la taza de chocolate caliente. 

— Mi pequeña niña, ¿estás bien?.—la voz de la señora Miller se encuentra rota cuando habla. Jade acaricia la espalda de su madre. 

— Estoy bien mamá.—ambas se separan y la chica me mira—. Estoy bien gracias a Aren, si él no hubiera aparecido la historia hubiera sido muy diferente. 

La señora voltea a verme con los ojos brillosos y me abraza tomándome por sorpresa, le devuelvo el gesto aún sorprendido, Jade toma la taza de vidrio de mis manos cuando ve que casi la suelto y no puedo evitar soltar una risita. 

— Muchas gracias por salvar a mi hija, Aren.—exclama la señora Miller separándose de mi y toma mi rostro—. Fuiste un ángel caido del cielo, muchas gracias. 

— No fue nada.

 Ella me sonríe y suelta mi rostro. 

— Fue mucho muchacho, al salvar la vida de Jade has salvado la mía, y estaré agradecida contigo siempre. ¿Quieres entrar un rato a casa? Está muy frio aquí afuera. 

— De hecho debo volver a mi casa señora Miller, es muy tarde y... mi familia debe estar preocupada, no les avisé que saldría.—me excuso. 

— Oh, de acuerdo. Ve con cuidado, muchas gracias nuevamente y... fue un gusto conocerte, si algún día necesitas algo, no dudes en venir, ¿de acuerdo?. 

— Gracias, señora Miller. 

— Llámame Alice.—me sonríe amable y toma la taza que sigue sosteniendo Jade—. Yo llevaré esto adentro, los dejo para que se despidan... Eh, ya... me voy. 

Alice se da la vuelta y torpemente se adentra a la casa, sonrío cayendo en cuenta que ella y Jade son igual de torpes. La castaña aclara su garganta y vuelvo mi atención a ella. 

— Muchas gracias, Aren, por todo.— susurra de nuevo y evito rodar los ojos porque ya me ha dado las gracias muchas veces éste día.

 — Descuida.—murmuro, ella me regala una hermosa sonrisa y entonces camina con timidez hacia mi y rodea mi cintura. Su cabeza reposa sobre mi pecho, respiro profundamente y no pierdo el tiempo de rodear sus hombros y reposar mi mentón en la cima de su cabeza. Se siente tan pequeña y frágil entre mis brazos, cierro mis ojos sintiendo el calor de su cuerpo envolver el mío. 




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